Desde esa tarde se hizo bastante costumbre que ella apareciese para tomar a Ricardo e irse al cuarto, hay días donde si dejaban la puerta abierta como días que no.
El respeto que me demostraba antes Marie fue desapareciendo cada vez mas, solo me daba ordenes con su tierna voz, acto que me hacia estremecer y humedecerme. En parte me sentía tonta por ser tan débil y provocarme con algo tan sencillo, pero otra parte de mi deseaba cada vez mas.
-¡Sara!- Escuche gritar desde el segundo piso
Me apresure al llamado y me coloque en la puerta, pude ver a Ricardo colocándose la ropa mientras Marie aun seguía desnuda en la cama.
-Tráele algo a la princesa, tiene mucha sed- Me dijo mi esposo, no dije nada y me gire para volver a la cocina
-Y algún dulce o chocolate. No te tardes- Agrego Marie
-Si, de inmediato- Soné como una sirvienta de la casa
Cada vez pasaban mas tiempo juntos y sin necesidad de invitarme, salían noches enteras donde Ricardo volvía en la mañana siguiente
-Estaba pensando en darle una copia de la llave a Marie- Me sorprendió una mañana Ricardo
-¿Espera que? ¿Por que le darías una copia?- Consulte
-Es obvio, ya pasa mucho tiempo aquí. No puede estar tocando la puerta como una extraña-
-Pero...- Intente agregar algo
-Le daré una copia y punto. ¿Entendido?- Mi esposo lapido con su voz
-Si, entendido-
Este ultimo tiempo nos había cambiado, nuestra relación iba disminuyendo. Mi actitud había sido alterada, ya no respondía como antes, no era tan extrovertida ni preponderante, en especial con este par no podía decir que no o alzar la voz, no podía lograrlo. Por otro lado mi esposo había tomado un poco mas de control, su tono era mas dominante y avasallador, hace tiempo que no sentía que hablábamos de igual a igual, era como un jefe en la casa.
No había día que no apareciese Marie en la casa, de apoco se comportaba como la dueña de casa y a mi como la sirviente de la misma. Comenzaron a follar en cada lugar de la casa pero nunca me permitieron verlos, solamente oírlos
-Lo haremos aquí, así que sara ve al cuarto hasta que terminemos- Ordeno Marie besando a Ricardo
-Si Marie- Me levante del sofá y subí al cuarto, podía escuchar como a mis espaldas ya empezaban los gemidos y jugueteos
Tras cerrar la puerta de la habitación fui por mi vibrador, me quite el pantalón y lo coloque al máximo contra mi clítoris. Al subir a la cama pude sentir a mis pies una tanga que claramente no era mía, la tome y la acerque a mi cara, olía al perfume que siempre llevaba puesto Marie.
Mire a la puerta, esperando que ninguno de los dos viniera pero de seguro estaban bastante ocupados, por lo que seguí moviendo el vibrador contra mi ser mientras que con la otra mano intente hacer una bola con la tanga e introducirla de apoco en mi vagina.
No era la gran cosa pero lo suficiente para ayudar en mi estimulación, la pequeña ropa interior de la amante entro por completo en mi, ocupando un lugar que amaba estar lleno. Sumado a las vibraciones no tarde en correrme, la tanga se salió un poco pero la volví a introducir en mi interior para otra ronda.
En eso escucho como alguien sube las escaleras, es cierto, me había concentrado tanto en acabar que no me percate que efectivamente los gemidos se detuvieron. Me apresure a esconder el vibrador y colocarme el pantalón.
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Obedeciendo a la amante
Fantasía¿Hasta que punto se puede aceptar la fantasía de la otra persona? ¿Llegarías a aceptar que una fantasía cambie todo tu matrimonio? ¿Aceptarías tu nuevo ser? Relato erótico fantasioso. Sara, acepta cumplir la fantasía de su esposo, estar con una muje...