Decidí dejar la ropa interior en el mismo lugar que la encontré, para que Bárbara no se dé cuenta de que lo había descubierto. Me coloqué el traje negro que estaba sobre mi cama, no era como el que suelo usar en casa, era más elegante con unas líneas blancas a los lados, pero de todas formas tenía que usar un cintillo blanco en la cabeza.
-Bueno, seré una cebra por un tiempo- Resople mirándome al espejo de la habitación, de todas maneras el traje hacía resaltar mi trasero. Aproveche para sacarme una foto para enviársela a Marie.
La cocina era otra locura, prácticamente era del tamaño de nuestra sala principal, incluso diría que un poco más grande. Había unas cuantas personas preparando cosas, muchas ollas y alimentos, cualquiera diría que me equivoque de casa y entre a un restaurante.
-Sara, en este trabajo las sirvientas siempre van de a dos. Trabajaremos juntas de ahora en adelante- Comento bárbara a un lado de la mesa, junto a unos platos ya preparados
-De acuerdo bárbara
-Dime barbi, bárbara solo me llaman los señores
-Disculpa, barbi
-Vamos a ir a dejar el desayuno al señor y señora en la oficina- Apuntando a los platos en la mesa -Estate seria todo el momento, no importa que suceda
-¿Por qué dices eso?
No me respondió, solo me paso la bandeja con los platos, luego tomo otra bandeja y empezamos la caminata. Me resulto sencillo la acción, ya que muchas veces necesitaba llevar la comida a la cama a mi ama.
Antes de llegar a la puerta barbi se detuvo, sin algún comentario de ella preferí imitarle y me coloqué a su lado. Con la pausa, creí lograr escuchar algún ruido extraño, pero me distraje al ver como mi compañera movía sus piernas.
-Vamos, sara. No olvides lo que te dije
Abrimos las puertas con una sola mano y entramos en la oficina, que hace algunos minutos había estado por primera vez, pero en esta segunda visita al lugar el ambiente era completamente distinto.
Intente inmutarme frente a lo que mis ojos presenciaban, nada más eleve mis cejas y seguí a bárbara.
-Aquí están sus desayunos de hoy señor y señora- Comento bárbara dejando la bandeja en el escritorio principal. Yo como toda principiante le seguí, imitando su acción. Me quede a su lado parada observando la escena
Héctor se encontraba desnudo de ombligo para abajo, con la señora Olga haciéndole un oral, todo esto en un sofá negro. El caballero únicamente observaba su teléfono mientras la mujer seguía con la acción.
Por la nula reacción a nuestra presencia de la pareja supuse que esto era pan de cada día en la casa. Fije mi mirada en la boca de Olga, succionando el pene de su marido sin pena frente a nosotras.
-Chicas, tráiganme mejor un café para acompañar el desayuno- Ordeno Héctor
-Si señor- Respondimos al unísono
-Ah y chicas, preparen el baño en unos minutos me iré a dar una ducha relajante- Ordeno Olga tras liberar el pene de su boca, pero solo para decir dichas palabras luego volvió a su tarea
-Si señora
-Pueden retirarse- Finalizo el señor Héctor
Salimos del cuarto y cerramos las puertas tras de nosotras. Me fijé en la cara de bárbara buscando alguna explicación a lo que mis ojos presenciaron, pero solo recibí una expresión placentera y rojiza.
-Sara, ve al baño que está abajo, en el pasillo frente a la escalera. Vas al fondo y prendes el jacuzzi de la señora, agrégale algunas gotas para que salgan burbujas y regresas a la cocina. Iré por el café del señor.
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Obedeciendo a la amante
Fantasi¿Hasta que punto se puede aceptar la fantasía de la otra persona? ¿Llegarías a aceptar que una fantasía cambie todo tu matrimonio? ¿Aceptarías tu nuevo ser? Relato erótico fantasioso. Sara, acepta cumplir la fantasía de su esposo, estar con una muje...