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Shoto cerró la puerta tras de sí con vehemencia. No estaba dispuesto a escuchar más gritos aquella noche, pues las exclamaciones todavía retumbaban en su cabeza, generando un interminable eco imaginario que amenazaba con no dejarle tranquilo. Había sido lo suficientemente osado como para confesarle a su padre sus planes de convertirse en uno de los internos de Hawks. La noticia no le había agradado en absoluto y, aunque odiaba tener que admitirlo, cuando se había levantado de la silla, poseído por la fuerza de su propia decepción, Shoto había experimentado el mismo miedo que cuando era un niño. Afortunadamente, el asunto se redujo a meras palabras. Dicho discurso había sido, adicionalmente, previsible en su totalidad; había increpado a Shoto, reiterando que para su entrenamiento le convendría mucho más contar con un mentor que supiera cómo tratar con una singularidad tan poderosa como la suya. Hawks no era el más indicado para perfeccionar su utilización de la parte ígnea; aquella era la única debilidad de sus alas rígidas. Shoto había ignorado hasta el momento ese detalle.

Consiguió escabullirse al final de la cena, retirándose de la discusión por el momento. Prefería evitar las confrontaciones dentro de lo posible; había todavía un recuerdo demasiado vívido en su mente de la infancia que había llevado por culpa de aquellas incesantes voces ensordecedoras. Eran estos unos recuerdos tan profundamente amargos que prefería no reflexionar sobre ellos. Era parte de la razón por la que no estaba dispuesto a someterse al control férreo de Endeavor en su primera pasantía. Había resuelto convertirse en un héroe profesional – por admiración a otros héroes, no porque aquella fuera la intención de su padre -, pero no lo haría con las condiciones de una figura autoritaria y atormentadora.

Se dejó caer sobre el futon ya con ambas piernas al aire, liberadas. Había llegado al final su instante predilecto del día, en el que se permitía soñar despierto, abandonando toda la decencia de la que hacía gala fuera de las paredes cómplices de su habitación. Miraba al techo, pensando en todo aquello que se le pudiera ocurrir, dejando la imaginación flotar a voluntad. Sentía mientras tanto el roce de la tela sobre su piel. Estiraba y volvía a flexionar las piernas, cambiaba los brazos de posición, giraba la cabeza; y, enterrada esta cuestión entre sus más profundos deseos, se preguntaba dulcemente si alguien, en algún momento de su vida, podría encontrar aquel cuerpo bello. Entreveía, concentrando al máximo su habilidad para la fantasía y engañando a sus sentidos, una mano recorriendo la curva de su cintura. Los largos dedos se deslizaban dentro de la camiseta blanca y dibujaban placenteras líneas sobre la piel pálida de Shoto. Él sonreía, disfrutando la ficticia sensación, escuchando las palabras del amante incorpóreo que le susurraban aquellas cosas que nadie más sabía que deseaba oír, todos aquellos halagos.

Quería ser objeto de adoración. Ansiaba ser amado por alguien que le hiciera destinatario de profusas alabanzas en la intimidad. Alguien que le salvara de los golpes que los insultos de su padre le seguían propinando ocasionalmente.

Sus ensueños fueron interrumpidos por el tono de notificación de su teléfono. Su primera reacción fue de rechazo, antes de recordar que estaba esperando un mensaje importante. Aferró inmediatamente el aparato y miró anhelante la pantalla. Aparte de una cantidad ingente de mensajes – la mayoría del grupo de clase de la 1A, un par de ellos privados de Midoriya -, Shoto encontró lo que había estado esperando; la notificación de un correo electrónico a nombre de la agencia de Hawks. Lo leyó rápidamente; tan rápidamente que tuvo que volver a empezar desde el principio para asegurarse de que no había ignorado ninguna frase importante.

Si había pensado que su misiva digital era artificiosa, la respuesta de la agencia era el culmen de esa artificialidad. Shoto se sintió estúpido por esperar algo más que dos líneas con un breve agradecimiento y un "Estamos deseando trabajar contigo". Debajo de aquello, un recordatorio acerca de las horas de apertura y clausura de la agencia. Le rogaban que fuera puntual y se personase en el despacho de Hawks a la hora que le correspondía, unos treinta minutos después de que la agencia hubiera abierto sus puertas. Eso era todo. Era un mensaje breve y profesional, carente de personalización alguna. Resultaba evidente, si lo pensaba con detenimiento, que la clase de respuesta que iba a obtener de la agencia no podía distar mucho de aquello. Shoto no estaba seguro de cuál era la ilusión que había albergado, ahora que, calmado, se daba cuenta de que no podría haber habido otra contestación más que aquella, seca y concisa.

Dejó su móvil, se levantó para apagar la luz y, tras echarse de nuevo, se cubrió con la sábana del futon y cerró los ojos, con intención de dormir. La tranquilidad fue momentánea; sus nervios regresaron ante la visión de tener que acudir casi recién levantado al despacho del cuarto mejor héroe del país y presentársele. Shoto desconocía hasta qué punto Hawks sería hablador y cuánto querría saber de él y de Tokoyami.

Volvió a ponerse en pie y aferrar su teléfono. Con él, se tumbó. Dudó un solo momento, con timidez, como si alguien le estuviera mirando o fuera a enterarse de sus acciones, antes de hacer una búsqueda con el nombre de Hawks. Leyó, sin ahondar en detalles, algunos de los titulares. Pese a que ya conocía su imagen, la curiosidad le llevó a pasar de una fotografía a otra, a la vez que visualizaba el día siguiente y hacía prejuicios inconscientes sobre el aspecto de la agencia o la personalidad que escondería aquel innegablemente atractivo rostro.

Quizá tuviera que hablarle de sus intenciones de futuro o de alguna otra cosa que haría que Shoto se quedase en blanco. No llevaba preparado ningún discurso especial y tampoco quería responder a sus preguntas con falsas formulaciones presuntuosas acerca de lo muy inspirador que le parecía el oficio heroico. Creyó que sería conveniente comenzar a pensar en las contestaciones que podría darle a su nuevo mentor.

Reflexionando sobre ello, terminó por quedarse dormido.

Intacto | ShotoHawks |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora