5 de Septiembre de 2020
Novedades? Emm bueno, resulta que me dí cuenta de que comencé a hablar sola.
Iba por la plaza paseando a mi perro cuando unas personas que pasaban me miraron raro y me di cuenta de que iba conversando conmigo misma sobre las ganas que tengo de que llegue la primavera y que ahora vamos a poder juntarnos con amigos en los parques a tomar algo.
La soledad nos hizo muchas cosas, a todos y a todas.
Admito que admiro y envidio a los que comenzaron a ejercitar y se volvieron modelos de Fitness en este encierro, me recuerdan a las películas en las que los presos ejercitan todo el día en su celda.
Hay personas que estudiaron o desarrollaron alguna nueva habilidad. Tengo una amiga que lanzó su emprendimiento por Instagram y mientras tanto yo que hice? Rompí mi propio corazón y comencé a hablar sola...
Lo siento, quiero cortar con esto, no quiero seguir sintiendo lastima de mi misma así que me propuse tratar de estar bien.
Necesitaba hundirme para hacer pié en el fondo y así poder impulsarme de nuevo hacia la superficie.
Y me hundí, hasta el fondo.
No te lo conté antes porque no quería preocuparte.
Hace un par de semanas una amiga que conocía del gym vino a visitarme. Trajo marihuana (hace años que no fumaba) y estuvimos en la terraza, tomando cervezas y fumando toda la tarde.
No se cuantas cervezas tomamos, quizás fue demasiado alcohol pero si sé que no fumamos tanto, solo compartimos un cigarrillo pequeño.
El problema con estas cosas no solo es la mezcla sino que a veces, cuando uno no está bien de entrada, el efecto puede ser abrumador.
Solo recuerdo que me la estaba pasando bien y de repente es como si alguien hubiese apagado algo en mi cabeza. Solo me quedaron flashes de momentos y lo que me contó mi amiga al día siguiente.
Recuerdo llorar y preguntar por Ezequiel. Recuerdo que mi amiga me perseguía por todo el departamento mientras levantaba almohadones y abría cajones de la cocina y revolvía mi armario buscándolo. Gritaba —donde está Ezequiel, a donde se fue, no lo puedo encontrar—
Después de revolver todo el departamento buscándolo, se supone que olía mi cama buscando rastros de él como un sabueso (no lo recuerdo y no quiero ni siquiera imaginarlo, dignidad cero).
Siento mucha vergüenza con mi amiga pero también sentí compasión por lo que me contaba, si fuese otra persona la que buscaba en los cajones de su casa a ese amor que se fue, hubiese tratado de hacer algo para hacerla sentir mejor. Entonces pensé: si una persona en esa situación me inspira solidaridad y ganas de ayudarla, porque no me ayudo a mi misma. A veces damos más a los demás de lo que jamás estaríamos dispuesto a darnos a nosotros mismos.
Amanecí muy mal, se supone que estuve vomitando pero no lo recuerdo.
Y para colmo al día siguiente recordé que le escribí a Ezequiel.
Dignidad cero, orgullo cero, autoestima cero.
Por lo menos le escribí a un teléfono viejo, el que tenía antes de ir a vivir a Barcelona que una vez me dió por error. No utiliza ese número jamás, solo lo activa cuando vuelve a la cada de sus padres y hasta creo que lo tiene allí guardado en un cajón si que probablemente no lo lea nunca, o lo leerá dentro de mucho tiempo cuando vuelva u quizás para entonces ya lo habré olvidado.
Gracias a Dios no le escribí al número que tiene ahora, no sé si lo hice a propósito, quizás inconscientemente quise tirar un anzuelo para el Exequiel del futuro, por si se le antoja volver.
Que patético, no puedo creer que lo hice pero lo hecho hecho está y no hay nada que se pueda hacer ahora al respecto.
Antes de que me des una reprimenda, no te preocupes porque no voy a volver a tomar o fumar en mucho tiempo. Necesito mejorar y si el alcohol me pone melancólica, voy a tener que estar sobria para hacerlo.
Quizás la soledad no sea algo que se pueda medir, pesar o mesurar de alguna manera, quizás solo es algo necesario, como un síntoma para una enfermedad. Quizás la sensación de soledad solo nos agobia como un síntoma de que necesitamos acercarnos a alguien, como la fiebre diciéndote que descanses. Quizás esta sensación sea solo mi cuerpo pudiéndome amigos, abrazos, amar a alguien otra vez.
Tal vez sea mi subconsciente pidiéndome pedir ayuda.
Me recordó lo qué pasó en 2010. No sé si te lo conté alguna vez pero en 2010 me ahogué.
No es una metáfora para hablar de sentimientos, me ahogué en serio.
El agua salada del océano Atlántico le hizo el amor a mis pulmones y le vi la cara a Dios, pero NO en el buen sentido de la expresión.
Recuerdo la desesperación, la impotencia, el miedo, recuerdo pasar por todas las etapas del duelo pero por mi propia vida.
Me acuerdo de la incredulidad cuando los bañeros me salvaron (a veces es más fácil creer en las desgracias que en los milagros).
Fue difícil dejarme rescatar: la desesperación te hace querer manotear para todos lados cuando lo único que tenes que hacer es quedarte quieta y dejar que los que saben, hagan su trabajo.
Es más o menos así con Ezequiel, a veces su ausencia no me deja respirar
No
Puedo
Respirar
y hay días en que ni si quiera quiero.Pero siento que su silencio y su indiferencia de este tiempo, son un frío me endurece el alma, como el agua cuando se hace hielo.
Desde que se fue, siento que voy pescando momentos de paz contra la corriente. Luchando, porque lo que hace su ausencia a mi alma es lo que le hizo esa ola enojada a mi cuerpo, me revuelca "sin asco", por un mar de mierda.
Pero así se me va a pasar no?.
Me voy a entumecer, dejándome hundir dándolo todo en lágrimas hasta que no duela más, hasta que no quede otra que rezar y tratar de hacer pie.
De la misma forma en que te dejas hundir te dejas salvar, es irónico pero la única manera de llegar a la superficie cuando todo está perdido, es confiar en que los que te quieren de verdad y se preocupan por ti, van a hacer su trabajo y te van a llevar hasta la orilla
Pedir ayuda, después de todo, nunca puede estar tan mal
Los amigos como tu, nuestros mails y llamadas, las video llamadas con mi mamá, de a poco son lo que me va a ayudar a flotar otra vez, así que te agradezco amiga mía, por existir y por ser parte de mi vida, contra viento y marea.
————————————————————————20 de Septiembre de 2020
Me di cuenta de que cada mañana lo primero en que pienso apenas me despierto es "hoy va a escribir". Y todos los días me decepciono a mi misma por esperar algo que nadie prometió.
Apenas se fue, yo le escribí un par de veces para saber si había llegado bien y después lo saludé para su cumpleaños pero él nada. Bueno nada no, el silencio dice suficiente.
Ahora entiendo que él tenía las cosas más claras que yo, él la pasó bien conmigo y entendió que era hora de decir adiós.
Envidio a la gente que sabe decir adiós, yo me apego demasiado a las personas (creo que tiene un nombre, desorden de apego o algo así, es en parte una consecuencia de todo lo que me hizo mi padre de niña)
Quisiera poder despegarme de las personas como lo hacen en las películas o en las series. Decir que se acabó y pasar la página. Pero me cuesta demasiado y también es demasiada la energía que tengo que poner en esto.
Levantarme y obligarme a no pensar, mentalmente para mí es el equivalente a 5 clases de crossfit (el cerebro también es un músculo después de todo)
Creo que ya comencé a aceptarlo, y creo que no voy a poder estar bien ni salir adelante en medio de esta pandemia si no tomo la decisión de darle la espalda.
Después de todo esto es solo una decisión entre estar bien o no estarlo, sacar a alguien de tu mente, de tus sueños, de los deseos de tu cuerpo y dinamitarlo todo por la más básica supervivencia y paz mental. Es tan solo una decisión, nada más. No?
ESTÁS LEYENDO
Ojalá
RomanceEzequiel siempre creyó en la teoría del hilo rojo que une la vida de las personas que están predestinadas a conocerse, por eso cuando la vé en instagram y la reconoce, le es muy fácil creer en su propia suerte. La agrega a sus contactos porque sabe...