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No estaba muy convencida cuando acepte ir con Mario a la fiesta de un completo desconocido pero mi esposo llevaba días enfocado en el trabajo y los partidos de futbol junto a sus amigos, cosa que a mi me dejaba absolutamente aburrida en casa. 

Un matrimonio de 9 años, donde últimamente la monotonía era lo principal. Tampoco vengo a hacerme la santa, adoro ir a fiestas cada semana si es posible. Beber hasta caer y llegar haciendo escandalo a casa. En cambio mi esposo se ha alejado de ese mundo, siendo que cuando nos conocimos no faltaba fiesta sin nosotros. 

Lo entiendo, no lo culpo por no seguirme el paso. Incluso no me hace mucho problema cuando salgo y llego hecha un desastre a casa.  Y enserio no me malentiendan, le amo, pero necesito estas pequeñas "distracciones" de vez en cuando. 

Agradezco que no hemos tenido ningún hijo, ya teniendo 34 años siento que aun no soy capaz de encargarme de un "mini" humano. Mi esposo tampoco le intereso la idea de tener, por lo que nunca nos pusimos en campaña para ello. 

-¡Vamos Sara! Sube rápido maldita, mi amigo dijo que habría bastante para tomar en su casa- Dijo Mario por la ventana de su auto. 

-Ya voy, no me aceleres de todas formas vamos a llegar- Me acomode luego de saludarle con un abrazo

Mario es mi amigo desde la universidad, es un tipo obeso con una frondosa barba de metalero, aunque el dice que no le gusta esa música, su pelo ondulado y oscuro siempre va acorde a su barba. Soltero, con un gran corazón, creo que en un momento le guste pero comprendió que no era de mi interés y me ha apoyado desde entonces, en especial con todo lo que tenga que ver con fiestas.

 Llegamos a una parcela un poco alejada de la ciudad, algunos arboles y una gran reja de entrada. Se podía ver como la fiesta ya había comenzado, muchas personas bebiendo y fumando, al fondo estaba una piscina donde algunas parejas se besaban sin filtro. 

Eran las 1 de la mañana cuando la situación empezó a desenfrenarse. Muchas personas hacían concursos para ver quien bebía mas, cantaban totalmente ebrios e incluso se podía escuchar algunos vidrios rotos. Me concentre en beber y conocer personas, muchos tipos me coquetearon y aunque al comienzo les evite ya después de un tiempo los incitaba a hacerlo, siendo que ni tenia intención de tener sexo en ese momento

Siendo las 3 de la mañana el ambiente se puso mas travieso, se podían escuchar parejas haciéndolo en las distintas habitaciones, algunos en la piscina e incluso entre los arbustos. De seguro ni sabían de su alma, estaban todos borrachos. Ahí me di cuenta que tenia mucha resistencia ya que solo me sentía un poco mareada, pero lo normal en mi. 

Mario que ya llevaba tiempo seduciendo a una chica, consiguió que se la chuparan por lo menos. Por mi lado el grupo de chicos que intentaban coquetearme se rindieron o se fueron a vomitar por beber tanto, a excepción de uno que fue mas persistente. Nunca supe su nombre pero era gracioso. 

Conversamos hasta que las palabras fueron intercambiadas por besos. La verdad beber me pone caliente, y esa no era la excepción. El chico me llevo a un lado mas tranquilo, un sofá cerca de la piscina, donde el alcohol no hizo falta. 

En un momento los besos cesaron y mantuvimos una tranquila conversación, pero me vi interrumpida por una traviesas mano en mis muslos. Era el chico que no quería una simple conversación 

En vez de decirle algo me hice la desentendida para ver hasta donde llegaba. Primero me acaricio los pechos hasta apretarlos como si fueran juguetes anti estrés, posteriormente bajo sus manos hasta el final de mi vestido con las claras intenciones de subirlo

Me moví un poco provocando que se asustara, pero le mostré una sonrisa para que siguiera en lo suyo. Creo que mi idea dio resultado ya que tenía su mano nuevamente en mis piernas intentando subir mi vestido. 

Obedeciendo a la amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora