Capítulo 7.

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10 de Marzo. 1938

Austria tuvo que abrir los ojos al sentir el sol pegándole directamente en la cara, se preguntó si acaso habría olvidado cerrar las cortinas que daban hacia el balcón, pero estaba seguro de que la noche anterior estaban cerradas.

Se sentó sobre la cama, estirándose hasta que un suspiro de satisfacción salió de su boca. Sobó suavemente sus ojos con sus manos, quería seguir acostado pero sabía que debía levantarse. Miró hacia su lado, no había rastro del mexicano lo cual le pareció raro.

— ¿México?

Salió de la cama, colocándose al menos su pantalón y su camisa pijama a medio abrochar. Las cortinas se movían suavemente al compás que el viento le permitían. Al salir al balcón se dio cuenta de que ahí estaba el latino, mirando el paisaje y ya estaba vestido. El mexicano, al darse cuenta de su presencia, le sonrió y abrió sus brazos para invitarlo a acercarse.

—Perdón, intente despertarte pero estabas muy agusto dormido. Fui por tu desayuno pero tus cocineros dijeron que ellos lo traerían más tarde.

Austria se acercó a él hasta poder abrazarlo, se mantuvieron abrazados en silencio durante unos momentos hasta que Austria le dio un pequeño beso en la mejilla, algo que hizo sonreír al más alto.

— ¿Cómo te sientes? —Preguntó el tricolor, volviendo la vista hacia afuera.

—Bien, creo que incluso me siento muy feliz.

México soltó una risa, soltándolo por un momento para inclinarse y cargarlo de una forma nupcial, logrando sacarle una risa al europeo.

— ¿Quieres ir a desayunar o esperamos aquí? — preguntó el latino, llevándolo hasta dentro de la habitación.

— ¿Podemos esperar aquí? — el europeo se sentó sobre las piernas del mexicano una vez que este último se sentó en la cama con él.

México asintió y esperaron la comida entre pláticas alegres y risas. Una vez que la comida llegó gracias a una agradable jovencita, comenzaron a comer, sentados sobre la cama cada uno en una esquina. Habían estado tranquilos hablando hasta que escucharon un ruido bastante fuerte a las afueras de la casa, algo por lo que Austria miró hacia la ventana rápidamente.

—Tranquilo, iré yo. — El tricolor le dio un pequeño apretón a su mano y caminó al balcón, asomándose por este. Lo único que encontró fue a un par de los sirvientes, al parecer se les había caído la caja de herramientas para jardinería y eso había hecho ruido. Suspiró aliviado y volvió a la habitación, encontrándose con un Austria temblando hecho un ovillo en la esquina de la cama. — Hey, ¿Qué pasa?

El mexicano se acercó, Austria parecía estar en shock hasta que sintió las manos del latino sobre sus hombros, por lo que lo miró aún con rastros de terror en el rostro.

—Lo siento... Creí que quizá sería... — bajó la mirada, sin sentirse con la valentía de nombrar al dueño de sus pesadillas. México comprendió a lo que se refería así que se sentó a su lado y lo envolvió en sus brazos.

—Tranquilo, ya te dije que él no pasará aquí de nuevo. No sé lo voy a permitir.

—Exactamente eso me da miedo, México. — el mexicano lo miró con confusión, Austria se sentó frente a él. — No quiero que tú lo enfrentes. Eso... Eso me da miedo. Tu y yo sabemos que Reich es mucho más fuerte que nadie, y no creo que justo ahora ya sea poderoso, seguramente tomará más fuerzas en un futuro.

México podía sentir el temblar aún del austriaco, claro que sabía el gran poder que podía tener el alemán si se lo proponía.

—Así que quiero que me prometas algo.

Quédate conmigo. [ México x Austria ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora