Capítulo 21

1.4K 37 10
                                    


Capitulo 21

Siesta

Ella no tenía sueño...pero allí estaba tumbada en su cama a las cuatro de la tarde. Su perro guardián estaba fuera en el despacho trabajando. Volvió a mirar el reloj...las cuatro y dos minutos. Halil se removió clavándole dolorosamente en las costillas un pie. Hacía ya una semana que se había dado la vuelta colocándose con la cabeza hacía abajo. El niño era grande y cada vez que se estiraba en busca de espacio sus costillas eran las primeras perjudicadas. En dos semanas saldría de cuentas y... lo estaba deseando.

El verano había sido muy cálido ese año y se había prorrogado más aún. Estar en el último trimestre del embarazo con ese calor había sido incomodo...muy incomodo. Sabía que la recompensa sería inmensa pero deseaba dos cosas por encima de todo : Primero tener a su bebé en brazos y segundo...librarse de las atenciones y cuidados obsesivos de su esposo.

Yaman estaba más y más nervioso a medida que se acercaba el momento del parto. Ella había hablado con él unas cien veces asegurándole que todo iba bien. Ella estaba bien, su hijo estaba bien ....bien, bien, bien...Esa era sin duda la palabra que más había repetido en los últimos meses pero su marido no se daba por enterado...Desde el día de la subida de tensión Yaman no se separaba de ella. Trabajaba desde casa, se despertaba y se acostaba con ella, supervisaba sus comidas y cuánto comía en fin estaba en modo super-protección.

Ella creyó al principio que pasados unos días del susto él se tranquilizaría...se equivocó. La perseverancia de su esposo cuando estaba interesado en algo era implacable. No le extrañaba que a pesar de sus difíciles comienzos se hubiese convertido en un exitoso hombre de negocios. Es más, estaba convencida de que él triunfaría en cualquier empresa que decidiera emprender. La cuestión era que su nuevo objetivo era ella y si bien no había nada en el mundo que le gustara más que tenerlo cerca ella necesitaba su espacio. La soledad impuesta es horrible pero ella necesitaba ratitos sola en los que reorganizar sus ideas y pensamientos.

Su hijo volvió a patearla otra vez con fuerza, parecía decirle, - Mamá estoy aquí, hasta que nazca olvídate de lo de estar sola...así que...¿para qué discutir con papa?.

Seher se rio de su propio pensamiento mientras se levantaba de la cama para cambiar de postura y que su hijo tuviese más espacio. Al segundo de levantarse Yaman entró por la puerta.

- Te he escuchado levantarte y aún no ha pasado la hora de la siesta...¿estás bien?

Seher alzó los ojos al cielo en busca de paciencia, suspiró hondo y miro a su marido.

- No, no estoy bien.

La expresión de Yaman pasó en un segundo de la duda al pánico y ella se sintió fatal así que enseguida le dijo.

- Un momento...cariño no estoy mal de mal me pasa algo...sino que estoy aburrida y no quiero dormir siesta. Incluso tu hijo no quiere y me está dando una buena paliza...Has de saber que éste será futbolista...y además delantero.

Yaman miró a su mujer con compasión, ella creía que no, pero él la entendía perfectamente. De hecho la admiraba ya que él no creía ser capaz de soportar un embarazo. Se acercó a ella y la abrazó, acarició la enorme barriga y le dijo a su hijo.

- Pequeño, tenemos un trato, tu cuidas a mamá desde dentro y yo aquí afuera...¿de acuerdo?

Yaman tras decirle eso a su hijo volvió su mirada risueña de nuevo a la cara de su esposa, a Seher se le cortó la respiración...era tan guapo. No, no era sólo atractivo físico , y Dios era testigo que de eso estaba sobrado, era su aura su esencia. Con una sola de sus miradas era capaz de derretirle hasta los huesos y sentir que aún no era suficiente. Pensar que sus manos rozaran su piel la hacía arder. Era curioso que todo lo que tenía que ver con su relación física le evocase el fuego cuando al principio de conocerse lo primero que pensó fue que él era frío. Y aún entonces, a pesar de la mala relación que tenían, reconocía para si misma que de haberla tomado ella se habría entregado sin poder evitarlo.

Seher se estaba excitando por momentos y tirando de su jersey para acercarlo llevó su boca a la suya. El beso decía claramente quiero más que esto. Las manos de Seher añoraban tocar su piel y sentir su calor. Hacía varios días que no habían hecho el amor. Cuando Yaman supo que eso podría adelantar el parto se asustó. No estaba dispuesto a hacer nada que provocara que el programa del embarazo se viera alterado...para disgusto de Seher que lo necesitaba con desespero.

Yaman le devolvió el beso con entusiasmo, cuanto la deseaba, el embarazo había redondeado sus formas dándole una apariencia exuberante. Se descubría constantemente observándola e imaginándosela desnuda y a él recorriendo con sus labios y manos todas esas nuevas sinuosas curvas de su cuerpo. Pero se controlaba...porque..¿qué clase de hombre tenía esos pensamientos sobre su embarazadísima esposa? Él era enorme y podía hacerle daño aún sin querer además podría adelantar el parto...él no podía...

Su pensamiento fue interrumpido cuando su esposa empezó a desabrocharle el cinturón...* ¡Santo Dios ayúdame! La deseo demasiado* pensó. Reunió la mínima cordura que le quedaba para separarse de su beso y parar las manos de su mujer.

- No cariño...tenemos que parar..

Seher se paralizó se apoyó contra él y susurró,

- Por favor te necesito...

El corazón de Yaman dolió al escucharla, él moriría para darle cuanto ella necesitara...pero ¿y si le hacía daño al niño?...

Ambos se quedaron quietos, en el silencio que se hizo sólo se escuchaban sus respiraciones aceleradas hasta que Seher se separó de su pecho y sin mirarlo a la cara se dio la vuelta para darle la espalda. Y dijo con una voz extraña que Yaman nunca le había escuchado.

- Esta bien lo entiendo...déjame sola.

Cuando Yaman asimiló lo que ella había dicho, se quedó impactado. ¿ Lo estaba echando de la habitación? ¡¿Que demonios...era eso?!. La excitación que aún corría por sus venas, los días de abstinencia y su otra preocupación...pudieron finalmente con él. Tomó a Seher del brazo y la obligó a darse la vuelta para mirarla a la cara.

Su esposa estaba enfadada tanto que lágrimas caía por sus mejillas. Lo miró lanzando chispas por sus hermosos ojos verdes y le espetó.

- Te he dicho que me dejes sola, vale, ya te he entendido. No me quieres así, estoy enorme... pero no te culpo ...¿quién querría? Yo...

Seher no pudo seguir con su diatriba, Yaman la cogió por los hombro y la empotró contra la pared. Nariz con nariz tomó la mano de Seher y la apretó sobre su tremenda erección y le dijo.

- Mira lo que me haces, siente cómo me tienes. Me pongo así sólo con pensar en ti...¿Qué no te quiero así...? Cariño...te quiero de tantas formas y con tal intensidad que huirías de mi si sólo conocieras una pequeña parte de ellas. Me vuelves loco...me esta costando Dios y ayuda controlarme y tu dices que no...

Paró de hablar sólo para volver a darle otro beso intenso, de los que te roban el alma, para después apoyar su frente en la de ella.

- Nunca tengo bastante de ti...¿queda claro?...

Seher asintió en muda respuesta ya que aún le temblaban las piernas por sus besos y su arrebato.

Yaman la tomó de la mano y la llevó hacia la cama y allí le demostró cuan poco le gustaba ella ahora...un par de horas más tarde estando todavía en la cama acurrucados ella se atrevió a preguntarle.

- ¿Por qué?

Él sabía qué quería saber ella, el porqué finalmente había accedido a hacerle el amor cuando llevaba días resistiéndose a ello. Yaman la apretó fuerte y suspiró rendido...

- Porque tu dolor es mi dolor y no soporto que nada te lastime...incluido yo.

Seher fue consciente del poder que ejercía sobre este magnifico hombre. Un poder tal que iba incluso contra sus propios miedos, ya que, el mayor de todos ellos era verla sufrir. Se acurrucó más contra él y besando su hombro le dijo.

- Si a partir de ahora tú te echas la siesta conmigo prometo no volver a protestar....

Yaman la apretó entre sus brazos y pensó que su esposa se estaba volviendo muy osada...y eso le encantó. Definitivamente las siestas serían una rutina en su vida de ahora en adelante y para siempre.

- Trato hecho...mi amor.

NO HAY FLOR SIN ESPINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora