Ocho

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Nos recibe uno de los tantos salones para eventos del Northem, veo a muchas personas con traje formal, tanto hombres como mujeres así como algunos alumnos con sus familias. Mikhail avanza y baja algunos escalones y me ofrece su mano. La tomo y bajo los escalones con la elegancia y altiveza que me caracteriza. Al entrar de lleno al salón alguien que supongo es del catering se acerca con una bandeja plateada y varias copas de lo que parece champagne, Mikhail toma dos y me extiende otra. Agradezco al mesero y se aleja de nosotros

—Agradezco tu compañía pero no entiendo por qué tendrías que venir, quería venir sola para irme tan solo me presentaran y nombraran el dicho salón —Tomo otro trago de la alargada copa.

—Digamos que quiero estar en todos los logros de mi socia y probablemente futura esposa —Voltea en mi dirección y sonríe abiertamente.

Suelto una carcajada, poso una mano en su mejilla y me acerco –demasiado- a su rostro —Quisieras amor —le lanzo un beso —Ven, vamos a la segunda planta. Quiero hacer una entrada dramática.

Vuelvo a alejarme de él. No niego que es apuesto, demasiado. Si la situación fuera distinta y no perteneciéramos a este mundo, o tan solo no fuera “mi socio” en estas situaciones aceptaría echar uno o dos polvos con él. Mi madre siempre me ha advertido de la clase de hombres como él, hombres con poder que creen que pueden quitarte el poder o tratar de hacerlo a base de palabras bonitas y detalles que claramente no necesito. Solía ser una gran creyente del amor, el romanticismo y palabras bonitas, pero como a todos, me llegó el día en el que me di cuenta que no es más que eso, palabras y promesas vacías. Hombres como Mikhail harán todo para conseguir el poder que quieren y desean y aunque su envoltura sea preciosa y encantadora puedo asegurar que por dentro es retorcido, ambicioso, egoísta y narcisista. Lo digo sé porque me conozco a mí misma y reconozco a los de mi calaña.

Al llegar al segundo piso, puedo notar como todas las personas se empiezan a acercar al escenario en el que se encuentran la directora, algunos miembros del consejo y una mujer que desconozco, asumo que es una de las que ayudó a la organización del evento.

Veo como Kay entra con un traje negro, con el saco abierto y sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, camina elegante hasta posicionarse con los demás alumnos y espero ver a su familia caminando tras él pero no sucede y me extraña, ya que siempre mencionó ser muy unido a su familia y estoy segura que no se hubieran perdido la oportunidad de acompañarlo.

—¿Es tu novio? —Volteo a mis espaldas y Mikhail ve a Kay pareciendo estudiarlo de arriba abajo —Si lo fuera, no parece muy tu tipo.

—¿Cuál supones que es mi tipo? —Pregunto curiosa.

—No lo sé, puedo asumir que te gusta el peligro, me imagino que te gustan los hombres fuertes, intimidantes, que tengan un claro cartel pegado en la cara que diga “peligro”, un hombre que exude poder, alguien con quien puedas sacar tus mayores perversidades sin que temas a que se aleje de ti por miedo a quien eres, por miedo a la bestia que tienes dentro, alguien quien pueda controlarte y dominarte de la manera que más te gusta y ambos sabemos cuál es ¿me equivoco? —No, no se equivoca.

—Sabes que no necesito de un hombre, ni tampoco quiero a nadie que me “controle y domine” —Digo con desdén a sus palabras –Y querido, déjame decirte que el tipo de hombre para mí no ha nacido y dudo mucho que en algún momento lo haga —Termino mi copa con los ojos fijos en su mirada fuerte, como si viera a través de mis ojos y pudiera ver hasta el fondo de mi alma y conocer todos mis secretos.

—Créeme cuando digo que está naciendo ahora mismo y frente a ti —Toma mi mandíbula entre su mano y pasa su pulgar por mi labio inferior —Caerás Less, y tan profundo que no encontrarás ninguna salida y la única será rendirte a tus deseos y entregarte a mí tanto como yo lo estoy haciendo contigo.

Princesa RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora