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En muy poco tiempo, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras se convirtió en la favorita de la mayoría

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En muy poco tiempo, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras se convirtió en la favorita de la mayoría. Sólo Draco Malfoy y su banda de Slytherin criticaban al profesor Lupin:

—Mira cómo lleva la túnica —solía decir Malfoy murmurando alto cuando pasaba el profesor—. Viste como nuestro antiguo elfo doméstico.

—Basta, Draco —lo regañó Adelaide.

—¿Lo defiendes? —preguntó el muchacho—. Creo que no hace falta recordarte que ese hombre no hizo nada cuando no pudiste controlar a tu boggart.

—Solo olvídalo, podré hacerlo la próxima vez.

—Por supuesto que podrás, porque la siguiente vez no pienso interponerme entre tu temible padre boggart.

—Ten por seguro que no lo tendrás que hacer de nuevo —rió la chica, para luego darle un beso en la mejilla a su amigo y marcharse de allí.

Después de los boggarts estudiaron a los gorros rojos, unas criaturas pequeñas y desagradables, parecidas a los duendes, que se escondían en cualquier sitio en el que hubiera habido derramamiento de sangre, en las mazmorras de los castillos, en los agujeros de las bombas de los campos de batalla, para dar una paliza a los que se extraviaban. De los gorros rojos pasaron a los kappas, unos repugnantes moradores del agua que parecían monos con escamas y con dedos palmeados, y que disfrutaban estrangulando a los que ignorantes que cruzaban sus estanques. Y así fueron pasando los días y semanas.

La primera salida a Hogsmeade se encontraba a la vuelta de la esquina, todos los estudiantes de tercer año -o al menos la mayoría- esperaban con ansias ese dichoso día.

—Adelaide —se acercó Draco—. ¿Vendrás conmigo a Hogsmeade?

—¿Draco Malfoy está invitándome a Hogsmeade? —fingió estar sorprendida.

—No volveré a repetirlo, tómalo o déjalo —. dijo Malfoy, pero Avery continuó con su habla.

—Por supuesto que acepto, como podría rechazar tan delicada invitación —aceptó la chica. Malfoy sonrió con grandeza, por lo que Adelaide siguió hablando—. No puedo creer que el gran Draco Malfoy esté invitándome, a mi, una simple chica...

—Eres heredera de una fortuna millonaria —interrumpió el muchacho—. Eres todo, excepto simple.

—Me haces sonrojar Malfoy —fingió estar avergonzada.

—Cuando dije que eras todo en realidad quise decir que eres insoportable —el joven suspiró de manera un poco harta.

—Pero sin embargo quieres pasar tiempo conmigo, piensa en eso —sentenció la chica para luego guiñar un ojo e irse del lugar.

Luego de la partida, Draco Malfoy se desplomó en el sofá de la sala común, justo al lado de Theodore Nott.

—Esa chica va a volverte loco —rió Nott.

𝗧𝗵𝗲 𝗮𝗺𝗲𝘁𝗵𝘆𝘀𝘁 𝘄𝗮𝘁𝗰𝗵 (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora