Once

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Después de salir del club veo a Mikhail salir atrás de mí. Detengo el paso para que me alcance.

—¿Tienes algo que hacer? —Él niega —¡Perfecto! Quiero ir a hacerme esos piercings antes de que se me vaya la valentía ¿Me llevas? —Digo rodeando el auto sin esperar su respuesta y abriendo la puerta del copiloto.

—¿En serio te los harás? —Dice entrando y encendiendo al auto.

—Sip, había visto fotos en internet de cómo se veían y aunque siempre los he querido nunca había tenido la valentía de hacerlo.

Pongo la dirección en el tablero del auto del local en donde suelo hacerme los tatuajes y Mikhail sale del estacionamiento. Llamo a Finch y digo que solo su auto irá con nosotros y los demás regresen a la mansión.

El camino se vuelve silencioso y lo único que se escucha es el sonido de los carros a nuestro alrededor y el motor el nuestro. La tensión entre nosotros es palpable y me pierdo en los recuerdos de nuestro anterior contacto. No estoy segura de qué hubiera pasado si no hubieran tocado a la puerta cuando estábamos en el baño. Lo que sí estoy segura es que me hubiera dejado llevar por el momento y por el deseo y las sensaciones que mi cuerpo sentía en ese momento. En este momento ciertamente agradezco la intromisión.

Mikhail dobla en una esquina y la peculiar calle ya conocida por mí me hace sonreír. Lado a lado de la calle está llena de locales de tatuajes y piercings. Le indico a Mikhail en donde se encuentra el parqueo y éste aparca en un lugar vacío.

—¿Quieres que te acompañe? —Sonrío.

—Si tú quieres, aunque no quiero que me veas llorar a la hora de la perforación.

—Lo disfrutaré un poco —Apaga el auto y baja de este. Acomodo mi cabello y reviso que mi labial se encuentre aun completo. Salgo del auto y veo mis zapatos. Logré quitar la mayor parte de la sangre de estos, pero aún tiene algunas manchas como si hubiera salpicado en ellos y camino al lado de Mikhail.

Cuando entramos al local, una campanita anuncia nuestra entrada a éste y Adam el dueño y quien me ha tatuado me sonríe y camina hacia donde estamos. Le sonrío de nuevo y me acerco a abrazarlo. El deja un beso en cada una de mis mejillas y extiende una de mis manos para que de una vuelta. Suelto una risa y la doy.

—Pero mira que bien te ves ¿Hace cuánto no vienes? Empezaba a creer que me cambiaste por alguien más —Me da una vista de arriba abajo —¿Qué diablos pasó con tus zapatos?

—No quieres saber —Hago una mueca despreocupada y me siento en una de las mesas que usan para tatuajes —Oye Adam ¿tú haces piercings?

—He hecho algunos, pero quien se encarga de ellos es Mickey ¿Cuál quieres hacerte? —Se sienta en la silla delante de mí y extiende sus piernas. Es unos cuantos años mayor que yo. Lo conocí hace tres años cuando decidí hacerme el primer tatuaje. Es delgado, alto y tiene los brazos llenos de diseños, algunas son solo líneas, en el antebrazo tiene dos querubines, los demás se mezclan entre ellos haciendo que sea casi imposible detallar uno por uno. Su cabello es medianamente largo y es igual de negro que el mío. En sus manos lleva por lo menos dos anillos en cada dedo y algunas cadenas cuelgan de su cuello. Es muy atractivo y el aro en su labio lo hace ver más caliente de lo que ya es.

Un carraspeo me interrumpe y veo a un incómodo Mikhail parado aún en la puerta de entrada.

—Oh, lo siento, Adam él es Mikhail, Mikhail él es Adam —Mikhail se acerca y estrechan manos. Doy unas palmaditas a mi lado y se sienta a mi lado —Quiero hacerme los piercings en los pezones ¿Tú puedes hacerlos?

Princesa RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora