Xoxo, Rose [Libro 1]

3 | Chica de la Vespa

Chris Barbrow estuvo ausente en la gala del MET; era de esperarse, claro, dejó de asistir al evento a los 16 años tras el escándalo en Bora Bora que, como muchos recuerdan, involucraba un yate, un video y a su exnovia, Shirin Williams, la hija del empresario estadounidense Sam Williams.
Una fuente nos informó que fue visto en Yakarta el fin de semana pasado. Como dicen, cuando eres el hijo de la reina indiscutible de la moda y del curador de arte más famoso del mundo, es imposible pasar desapercibido.
¿Qué estaba haciendo en Indonesia? No lo sabemos, pero al joven Barbrow le encantan los viajes y las relaciones internacionales... 😏

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Kit había pasado la última hora creando bocetos que incluían flores y comida esparcida por el aire. Algo para nada artístico y mucho menos atractivo.

Aquello no iba a funcionar.

Arrugó otra hoja de papel y la dejó a un costado de la mesa, masajeándose las sienes y el entrecejo. Debía buscar otro enfoque, algo distinto.

Suspiró.

Tal vez era la presión, la necesidad de que quedara todo bien, perfecto, más allá de perfecto lo que le hacía bloquearse de esa manera. Para distraerse, había hablado por teléfono con Cam que estaba sirviendo cereal en un bol y pintándose las uñas al mismo tiempo mientras le contaba su día, en consecuencia había dejado una gran mancha de esmalte de uñas verde venta en su bol favorito.

—Mira el lado positivo —le había dicho—, podremos saber cuál es cuál.

—Eso no te impedirá usarlo —masculló él sin poder reprimir una sonrisa—, entonces, ¿te llamaron para la campaña? —Cam asintió y suspiró.

—Sí, no quiero viajar, pero no tengo demasiadas opciones. ¿Cuándo te veré de nuevo? —Kit se encogió de hombros.

—No lo sé, tal vez en un mes o tal vez la semana que viene.

Ella tomó una cucharada de cereal y sacudió la cabeza.

—A ese paso tendré que ir a visitarte —dijo finalmente—, me olvidaría de tu cara de no ser por las videollamadas.

Kit se rio y cambió el tema. Luego de colgar, lo llamó su madre, que le dijo que su alergia seguramente se debía a la contaminación y no a las flores, así que se tomó un té, para la alergia y para organizar sus ideas y aplacar la ansiedad innecesaria.

Claramente, no le había dicho a Cam o a su madre lo mal que se sentía por no tener ideas, la verdad es que tampoco era algo nuevo.

Llevaba más de un año viajando de un lado a otro en busca de ideas precisamente y no había funcionado. Visitó París, Ámsterdam, Buenos Aires, Estocolmo y Milán. ¿Cómo hacían las personas con presupuestos limitados? Tal vez no era un buen artista después de todo.

Había recolectado ideas para presentárselas a su padre, para ayudarlo en realidad, necesitaba estar a la altura, a su altura, pero le faltaba algo, nada era suficiente. Tenía que hacerlo bien, confiaban en él, no podía simplemente presentar cualquier cosa.

¿Qué le faltaba?... Pensó en la chica, en su risa y en la aparatosa caída. Había sido muy humano a decir verdad, el caos y la risa todo en un mismo lugar.

Parecía una chica auténtica y real.

Sí, eso, ¡realismo! Le gustaba. Pero el arte no podía ser siempre sobrio y realista, necesitaba darle algo más: brillo, color... comida volando por los aires. Se rio por lo bajo, recordando su comentario sobre la llave mortal, tratando de imaginarse que era cinta negra o algo así. No lo parecía, quizás había mentido sobre la llave mortal.

O tal vez no, sabía de buena mano que una chica podía ser ruda y adorable al mismo tiempo, Camille lo era.

Se recostó en la alfombra persa mirando el techo de la habitación, esperando que por arte de magia o iluminación divina las ideas vinieran a su cabeza. ¿Qué le había impresionado de la chica? Su luz, el desastre, lo espontáneo... Lo inesperado.

¡Eso!

Necesitaba elementos inesperados para inspirarse, llevaba demasiado tiempo concentrándose en patrones, en líneas, en lo que era más cuidado o técnico, en lo que su padre o su equipo habrían hecho, necesitaba... Algo más.

Pensó en ella, en su risa, su cabello repleto de pétalos diminutos.

¡Flores! Claro. Un camino de flores o ropa con motivos florales, ¿flores asiáticas tal vez? Peonías, flor de ciruelo, loto, crisantemos y orquídeas. Se puso de pie de inmediato y comenzó a tomar notas.

Su mente era un torbellino de ideas, finalmente tenía algo, no algo concreto, pero era un punto de partida. La chica de la Vespa había sido un soplo de aire fresco para su inspiración, necesitaba encontrar a más personas como ella, pero y si... ¿Y si la buscaba? ¿Aceptaría ser su musa?

Probablemente se negaría, pero podía intentarlo. No perdía nada.

"Oh, sí, Christopher, buscar a la chica en medio de un montón de extraños, será una tarea sencilla", pensó con sarcasmo.

Mientras Kit se hacía preguntas y hablaba consigo mismo, su improvisada mesa de trabajo se llenaba de notas y dibujos, el navegador de su ordenador portátil estaba saturado de pestañas sobre flores, hasta que, finalmente, prestó atención a una de las fotos que había tomado: había un folleto de un restaurante de comida china en el césped, junto a la moto, y podía verse una dirección.

¿Acaso no había mencionado ella las entregas? Había perdido seis, se lo había dicho, seguramente era allí donde trabajaba.

—Te tengo, chica de la Vespa —dijo en voz alta—, espero que no me derribes con tu llave mortal.

Chica de la Vespa: 1
Chico británico: 1

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