Capítulos del 11 al 20

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Capitulo 11

Te esperaré

Seher se acercó al cristal del balcón envuelta en la sábana, ya había salido el sol pero aún era temprano. Descorrió las cortinas y observó como la nueva luz de ese día lo despertaba todo en el exterior. Se escuchaban los trinos de los pájaros del jardín atareados ya en sus actividades matutinas. En un impulso abrió la puerta y salió a la terraza, quería formar parte de ese nuevo despertar, el aire fresco de la mañana puro y limpio la golpeó en la cara y ella se llenó los pulmones con él. Cerró los ojos para escuchar mejor, para sentir mejor, para percibir mejor todo lo que la rodeaba en ese instante...era curioso, pensó, como el no usar lo ojos era la clave para conocer la autentica esencia de todo.

Cuando Yaman salió del baño ya vestido con su traje de chaqueta azul, lo primero que hicieron sus ojos fue buscarla ...no estaba en la cama, su ceño se frunció automáticamente por la sorpresa y decepción, *¿Dónde estaba...?*. Entonces vio las cortinas mecerse con la brisa, ella había salido al balcón. Él se acercó despacio sin hacer ruido y se la quedó mirando. Tenía la cara vuelta hacia al todavía tenue sol de la mañana y los ojos cerrados. Los largos mechones de su cabello se mecían con el viento y acariciaban sus mejillas mientras que con sus manos sujetaba la sábana que usaba a modo de túnica sobre su cuerpo para arroparse del relente de la mañana y cubrir su desnudez. Yaman la miró con avidez y fijó en su mente esa imagen de ella...para no olvidarla jamás. Entonces ella sonrío todavía con los ojos cerrados luego abrió los ojos y girando la cabeza lo miró directamente a los ojos. Su sonrisa era para él...

Sin poder evitarlo Yaman se acercó y la abrazó por detrás, era un cobarde, no podía enfrentar sus ojos y que ella percibiera la duda en los suyos. Sus ojos verdes siempre veían más de lo que él deseaba mostrar y no estaba preparado. Todavía estaba todo igual, no había conseguido averiguar nada nuevo que contradijera las pruebas de su traición. Su instinto de supervivencia le gritaba que mantuviera cierta distancia porque sino lo hacía estaría perdido y no se veía capaz de soportarlo. Así que, sí, era un cobarde, pero uno que siempre encontraría la forma de mantenerse en pie...anoche ella le prometió que nunca lo dejaría...no la creía.

Seher se apoyó contra su espalda y sintió que algo le sucedía. Quiso girarse para mirar en sus ojos pero él no se lo permitió. Se quedaron los dos en silencio contemplando el jardín unos minutos. Yaman suspiró y dijo.

- Me tengo que marchar ya, hoy tengo varias reuniones que no pueden esperar más.

La soltó y se volvió hacia la habitación y ya de espaldas a ella dijo,

- Deberías entrar o cogerás frío....y...no me esperes levantada esta noche...llegaré tarde.

Como Seher no le contestó, él ya con la mano en el pomo de la puerta, se volvió a mirarla. Ella no dijo nada pero avanzó hasta él arrastrando la sábana tras de si, se puso de puntillas y lo besó en la mejilla. Cuando se apartó él notó que se había ruborizado, a pesar de la intimidad compartida el simple hecho de darle un casto beso en la mejilla la turbaba...¿realmente era tan inocente? ¿O sólo una gran actriz...?tenía que salir de allí ¡ya!. Terminó de abrir la puerta cuando su voz lo paralizó,

- No importa si llegas tarde...igual te esperaré....

Yaman no la miró, si lo hacía no se marcharía ...de eso estaba seguro. Así que sacudió la cabeza en un gesto de asentimiento y salió de la habitación. Pero se llevó sus palabras con él...*te esperaré*.

Hacia varios días que el tiempo en Estambul era primaveral y en la mansión todos disfrutaban del sol. Adalet sentenció que era el momento oportuno para limpiar las alfombras de la casa y decidió hacerlo de forma tradicional. Así pues sacaron las pocas alfombras de la casa a la terraza y las extendieron en el suelo. Adalet, Nesliham, Seher y el pequeño Yusuf se pusieron ropa cómoda y fresca para realizar la tarea.

NO HAY FLOR SIN ESPINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora