Capítulo 30

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Capítulo 30

Violeta

Despuntaba el alba y Ezgi ya estaba vestida y miraba por la ventana de su habitación. Hoy sería un hermoso día, el límpido cielo no albergaba ni una sola nube prometiendo calor y luz. Ella siempre había sido una chica madrugadora, no tenía muy claro si eso se debía a su propia naturaleza o al hecho de haberse criado sobre una pastelería. El trabajo en obradores siempre se hacía incluso antes de que saliese el sol para tener sus delicias listas para los clientes a primera hora. En Turquía el desayuno podía considerarse sagrado...era el momento de reunión de la familia donde se compartían los planes del día a la vez que se alimentaba el cuerpo.

Siempre habían sido sólo su madre y ella en casa. Tras su experiencia con el amor Ayse cerró la puertas de su corazón y con ellas la posibilidad de más hermanos para ella. Siempre miró con envidia a esas familias grandes y se preguntaba cómo sería su vida cotidiana entre el bullicio, cómo serian las celebraciones y días de fiesta...Por eso cuando conoció a Seher y se hicieron amigas se dio cuenta de que le caía bien a alguien allá arriba porque con ella le mandó a una hermana. Una hermana que la necesitaba y ahora ya por fin estaban juntas sin fecha de fin de vacaciones y la había convertido en tía. Anoche cuando le presentó a los niños no podía parar de sonreír, eran tan bonitos...y cuando Yusuf la llamó tía Ezgi mientras ella acunaba a Halil se sintió flotar. Sí, estos eran su única familia un legado que protegería con uñas y dientes.

Ahora al recordar el calor y el olor del pequeño cuerpo de Halil y los besitos de mariposa de Yusuf, una punzada de algo difuso le atravesó el centro del pecho. Era una especie de anhelo por algo que nunca había tenido ni experimentado pero que sabía con todas las células de su cuerpo que deseaba...una gran familia...Ese era el secreto mejor guardado de Ezgi, secreto que incluso a veces le costaba reconocer ante si misma....Pero ver ayer a su amiga del alma con sus niños y el resto de los habitantes de la mansión juntos en la cena...había removido sus emociones.

Los últimos tiempos habían sido duros, muy duros de hecho. En el entierro de su madre, apenas si había llorado para su propia sorpresa, pero luego entendió que había empezado a llorar su pérdida el primer día que ella no la reconoció. Después todo fue una lucha diaria sin descansos entre cuidar del negocio y de ella, porque si bien mamá no la reconocía, ella sí la conocía a ella. No era posible olvidar cada beso, cada abrazo y cada palabra de esa increíble mujer que el destino había tenido a bien convertir en su madre. Aprovechó cada segundo de lucidez para decirle cuanto la quería y en los momentos de deriva tomaba su mano y se presentaba mil veces para ser su amiga.

Una lágrima furtiva se deslizó por su mejilla y la limpió con coraje. Como su madre siempre decía "la vida hay que vivirla, tú decides cómo quieres ir por ella ...¿fundida o brillando a cien mil vatios?". Ezgi había tomado la suya, se sacudió la morriña y tomó su cámara profesional más pequeña, saldría fuera a hacer algunas fotos del maravilloso jardín de la mansión y esperaría a que el resto de la casa despertara. Se puso unos vaqueros y una camiseta con mensaje de las que tanto le gustaban y por último una sudadera para evitar el relente mañanero.

Tenía hambre...de hecho bastante hambre. Hoy al salir de casa de su familia no había querido parar a desayunar y eso que el olor de las masas al horno lo volvían loco. Pero la noche anterior su madre había entrado en acción casamentera y si hubiese permanecido diez minutos más sentado a la mesa ahora mismo estaría comprometido con alguna de las candidatas cuidadosamente seleccionadas por ella.

El tiempo que había estado fuera le había hecho olvidar los deseos de sus padres de verlo asentado y estableciendo un hogar. Su padre, incluso antes de que todo saltara por los aires, ya insistía con el tema...herederos...él como su único hijo era el responsable de dicha labor y no podía eludirla.

NO HAY FLOR SIN ESPINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora