Capitulo 9

1.2K 102 41
                                    

EREBUS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EREBUS

«Maldita sea»

Había llegado hace dos horas a la ubicación que mi aparato de rastreo me daba. Desde que Luce había contestado el mensaje, tenía total acceso a su gps actual.

No sabía que hacían yendo a una discoteca de casi gente rica pero no cuestioné hasta entrar en ella y pararme en la baranda del privado aparte. Donde nadie estaba o nadie me podía ver.

Acechando desde las sombras.

Tomaba de un licor que desconocía cuando vi la escena más ardiente y atractiva considerando mis objetivos.

La maldita rubia que había perseguido para matarla y acabar de una vez por todas, estaba en el escenario bailando con su culo perfecto redondo mostrándole y parándole la polla a cada uno de los tíos de ahí.

Mi amarre en la baranda de hizo firme e ignoré todo observando la escena casi que hipnotizado de sus movimientos, de su sonrisa, de sus curvas. Era casi imposible dejar pasar por alto aquel espectáculo, y no solo aquello corría por mi.

Su cabello era dorado y con algunas ondas sueltas que adornaban su espalda desnuda. Llevaba un vestido que resaltaba sus largas piernas y sus senos seguramente perfectos para mis manos. Y...

Mi móvil sonó. Rodé los ojos y sin despegar los ojos de la diosa destructiva, contesté sin ver quien era.

Erebus—Ivan sonó al otro lado. Me tensé un poco al pensar que iba a matar a su pequeña obsesión sin su permiso.

—Padre—le saludé con mi voz que se había transformado a una ronca y grave.

Mis ojos seguían recorriendo a la griega que se movía expertamente, su vientre plano, su rostro feliz. Cuánto daría por agarrarla de las piernas y abrirlas para...

Zion me dijo donde estas. Ni se te ocurra tocarla. Esa presa es mía—dijo con un tono grave y autoritario.

—No se de que hablas—mentí.

Erebus, tienes sangre Volkov en tus venas—recriminó mientras seguía perdido en las curvas de aquella hija de puta—. Se que eres capaz de hacerlo, pero no me va a tiritar la mano si la matas. Piensa bien tus decisiones.

Y luego el corte. También vi tres mensajes de Arman, el hijo de Pavel—muerto gracias a la rubia—que me había escrito.

ARMAN: gánate su confianza. Líate. Follatela. Distráela un par de horas. Tengo un plan, y no me falles.

Y con aquello no dijo más. Me pregunté que haría al saber que aquel tipo vino conmigo a Estambul tras ver mi plan. Pero Arman estaba loco, peor que yo, solo pensaba en su padre muerto, y en vengarlo matando a la rubia de la forma más retorcida que existe.

Pero no necesité que me lo dijera dos veces para hacerlo, alguna cosa o información podría sacar de ella.

Mi padre por otro lado, estaba obsesionado. Cada vez que le escuchaba hablar con Inna hablaban de Luce y de una Maia, ambas con el mismo apellido, aunque aquello me sonaba extraño.

Sombras en poder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora