Xoxo, Rose [Libro 1]

6 | Despedida

Bonjour! - US.

Regi y Christine toman caminos separados.

Christine Dubois y su marido Reginald Barbrow toman caminos separados, pero no es lo que piensan, no se están divorciando. Según nuestras fuentes, Regi desea pasar un tiempo con su hijo, Chris y se reunirá con él en Bali.

La vida de Chris no es tan pública como la de su hermana, o los demás miembros de su familia, pero sabemos que su hogar es el mundo y los aviones son su patio de juegos, lastimosamente no tenemos fotos para mostrar, los paparazzi tienen prohibido fotografiarlo y no le hemos visto la cara desde el incidente de Bora Bora.

Tal vez Regi quiere pasar un tiempo de padre e hijo, aconsejarlo y tal vez... ¿Lograr que siente cabeza de una vez?

Christine, por su parte, se está centrando en los negocios. Fue vista saliendo del Hotel Ritz de París con Leslie Cho, la CEO de Daisy Kwan. Recordemos que se han reunido en repetidas ocasiones en lo que va de año. ¿Traman algo? Quizás, pero también sabemos que son buenas amigas. Christine contestó amablemente nuestras preguntas, dijo que extrañaba a sus hijos y a su marido, y que, como siempre, pasarían las vacaciones de verano todos juntos en familia en Saint-Tropez, pero lo que todos se preguntan es ¿estará Travis invitado?

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—La tienda, Rose, la tienda, la ropa, los mostradores... ¡Todo estaba lleno de agua!, absolutamente todo. ¿Sabes el dinero que perderemos?

—Lo siento mucho, en verdad. Prometo que...

—Estás despedida —la cortó Sylvie—, no cambiaré mi postura, Rose.

Rose estaba sentada frente al escritorio de su jefa, con las manos sobre su regazo, conteniendo las ganas de llorar. ¿Qué iba a hacer ahora? Necesitaba el dinero para la universidad, estaba ahorrando para ir a Singapur, posiblemente tendría que ahorrar mucho para eso, pero ahora todo se iba al traste.

—Sylvie, lo siento —susurró—, no podía saber que eso iba a pasar.

—No quiero escuchar nada más.

—Yo solo...

—Buscabas tu moto —siseó Sylvie—. Claro, viviendo a pocas calles de aquí, tenías que buscar la dichosa moto.

Rose se quedó en silencio, quería decirle que tenían seguro y que en realidad no sería mucho dinero, pero eso solo empeoraría las cosas. Sylvie tenía razón, claro, todos los percheros y el suelo estaban empapados, la alfombra estaba arruinada, el equipo de limpieza corría de un lado a otro y al fondo se oía el ruido del teléfono de la oficina que no había parado de sonar.

Louis la esperaba cerca de los escaparates, si alguien le hubiera dicho que ese sería el último escaparate que arreglaría en Le Mode, no lo habría creído.