Parte 21

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_Amaya, está todo bien desde el desayuno has estado seria, es por lo que te confesé_ comentó Duncan preocupado

_No descuida es solo que, el trabajo en la galería me tiene saturada de mis pensamientos

_ ¿Estas segura?

_Por supuesto, no tendría por qué mentir

El supremo sonrió, no era tonto olía a preocupación su mujer, que era lo que ocultaba Amaya para no decirle, no tenía la confianza cuando ambos habían quedado en decirse todo.

_Sabes, yo también pensé que callar las sería lo mejor, pero ahora que me abrí contigo espero lo mismo Amaya, somos lobos y no damos cuenta ante las mentiras, dime que es lo que te sucede.

La castaña lo vio dudaba en decirlo, pero su decisión estaba tomada, solo quería un pedazo de Duncan sentir un pequeño corazón latir en su interior, todos estos años, es lo que más deseaba, porque amaba a su lobo y quería que el tuviera algo que la recordara siempre

_A veces tengo miedo de las decisiones que uno toma, pero a veces creemos que es lo mejor, pero en este momento tomare la decisión correcta

El supremo no entendía a que se refería, ¿cuál decisión?, correcto, los ojos de Amaya brillaron unos ojos que jamás deseara que se apaguen, eran únicos y hermosos.

_Entonces dime aquí me enfrento al verte tan dudosa y segura a la vez

_La historia de nuestra madre luna, la recuerdas como empezó todo, sabes que hay un ciclo no es así, ha pasado tanta, pero es tiempo de que.

_NOOO!!!_ grito el lobo

Duncan lo sabía, desde que la vio aquella vez en el bosque sobre esa tumba, no, se negó, pero el rostro de Amaya estaba tan firme, porque tanta desgracia en su vida, porque le querían arrebatar todo lo que amaba, acaso él estaba por enfrentar una prueba también, no lo acepta, las imágenes que vio fueron tan reales tan sufribles.

_Duncan

_NO!!, sé por dónde vas Amaya, dime estas dispuesta hacerlo ¿Por qué? Contéstame Amaya

_No pudo evitarlo nacemos con un propósito, hace dos noches, toque la luna Duncan pude sentir la calidez que me embriaga y la tranquilidad que deja en mi pecho, algo dentro de ella entro en mi ser, y ahora estoy segura de tomar mi destino y no podrás cambiarlo, solo quiero vivir lo que sea necesario, amarte y dejar mi legado contigo

_ ¡Yo no quiero ningún legado si tú no estás conmigo, prefiero morirme Amaya lo escuchas!!_ gruño molesto saliendo de ahí

Amaya sintió la tristeza en su corazón, algunas lágrimas cayeron sobre la mesa que aún se encontraba sentada, era duro, pero ver la sonrisa de ese niño y ojos azules lo deseaba y lucharía por tenerlo sin importa nada, talvez sonaría como capricho, pero era su decisión y Duncan debía respetar, porque después de nacer junto con su hermano ella fue bendecida.

Pero necesitaba buscar a la abuela de todos, hace años que desapareció, pero sabía que su corazón estaba desesperado por verla ella se mostraría y encontraría el camino.

Tomo un suéter, y esperaba encontrar las respuestas que aun quedaban huecas, en su cabeza.

Duncan corrió transformándose necesitaba sacar el aire contendió que ahogaba su garganta, aun en su forma de lobo no pudo evitar que las lágrimas salieran de sus ojos dorados, no quería perder a su compañera de vida, que era lo que le estaba ofreciendo para aceptar, vio aun mujer de cabello blanco sobre la orilla del lago, frenando hasta caer entre la tierra

La cara de esa mujer conocida, solo mostraba algunas arrugas en su frente, la edad había consumido su belleza.

_Tu...

Ella sonrió al ver a uno de sus hijos, con tanta desesperación en su corazón, la tristeza abarrotando su estado emocional.

_Veo en tus ojos la tristeza, no me gusta ver a mis hijos de esa manera, dime que es lo que pudo hacer por ti, sabe que no puedo negarle nada a mis hijos

Duncan estaba observado como ella caminaba y le da esa sonrisa que no podía odiarla a al contrario al verla trasmitía la tanta paz en su interior el odio y el rencor fue borrado de la faz de la tierra.

Se derrumbó quedando de rodillas, sus manos sobre la tierra, el toque de la mujer en su hombro lo hizo ver más allá, nublando su vista quedó en blando sus ojos, que movían con desenfreno.

La vio ahí en la orilla del mar, su cabello castaño moviéndose por la brisa del aire y el aire fresco, grito su nombre con fuerzas, pero no la escuchaba, corría con velocidad, pero entre más estaba cercas más se alejaba, soltó un aullido fuerte que resonó haciendo eco por el lugar, logrando que ella volteara, quedo inmóvil al ver su vientre abultado y como ella mostraba una sonrisa.

Quiso tocarla, pero al hacerlo su camisa fue jalada con fuerza volteando su rostro, pero no había nada hasta bajarla la vista.

Un niño de ojos de color y cabello oscuro le sonrió pidiendo sus manos, lo alzo entre sus brazos, y como el pequeño señalaba hacia donde estaba Amaya, Duncan la vio florando encaminado hacia la luna con su vientre resplandeciendo una luz.

Sus labios se movieron diciéndole que regresara, que no estuviera triste, pero tenía una misión en esta tierra y eso era que todos fueran purificados.

Despertó solo y como las aves cantaban, el sol calaba su rostro, tenía un dolor en su echo era como si algo cargara, pero era la angustia desesperante, como pudo se puso de pie necesitaba abrazarla decirle cuanto la amaba, y que sin importa nada la amaría hasta la eternidad de los tiempos.

Amaya estaba algo cansada, no pudo encontrar el lugar donde antes vivía la abuela, tenía tantas preguntas, pero tal vez en otro momento ella apareciera.

El aroma de Duncan estaba cercas, se giró ahí estaba el corriendo hacia ella, la loba apenas pudo decir su nombre cuando la aprisiono entre sus brazos, devorándola a besos, los cuales ella correspondió sin entender la actitud del supremo, pero sobre todo sin importa nada la desnudo con fuerzas desesperado por sentirla de nuevo, siendo testigo el cielo azul.

Movió sus caderas de enfrente hacia atrás, Duncan la sostenía mientras observaba e cuerpo de su mujer, movió su pelvis hacia arriba logrando que ella se abalanza en perfecta sincronía, hasta correrse. dejando su esencia dentro de ella

La loba cayo en sus brazos, con la respiración agitada, era la primera vez que Duncan mostraba la necesidad frenética de tomarla de esta manera al aire libre.

_Duncan_ dijo ella agitada

_No digas nada Amaya, solo quiero tenerte así,

Ella sonrió, dejándose abrazar por el supremo, su compañero su único amor ya pesar de que no era expresivo lo amaba de esa manera

_Te amo Amaya, te amo sobre todas las cosas, y todo este durara hasta la eternidad

Ella sonrió cerrando los ojos, y escuchando como el expresaba su amor a su manera.

Con este capítulo entraremos en la actualidad en la de Muriel

Destinados El alfa supremo libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora