Capítulo 39 FINAL

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Capítulo 39

Mi hijo

Frío, un frío penetrante y afilado era todo lo que podía sentir. Sentada en el sofá del despacho miraba a Nedim concentrado frente al ordenador y a Cenger y a su marido moverse nerviosos por la estancia. Por su cabeza desfilaban imágenes de Ikbal ante ella, con su amabilidad y sus ofrecimientos. Siempre su suave voz consolando y aconsejando...y las distintas piezas del rompecabezas empezaron a encontrar su lugar. Las pequeñas mentiras que pasaron desapercibidas crecieron en importancia revelando su finalidad.

Ella era un maldito tumor que había entrado en la familia Kirimli sin hacer ruido. Se aferró cual parásito a su miembro más débil y se nutrió de la bondad de éste. Conocía el maldito dossier de arriba abajo y ahora era más que evidente quien lo había creado...y a partir de éste también se reveló la destrucción de su pobre hermana. Todo este sufrimiento ...¿sólo por dinero?, ¿por poder?...no, algo no cuadraba. Había algo más...

Volvió a apretar entre las manos la gasa de su pequeño guerrero...era todo lo que quedaba de él en su cuna cuando llegaron a casa. Se la llevó a la cara para aspirar nuevamente su olor, sólo el olfato le funcionaba...la vista a penas. En varias ocasiones el mundo se había oscurecido hasta quedar sólo un punto de luz...entonces todo volvía. No se desmayaría, ni hablar, no hasta que su pequeño volviese a estar en su cuna o acurrucado en su pecho o en el de Yaman.

- Los encontré Yaman, están en el puerto K número tres.

Las palabras de Nedim sacaron a Seher de su rigidez poniéndola de pie al instante. Su movimiento hizo que tres pares de ojos se volvieran hacia ella. Seher miró directamente a los de su marido. Los de él decían * No ni hablar* y los de ella *Intenta detenerme...*

Finalmente Seher rompió ese silencioso intercambio y se dirigió hacia la puerta, porque no había fuerza lo bastante poderosa en el mundo que la hiciera cambiar de opinión...ni siquiera Yaman Kirimli. Ella iría a por su hijo y a ajustar cuentas con la asesina de su hermana. Pudo comprender ahora la ira, esa ira que durante tantos años consumió a su marido...porque Dios era testigo de que ahora mismo ella era capaz de destruir el mundo con un solo dedo y sólo había una cosa que quería destruir ...a Ikbal.

Yaman dio instrucciones a Cenger para cuidar la casa y Nedim fue el elegido para acompañarlos y guiarlos hasta el coche de la compañía. En su mente dio gracias a Dios de nuevo por su decisión de poner localizadores gps en todos los coches de su propiedad. Gracias a ello supieron con exactitud donde estaba el coche que solía usar Ikbal y a que hora había salido. Su plan de abandonar pronto la boda había sido su casualidad más afortunada, y la mezcla de los sobres y que Seher se diese cuenta...bien tenía que reconocer que eran demasiadas casualidades y quizás sólo quizás alguien allí arriba les estaba echando una mano. La cuestión es que sólo habían pasado 45 minutos desde que Ikbal abandonó la mansión, probablemente sin prisa creyendo que ellos aún estaban en la boda y con perspectivas de llegar tarde a casa. Sin embargo el volaba por la carretera en dirección al puerto.

Ikbal acababa de llegar al puerto, se bajó del coche para respirar el olor a mar pero antes echó un vistazo al pequeño que dormía en la parte de atrás del coche. Había sido todo tan fácil... una sonrisa cruel adornó sus labios. Sólo había tenido que esperar a que Cenger fuese a tomar su café tras revisar a los niños, entrar en la habitación y sacar al pequeño bastardo que dormía profundamente. Lo había metido en una bolsa de deporte que hizo las veces de moisés por lo que no llamó la atención de los guardias ...era su costumbre desde hacia unos meses. Por la noche metía siempre esa bolsa en el coche para ir al gimnasio. Por eso los guardias no sospecharon nada. Luego salió con el coche y como señora de la casa nadie la interrogó.

NO HAY FLOR SIN ESPINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora