Parte 14

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Ian sabia perfectamente bien que le agradaría volver a pinta, tenia se mágico don, había perdió tantas cosas, por estar con Duncan, sabía que debía también necesitaba tiempo para ella.

Abraham era un hombre con un ángel, su sonrisa era contagiosa, tenía las mismas cualidades y nociones que Amaya se había plantado siempre. Desde que se conocieron habían creado un fuerte lazo, de amistad, pero para el castaño se había quedo helado al verla era muy hermosa Amaya, pero Ian le advirtió con cuidado porque su hermana estaba perdidamente enamorada de alguien más y esperaba su regreso.

_Entonces que te parece, crees que le falte un poco más de azul aquí_ dijo Amaya al referirse a las olas del mar

_para mi esa perfecto, aunque si solo un poco hermosa_ dijo señalando cierto punto

_ tienes razón, quedo perfecto

Había apodo el año, en un abrir y cerró el tiempo volvo para ella, tal vez si estuviera encerrada en su cuarto el tiempos seria lento y desesperado, pero ahora que pintaba perdía la noción de todo su alrededor.

_Hablo el señor Melindre, y no adivinas que quiere

_no lo sé, _ dijo ella incrédula

_Quiere que tus pinturas estén en una explosión de arte como vez_ dijo emocionado

Amaya no podía creerlo era enserio, miro su pintura, acaso había tocado el corzo del señor, cada obra plasmaba sus emociones, pero todo era un reflejo de su lobo que la había abandonado, lo extrañaba, preguntándose donde estaría, porque la dejo en un momento tan doloroso.

No fue el único que perdió ese día, ella lo sintió y acune no pudo derramar una lagrima por su bebe no nacido no quiere decir que no lo amaba, era solo que ese sentimiento quería compartirlo con Duncan, una lagrima salió, Abraham lo noto limpiándola.

_Pasa algo Amaya

Ella negó, después de tanto tiempo era como si estuviera a punto de explotar ese vaso de agua, quería ser fuerte. Sobre todo ahora, aun sus análisis indicaban que sabe todavía delicada, debía tomar medicamentos, y sin Duncan no podía sanar de nuevo. Muriel la lastimo tanto, y no lo odiaba estaba en su naturaleza.

Cada ser tiene algo especial y por mas que sus familia se empeñó a odiarlo ella no quiso, era su familia era su sangre también, tal vez lo justifico demasiado, tal vez no enrecia que aun sintiera afecto por su primo, pero no hacerlo porque el simple hecho que el no tiene la culpa por nacer con algo en su interior, sabía que había nobleza, esta con un caparazón y con el tiempo tal vez sanaría. Todos merecían una oportunidad

_Amaya te quedaste pensando

_oh, descuida dile que sí, para cuando seria la exposición

_En un mes, te parece si vamos viendo que cuadros estar en la exhibición

**

Duncan estaba irreconocible, su barba había crecido, fue hasta la montañas nevadas, nativa estar solo, como pudo ser tan idiota, no pudo protegerla, la arriesgó, verla ahí en el bosque sangrando fue demasiado, tanto que no lo soporto.

Ahora no tenía cabeza para regresar, la había abandonado, cuando más lo necesitaba, solo salió de ahí, sus pasos no se detenía y entre más lo hacía estaba cada vez más lejos de su hogar.

Solo esperaba que un día lo perdonara.

Se derrumbó sobre aquellas piedras, donde el rio cruzaba, cerro los ojos, y solo podía ver el rostro de Amaya sonriéndole, sus ojos hermosos, quiso alzar su amo para tocar pero se desvanecía , volviéndolo llevar a la realidad

Porque etas aquí

Escucho una voz que lo hizo despertar

Dime hijo porque estas aquí

El lobo movió su cabeza ambas partes buscando de donde provenía esa voz, era tan familiar

_ ¿Quién eres?_

Pero no encontró respuesta, los días pasaron volviéndose semanas, solo salía a pescar, se había vuelto salvaje, perdiendo cada vez su esencia humana.

No envidia porque la vida era tan cruel con él, había sido criado con amor, junto con su hermana Blenia. Jamás vivieron hacer una familia.

Tal vez tantos años vividos, que no recuerda ni su edad con exactitud, tantas experiencia sobre todo donde estuvo a punto de morir, sobre aquella tierra, tomo sus manos el suelo terrosos, y vio aquella mujer con un sonrisa en sus labios apunto de atravesarlo con la espada, cerró los ojos, pero el impacto nunca llego.

Abrió los ojos aun mirando la tierra, aun respiraba. La mujer fue llevada a la fuerza por otros seres como ella.

_Deberías tener cuidado, supremo, jamás pensé ver uno con mis propios ojos

_Debiste dejar que me matara

_tal vez tengas razón, pero me sentí benevolente, esta guerra no tiene sentido y lo sabes, sobre todo cuando caites en la trampa, de tu ira no solo tu perdiste yo también

_Que puede perder alguien como tu

_la vida_ lo vio sentarse enfrente de el

No entiende porque lo salvo, deseaba morir, muchos murieron tantos lobos, tantos seres

_Deberías buscar a tu hermana, no siempre podrá huir de Trulio, sabes que un oscuro no se cansa jamás, hasta tenerla de nuevo

_Te prohíbo que hables de mi hermana

_No estás en condición de prohibirme nada, ahora estas en deuda, tal vez es porque me dio lastima ver que tan fácil te entregas a morir, tal vez es porque a pesar de verte trasmites ese vacío y tal vez es porque deseo verte solo por el mundo, todos perdimos algo, a mí me lo arrebataron perdí más que tú, antes de ustedes, las cosas estaban en orden pero viene ese oscuro y causa un caos así que tú y yo estamos igual es algo que ambos tenemos en común, pero no lo olvides supremo, siempre el equilibrio debe mantenerse.

Tal vez tenía razón, aun quedaba un largo camino, cuanto tiempo estuvo perdido, se vio su reflejo en el agua, no era ese hombre de antes, lavo el cuchillo cortando su barba, hasta volver a su apariencia de antes, no pudo evitarlo soltándose a llorar, era un débil, dejo sola a su compañera, pero el motivo era que no deseaba verla morir, lo sabía el corzo de Amaya era tan puro que daría su vida , lo había visto y como sus hermosos ojos se apagaban sobre esta tierra.

Sintió el tacto de una mano en su hombro, dejándolo paralizado.

_No debería estar triste, eres fuerte Duncan sé que lo eres

_madre_ sus labios se movieron

No podía creer que escuchara la voz de madre estuviera ahí, no podía verla pero si sentirla, de derrumbo, ante sus palabras, nunca los abandono, estaba en sus corazones, Duncan no podía creerlo, se abrazó a sí mismo, tenía tanto dolor, en su alma pero esa voz de su madre lo alentó, comprendió que estaba tan equivocado , que necesitaba regresar.

_Sé que puedes amor, ella es tan especial _ fue lo ulmo que escucho_ no te lamentes por la muerte de tu hermana, el destino estaba escrito desde antes que ustedes naciera._ desapareciendo en un susurro

Sabía que se refiera Amaya, debía regresar y pedirle perdón por ser tan egoísta y solo pensar en su dolor y no el de ella, su compañera siempre estuvo para él y solo se lo agradecía huyendo de ella

Se pudo de pude pie, observo el lugar, que corrió por la nieve hasta transformarse en que lobo blanco de ojos azules, sus cuatro patas se hundían en la nieve, saltando, y como su pelaje brillaba ante la luz de la luna, solo deseaba ver los ojos de Amaya, encestaba enterrar su apodo y pensar en el presente y no importa cual fuera el destino trataría de cambiarlo.

Amaya era su luna y no solo eso sería la madre de todos los lobos.

Destinados El alfa supremo libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora