Parte 6

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Su madre la cargó entre los brazos, mientras su pequeña carita no dejaba de contemplar, ella era única al igual que su mellizo, pero Amaya tenia un don especial, te daba paz en tu alma, su angel especial.

Aún recuerda las palabras susurrante de la abuela, Amaya seria grande, poseía una alma tan pura, que deslumbraria hasta el más oscuro.

Temo a sus palabras, no deseaba perderla era su tesoro un regalo que veía cuidar con su propia vida, eran poco que conocían esa verdad. Trato de que fuera olvidado y criada como cualquier niño de su edad. Era lo mejor por el momento.

Dio un beso en su frente, abrigandola, su olor a Granada era tan dulce y notorio que desprendía su hija. A diferencia de Ian, pero los amaba por igual.

Fue la primera en nacer, ganándole a su mellizo por solo dos minutos, sus grande pulmones se escucharon por toda la casa, su madre aun jovne los esperaba , su padre no sabia de su exitencia sino tiempo después, pero su madre jamas les oculto la verdad, tenia una madurez tan grande para su edad, con solo cuatro años tenia el comportamiento de un niño de seis tal vez de ocho.

Amaba su forma de mirar ella junto con Ian compartian esos ojos tan diferentes a los demas,un de cada color.

Su voz era encantadora, que te hace reír, ocurrencias de niña traviesa, siempre deseando explorar más,ahora tenia una familia sus dos hijos, junto con su esposo que al final pudieron estar juntos pasando por tantas cosas y en la dulce espera del más pequeño Andrew

Ian entró tallando los ojos por el cansancio, lo recostó dándole un beso a su otro tesoro, era moento de dejarlos dormir, pero Amaya despertó, deteniendo a su madre, necesitaba dormir bien con un cuento como cada noche lo hace.

_mami me cuentas un cuento por favor_ dijo con tanta fluidez que sonriendo a su madre

_¿Crei que estas dormida? Comento su madre la verla con una sonrisa sobre la cama

_Por favor mami, sii_ imploro la pequeñita loba.

_Claro hija, cual quieres que lea _ fue hasta el buró a tomar uno de los cuentos

_Que no sea la del lobo solitario, es que siemrpe Amaya quiere que les ese ya me lo se mama_dijo el pequeño

_¿Porque no Ian?, a mí me gusta esa historia, me duele que el pobre lobito esté solo_ dijo con tristeza

_Es solo que ya me la sé, Amaya, porque no intentas con otra, papa compro otros

_Yo quiero ese, por favor Ian , di que si mamá.

Lina suspiro sus hijos no se ponían de acuerdo, pero al final accedieron al cuento que tanto amaba la pequeña Amaya, El Lobo Solitario.

También para la madre, se le estruja el corazón de leerlo, pero el mundo aveces es cruel y nos enseña.

_Bien aquí vamos, era una vez, un lobo que perdió a su amada, ante aquellos lobos malos, se llenó de tristeza...

Amaya miraba el techo con aquella estrellas que su papa le había pintado, imaginándose al pobre lobo y lo que debió sufrir, esperaba que algún día fuera feliz como lo era ella, empezaba a cerrar los ojos imaginando como seria ayudarlo, perdiéndose entre sus sueños con el lobo solitario.

Despertó, pero los años habían pasado para ser exactos festejarían su cumpleaños número ocho, estaba contenta con una sonrisa, siempre anima por su padre la llevaría de pesca, junto con su hermano, provecharian estar los tres su madre se había quedo en casa con el más pequeño Andrew.

_Papa, mira el agua se ve hermosa_dijo la pequeña lobita emocionada al ver el lago, fue hasta tocar el agua

_Que tiene de bonito, pude haberme quedado en casa_ dijo Ian desanimado

_Y estar biendo televisión, eso es muy aburrido Ian

_Que tiene de malo, además sabes que no me gusta estar en, el campo, ni en el bosque.

_Porque mejor no me ayudas Ian, con la cubeta de aliento de los pescados.

Ian fue por ella pero al ver a la lombrices le dio ganas de vomitar. Amaya sonrio su hermano era una niña miedosa.

_Listos para subirnos niños_ comentó su padre ayudando los a subir en el bote.

Era medio día casi la mañana transcurrió tan rápidamente. Elias no habia logrado nada, e Ian solo dos, pero Amaya tenía un don tan especial que los mismos peces tocaban su mano, su padre se acerco ver lo maravillado, el simple toque de su hija era único ver como los esos peces rodeaban el bote.

_No quiero que lastimes papa, podemos regresar a esos dos pescaditos_dijo con un puchero

_Claro que si verdad Ian

_Si tiene razón Amaya, a demas no me gusta comer pescado

_Ian!!! Exclamo Amaya.

No era la única ocasión, habia visto a su hija rodearse de las aves, o cualquier animalito cada dia se sorprendía más del don de Amaya que no era claro, pero sentir sus manos calidad en las mejillas te hacía calmrte llenarte de paz

Como su sobrino, su hermana siempre le hablaba para llevar a los niños y calmar a su hijo. Lo dejaba en un estado de letardo, era raro. Pero dejaba agotada a la misma Amaya. Con el tiempo se haría costumbre, pero llegaría el momento que eso ya no funcionaría.

_No te alejes mucho Amaya, es peligroso_ dijo su padre dándole libertad de explotar

Ella sonrio ,indicado que no pasaria nada, camino por los grandes árboles y vio las ramas como se movían era como le hablaran llevándola a un lugar. Pero no entenia que trataban de decirle, no supo hasta donde llego, pero se detuvo al ver un árbol tan hermoso, su tallo era tan viejos podia sentir al tocarlo la sarposidad, en ella habia flores blancas, y unas que parecían residentes en poner, era como un tributo.

Pero noto en ese mismo árbol habia algo marcado una letra , movio su rostro para ver mejor tenia una M. que toco con sus dedos.

Sintio una tristeza enorme en su pecho, saliendo una lágrima en su ojos, que puso sus deditos tocando su mejilla al ver esa lágrima.

_No toques_ escucho decir detrás de ella

La pequeña se giro mirando aun hombre con unos ojos de océano, pero de mirada triste, quito su mano del árbol cuando el mismos sujeto se acero hasta ella, pero de se detuvo al verla.

El aire lo estaba sofocando, que la pequeña no entendia al verlo.

Ducan se había regresado , pero no imagino encontrarse con una niña curiosa, fue hasta ella pero se detuvo de golpe ¿que era es olor? que emanaba de ella, no lograba identificar pero podia jurar haberlo olido en una parte.

Pero no era eso, sino sus ojos, era como si los hubiera visto en alguna parte, trato recordar , hasta que vino aquella, esa niña en la playa. La cual vio unos ojos tan hermosos. Era ella pero ahora habia crecido un poco.

No pudo apreciar su esencia, hasta hoy, era igual como aquella mujer.

_Hola , perdón por venir, soy Amaya y tú como te llamas_ la pequeña mirando al lobo

Ducan no podía pronunciar cualquier palabra se tapó su nariz, pero era inevitable más cuando Amaya estaba curiosa por saber. Sabia que no le haría daño, era una persona con mucho miedo, y estaba triste, recordándole la historia del lobo.

Toco su mano y para el supremo, lo tumbo al suelo dandole una descarga donde el vio tantas imágenes del pasado y de un futuro donde ella ... ella... se despedía

Amaya, sonrio acercando su rostro, pero se alejó al escuchar a su padre hablarle.

_Adios, mi papá me busca_ dio un beso en su frente

Se fue corriendo dejando a Ducan con lagrimas en sus ojos, debia protegerla.

Destinados El alfa supremo libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora