El ruido de cadenas resonaba por todo el lugar, estaba oscuro y cada día que pasaba el olor era mucho más insoportable. El dolor que le causaban las grietas en su cuerpo había dejado de molestarle pues ya se había acostumbrado a ello.
— Hora de comer. — alzó la voz un soldado alemán.
Austria miró hacia la celda de enfrente, dónde Polonia se movió lentamente hasta quedar pegado a los barrotes de su propia celda. El soldado miró con asco al polaco, luego sonrió y le colocó un plato oxidado y maloliente entre las manos, sirviendo en este ese espeso líquido al que ellos le llamaban sopa, aunque todos sabían que eran sobras de lo que ellos comían.
— Hasta que te comportas, el jefe ya estaba harto de tus berrinches. — dijo el burlón soldado. Polonia bajó la mirada y comenzó a comer despacio, tratando de encontrarle algún sabor decente a esa mezcla desagradable.
Austria notó frente a él las piernas de otro soldado, subió la mirada y se encontró con la mirada desaprobatoria de este.
— No comiste de nuevo, engendro.
Para los soldados, era un acto de compasión que Reich permitiera darles la "cena" a Polonia y Austria, parecía tenerles preferencia de entre todos sus "trofeos". El soldado sacó las llaves para abrir la celda y volver a golpearlo, pero otro lo tomó del brazo para impedirlo.
— Espera, ¿para qué golpearlo, si de esa forma no entiende? — Ambos soldados se miraron con sonrisas cómplices que al austriaco le hicieron estremecer de miedo. — Pon las manos, ahora.
Jalaron las manos de Austria hacia afuera de los barrotes, y estando extendidas en forma de cuna entre ellas, el cruel soldado vertió el caliente líquido espeso sobre sus manos, provocando que Austria soltará un grito de dolor y de sus manos saliera el humo que tal líquido hirviendo provocó.
— ¡Come! Si lo desperdicias llamaré al jefe para que te castigue. ¡Más te vale comer!
Los demás countrys solo miraban con lastima a su compañero, parecía que Reich y sus soldados tenían esa adicción a lastimar más a Polonia y Austria que a algún otro presente, aunque claro que a todos los trataban de forma horrible.
Austria se obligó a comer lentamente de la comida entre sus manos, podía notar que comenzaban a hincharse y sabía que probablemente eso significaría nuevas heridas.
Los soldados sonrieron y siguieron su camino repartiendo la comida a todos. Luego se retiraron y fue entonces que algunos pudieron volver a sollozar, otros a suspirar de dolor y algunos otros, cómo Austria, a hacerse un ovillo y pensar en cosas que los mantuvieran cuerdos.
Austria pensó en México. En ese tricolor que le hacía tener muchas sensaciones cálidas. El europeo sonrió mientras las lágrimas salían de sus ojos y resbalaban por sus mejillas hasta desaparecer en el mentón. Se arrastró poco a poco hasta llegar a lo que era su cama, aunque en realidad era un colchón de olor putrefacto, con manchas amarillezcas y un pequeño corte que Austria había logrado hacerle con sus uñas en busca de un escondite para su amado tesoro. Ahí se encontraba una fotografía de México que había tomado el día en que supo que Reich iría por él.
"¿Qué te gustaría comer cuando visites de nuevo mis territorios?" Le había preguntado el mexicano, en un intento de poder calmar su miedo aquel día.
Sentía que su corazón se partía en mil pedazos, trataba de recordar los buenos momentos y hundirse entre ellos, pero siempre su mente regresaba a ese último día.
¿Cuánto tiempo habría pasado?
¿México seguiría vivo?
Austria se daba una idea de lo que pasaba con cada nuevo country que entraba a esas celdas y temía el día en que México se uniera a los atrapados por Reich, pero le daba más miedo no saber de él y que la última pregunta que se hizo fuera un rotundo "no, no está vivo."
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Quédate conmigo. [ México x Austria ]
FanficMarzo-1938 La Alemania Nazi desea anexar a la nación austriaca, quien sufre por ello al saber que no tiene salida de esa terrible pesadilla. Austria no se espera la llegada y el ferviente deseo de parte de cierto mexicano para protegerlo, aún cuand...