Ya no hay luz en sus días, solo una lúgubre nube sobre su cabeza, ha intentado sobrellevarlas, en serio que lo ha hecho, pero a diario vuelve a recordarlas, es inevitable, están permanentemente en su cabeza, no puede si quiera olvidarlas. Recuerda que alguna vez Ana decía que si había dolor o pena, alegría o goce, solo debías ahogarlas en alcohol. Perfecto. Por fin sería parte de aquel confuso mundo del licor, aunque Emma y Ana siempre bebían, sólo una vez vio a Sarah ebria, no fue muy grato verla en ese estado, completamente borracha, cantando y bailando bajo la lluvia, tenía que escoger su cumpleaños de mayoría de edad, pero Mary aún no podía hacerlo libremente.Con el fin de ahogar sus pesares cogió un chaleco al azar, la verdad no era muy importante la apariencia al ir a un lugar como al que pretendía.
El rugido del motor movió cada una de sus células y un shock de adrenalina se posó sobre su pie, la velocidad pasó a ser parte de una interminable lista de buenas compañeras. Va al bar donde Emma y Ana causaron incidentes, el mismo bar donde Sarah celebró su cumpleaños, quizás ella también debería hacerlo, celebrar, dar rienda suelta al desenfreno, no parar en toda la noche, eso le faltaba.
Emma se sentó junto a ella, el cómodo asiento del automóvil se reclinó levemente, tal como lo necesitaba. Mary miró un poco, de reojo, casi por obligación, su corazón palpitaba tan fuerte que al hacer cualquier mínimo movimiento se le saldría por la boca, por más sádico que sonase.
- Estoy volviéndome loca...- susurró mientras orillaba el auto en la carretera, el manto eterno de la existencia parecía dudoso, un suave resplandor rojizo le indicaba el lugar del centro de la cuidad, no estaba muy lejos, pero aun así el bar era parte de la periferia.
- ¿Te estás volviendo loca?- preguntó Emma, recargando su cuerpo hacia adelante, con los brazos cruzados sobre la guantera y su cabeza mirando la carretera, sin mirarse a los ojos porque dolía. Y mucho.
- Solo es la depresión...- respondió, la fina silueta de su amiga se comenzaba a notar, como una figura con los contornos difuminados, transparente, de aire... inexistente.
- ¿Sólo eso?- su mano viajó frente a sus ojos, tocando la ventana sutilmente, generando en Mary un pequeño escalofrío.
- ¿A qué otra cosa podría referirme?- trató de cuidar sus palabras, un paso en falso lograría que su amiga desapareciese, y no quería eso, ahora que por fin veía de quien se trataba.
- Tus amigas...- carcajeó.
- Las extraño mucho, pero puedo salir adelante- estaba más que segura de ello.
- ¿Puedes, en serio?- la duda en la pregunta logró un estado de pánico en la menor, ¿de cuando acá Emma dudaba de ella?, las cosas no han cambiado, ni siquiera porque Emma esté muerta, no tiene relevancia, al menos no para ella.
- Claro, esto es un pequeño momento, una trampa- Exacto. Un juego perverso, la entretención de una entidad oscura, dañina, irreal.
- ¿Y si no lo es?- la miró. Finalmente.
- ¿A que viene todo esto, Emma?- soltó al fin. La situación comenzaba a cabrearla, la preguntadera sin respuestas coherentes.
- ¿A qué viene todo esto, Mary?- sonrió, irracionalmente, burlándose.
- ¿Por qué ríes?- Mary, la conocía bien, sabía que Emma no actuaba de manera normal, ella jamás fue así, tan misteriosa, con ese aire fingido... hipócrita.
- Por qué puedo...-
Echó a andar de nuevo, los arboles pasaban indiferentes a sus ojos, la carretera se hacía oscura por momentos, los faros poco alumbraban, y una de las luces delanteras del vehículo estaba rota, por lo que solo lograba ver parte del camino, más sólo del lado del conductor. La entrada del bar jamás era concurrida, poco le costó ingresar. Las miradas se posaron en ella en un santiamén, pero poco le importaba. El dueño observa como Mary hace su pedido a la mesera y amablemente paga, no necesita que luego le cobren. Pronto la mesera está en la barra, con el pedido, el hombre decide ir él mismo a dejarlo. Una botella de tequila y unos cuantos limones.