Trece

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•E T H A N•

Es una Diosa.

Una jodida y maldita Diosa, bajada del mismo Olimpo para sentarse en el mismo auto de un simple humano, un simple humano que puede respirar el mismo oxígeno que ella, que tiene la honra y el placer de poder deleitarse con la vista de su rostro, de su cuerpo, sus curvas y su belleza.

Podría jurar que la mujer sentada a mi lado es la personificación de Afrodita en la tierra, pero eso mismo sería un insulto para Alessa, ya que estoy mil veces seguro que Afrodita no es tan hermosa como ella.

Cuando la vi por primera vez, en la gala quedé completamente embelesado y hechizado por ella, de sus ojos centellando, la suavidad de su piel, la dulzura de su voz, sus facciones suaves y delicadas. Así como tampoco podía obviar el peligro que exudaba su cuerpo, sus curvas firmes y marcadas, sentía cada uno de sus poros llamándome, quedé hechizado como un navegante que escucha el canto de una sirena, pero con Alessa me bastó escuchar como reía, la seguridad en su voz y su forma de moverse, como si el mundo entero le perteneciera y le tendría que rendir culto.

Cuando mi hermano me comentó la idea de ser un contribuidor del Northern hace algunas semanas no estuve muy seguro de aceptar ya que invertir en un colegio no tiene muchos beneficios para la empresa. Athan ha sido la mano derecha de papá en la empresa desde los 16, tiene una mente maravillosa y todos lo que él propone siempre funciona y genera con creces. Terminamos aceptando invertir en el Northern y la gala fue al primer evento al que asistí como representante de la familia.

A pesar de mi renuencia a ir, agradezco que Athan me obligara a ir y conocer a Alessa.

El auto está envuelto en un silencio cómodo, Alessa mira hacia el frente mientras el sol se va ocultando y los tonos anaranjados del cielo nos dan una vista maravillosa, a ella el cielo y a mí la maravillosa vista de su rostro iluminado por los pocos rayos de sol que aún conserva, el gris de sus ojos logrando verse aún más claro, sus suaves y carnosos labios entreabiertos en una pequeña sonrisa mientras aprecia el cielo.

—¿Qué hace señor Heim? —Cita mis palabras sin quitar su vista del frente y sin borrar su sonrisa.

—Admirando la vista —Imito su acción y su sonrisa crece más.

—Realmente no dudo de tus habilidades para manejar pero sugiero que mantengas la vista enfrente, no quiero que muramos en nuestra primera cita —Mi corazón da un vuelco y mi sonrisa se ensancha más.

—¿Estamos en una cita? —Inquiero y ella dirige su vista hacia mí y eleva los hombros.

—Si yo quiero que sea una cita será una cita ¿O me equivoco?

Sonrío. Por lo poco que he podido hablar y tratar con ella estoy seguro que es de las que obtiene todo lo que quiera con solo una palabra o con solo respirar. Decirle que no definitivamente es algo imposible y eso solo hace que me sienta más atraído hacia ella.

—Supongo que no te equivocas —Regreso mi vista al frente y percibo su sonrisa iluminando todo el auto.

—¿A dónde me llevas?

—Tengo una idea en mente, aunque aún falta bastante camino.

Su boca se tuerce en una mueca y se forma un agujero en su mejilla izquierda por lo que supongo se está mordiendo por dentro.

—¿Hay algún problema? —Pregunto y ella niega con la cabeza.

Se acomoda bien de nuevo en el sillón y saca su móvil.

—¿Puedo poner algo de música? En lo que llegamos a ese lugar.

—Claro, puedes hacer todo lo que quieras —Guiño y me regala una sonrisa.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2021 ⏰

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