Capitulo 11

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MAIA

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MAIA

Bajé las escaleras corriendo y con mi corazón bombeando sangre a todo dar, casi dejándome sorda por el pulso. No sabía si eso o la música era peor, pero estaba aterrada por mis amigos.

Aunque no habían bebido más que el shot del comienzo, ellos no estaban al pendiente de los hombres de Erebus. Y la sola idea de bajar y no encontrarlos me pavorecia.

Por otro lado, no sabía que había sucedido en exactitud hace unos minutos... estaba haciendo un asqueroso trato con mi enemigo.

El me pedía secuestrar a la hija de Rose, a cambio de que el me daría la entrada libre al lugar. Había algo que el no me había comentado del porqué de sacar a esa niña de ahí, pero en realidad me convenía hacer este intercambio mientras no se fuera más allá del límite.

Pude detectar la inseguridad en su tono de voz, aunque era artificial, al ver que dudaba de su propio padre, y eso solo me daba ventaja sobre el...

El, simplemente el era una caja de sorpresas. Más cuando había sentido sus manos por sobre mi cuerpo caliente y abrasador, la hoja filosa en mi piel, sus besos húmedos y tentadores por mi cuello.

Mi cuerpo absolutamente me había traicionado, de la peor manera ante su tacto, ante su brutalidad sobre mi que había disfrutado a escondidas. Quería saber quien era, y que se dejara de esconder. Pero a la misma vez quería terminar con el y con la incertidumbre que me rodeaba.

Suspiré y tuve que distraer mis pensamientos de mis muslos calientes y húmedos que se rozaban por debajo de mi vestido... ahora sin bragas.

Traté de divisar a mis amigos pero la música estaba tan alta y fuerte, la oscuridad tan intensa que no sabía por donde empezar. Hasta que terminó la hora.

Las luces se encendieron, y las caras aparecieron.

—Nos vamos—ordené cuando Markus y Patrick estaban cerca. Ellos me observaron extrañados pero no dije más—. Ahora.

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—La Fortaleza Volkov está en la ciudad rusa Vladímir—empecé mientras me amarraba los arneses en mis muslos y pecho con fuerza—. Va bajo tierra. Tiene únicamente dos entradas. Para nosotros, una entrada y una salida.

Todos escuchaban mientras acomodaban las armas y los uniformes negros con los chalecos antibalas.

—Como sabes...

—Dije que averiguaría dónde están, y lo hice. No más preguntas.

Asintieron mientras Markus y Patrick se fueron a alistar las avionetas que nos trasladarían. Aterrizaríamos en Kommunar, una comuna cercana al terreno donde los Volkov habían estado construyendo su lugar.

Sombras en poder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora