EREBUS
«Maldita sea»
Había llegado hace dos horas a la ubicación que mi aparato de rastreo me daba. Desde que Luce había contestado el mensaje, tenía total acceso a su gps actual.
No sabía que hacían yendo a una discoteca de casi gente rica pero no cuestioné hasta entrar en ella y pararme en la baranda del privado aparte. Donde nadie estaba o nadie me podía ver.
Acechando desde las sombras.
Tomaba de un licor que desconocía cuando vi la escena más ardiente y atractiva considerando mis objetivos.
La maldita rubia que había perseguido para matarla y acabar de una vez por todas, estaba en el escenario bailando con su culo perfecto redondo mostrándole y parándole la polla a cada uno de los tíos de ahí.
Mi amarre en la baranda de hizo firme e ignoré todo observando la escena casi que hipnotizado de sus movimientos, de su sonrisa, de sus curvas. Era casi imposible dejar pasar por alto aquel espectáculo, y no solo aquello corría por mi.
Su cabello era dorado y con algunas ondas sueltas que adornaban su espalda desnuda. Llevaba un vestido que resaltaba sus largas piernas y sus senos seguramente perfectos para mis manos. Y...
Mi móvil sonó. Rodé los ojos y sin despegar los ojos de la diosa destructiva, contesté sin ver quien era.
—Erebus—Ivan sonó al otro lado. Me tensé un poco al pensar que iba a matar a su pequeña obsesión sin su permiso.
—Padre—le saludé con mi voz que se había transformado a una ronca y grave.
Mis ojos seguían recorriendo a la griega que se movía expertamente, su vientre plano, su rostro feliz. Cuánto daría por agarrarla de las piernas y abrirlas para...
—Zion me dijo donde estas. Ni se te ocurra tocarla. Esa presa es mía—dijo con un tono grave y autoritario.
—No se de que hablas—mentí.
—Erebus, tienes sangre Volkov en tus venas—recriminó mientras seguía perdido en las curvas de aquella hija de puta—. Se que eres capaz de hacerlo, pero no me va a tiritar la mano si la matas. Piensa bien tus decisiones.
Y luego el corte. También vi tres mensajes de Arman, el hijo de Pavel—muerto gracias a la rubia—que me había escrito.
ARMAN: gánate su confianza. Líate. Follatela. Distráela un par de horas. Tengo un plan, y no me falles.
Y con aquello no dijo más. Me pregunté que haría al saber que aquel tipo vino conmigo a Estambul tras ver mi plan. Pero Arman estaba loco, peor que yo, solo pensaba en su padre muerto, y en vengarlo matando a la rubia de la forma más retorcida que existe.
Pero no necesité que me lo dijera dos veces para hacerlo, alguna cosa o información podría sacar de ella.
Mi padre por otro lado, estaba obsesionado. Cada vez que le escuchaba hablar con Inna hablaban de Luce y de una Maia, ambas con el mismo apellido, aunque aquello me sonaba extraño.
ESTÁS LEYENDO
Sombras en poder
RomanceMaia Afrodita Zabat. Alguna vez en su vida fue una niña inocente. Una atacada por la oscuridad. Una víctima del macabro y perfecto Leonardo Romano. Pero, la gente cambia. Y tras una gran historia llena de sufrimiento, sudor, sangre, sacrificios y g...