Capítulo 1

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*POV Nathaniel*

Fue ese día, fue ese maldito día en que todo lo que tenía se acabó. Destrozado vagué tontamente por las calles de la ciudad hasta ir a ese asqueroso y oscuro callejón que hizo que toda mi vida se fuera a la basura.

Al ver esa escena, al ver cómo vendían drogas, sentí que iba a morir en ese lugar. Justo ese día fue que no tenía ninguna motivación para vivir, fue ese fatídico día en que nada me importaba.

Me amenazaron, como era de esperarse. Pero no dudé, y viendo desde lejos, fue lo mejor y lo peor que pude haber hecho. Les dije que podía ayudarlos, les dije que podía ser de utilidad, porque después de todo ya nada me quedaba.

Dudaron de mí evidentemente, por lo que durante semanas me tuvieron en la mira y al demostrar mi utilidad, comenzaron a usarme. Todo era tan...extraño, no me sentía yo mismo, era como estar en el cuerpo de otra persona, cada día veía mi reflejo intentando encontrar las partes que me hacían ser "yo" y no las encontraba.

¿Qué era ser yo? Mi yo del instituto era alguien creado a propósito para complacer a mi padre. El chico perfecto, el que era disciplinado y ordenado, el que no hacía nada malo y solo se concentraba en sus estudios. El recordarlo me hacía querer vomitar, lo repudiaba. Fue entonces cuando me sentí orgulloso de no parecerme a mi "yo" del instituto, me sentía satisfecho de ser exactamente lo contrario, me sentía bien.

Comencé con un cambio de look radical, desde mi cabello hasta mi personalidad. Comencé a crear otro yo, un yo que creía que era el verdadero, pero que realmente tampoco me representaba. Todos comenzaron a alejarse de mí, pero no lo sentí, ya que nunca había tenido algo similar a un amigo. Las únicas personas que alguna vez consideré "amigos" fueron; Armin, con el que compartí ciertos gustos, pero que se desvaneció tan rápido como agua entre las manos. Ambos no distanciamos, más aún con el hecho del término de instituto. Luego estuvo Sucrette, ella era alguien a quien le tenía mucho aprecio, me sentía en deuda con ella, después de todo estuvo en un momento sumamente caótico que hizo que mi vida cambiara para siempre. Ella era alguien especial para mí, pero se mudó unos meses después del discurso final de graduación, algo que nadie esperaba realmente y que dejó a más de uno con el corazón roto. Por último estaba él ¿Y qué decir de él? Realmente lo amaba, a pesar de todos los problemas y dificultades creí que estaríamos siempre juntos, sin embargo, comprendí que su lugar estaba muy lejos de mi lado. Me sentí destrozado y sé muy bien que me odia, pero no puedo dejar de pensar en él cada vez que cierro mis ojos. Creí que si no lo veía dejaría de recordarlo, que mis sentimientos tarde o temprano desaparecerían y no fue así. Todas las noches, si no tengo las típicas pesadillas con esos pandilleros, tengo sueños en donde estoy con él, sueño con lo que vivimos y con lo que pudimos vivir. Lo amo y es por eso que debo llenar ese vacío de alguna forma. No importa con qué, ya sean mujeres que veré por solo una noche o con tipos a los que no les importo en lo más mínimo mientras haga lo que diga, seguro que algún día lo superaré.

Era media noche, tenía que salir. Como siempre debía verme con ellos. No estaba asustado, solo molesto, ya estaba cansado de estar en esta situación. Pero tenía la esperanza de que pronto acabaría, aunque sentía estar en una encrucijada sin fin.

Caminando hasta el callejón, acercándome lentamente en el frío de la noche, un grito se escuchó. Corrí lo más rápido que pude y me llevé una sorpresa. Dos de los tipos intentando forzar a una chica, no tuve más remedio que meterme, no podía dejarla sola.

La reconocí. Su cara, su cabello, su voz, era ella sin dudas. Había vuelto, y estaba en la peor situación en la que podría reencontrarme con ella.

No quiso que la acompañara de vuelta, a pesar de que se notaba temblando un poco. Supongo que si le hubiera preguntado, hubiera dicho que era por el frío. No la acompañé, solo la seguí de lejos para que no supiera, además lo peor sería que la vincularan conmigo.

Al verla entrar a salvo me fui a casa. No podía hacer nada más por ella después de todo.

Por la calle vi como en cada rincón su rostro me atormentó una vez más. Los carteles se encontraban en cada lugar al que me dirigía y eso me irritaba. A pesar de eso, sentí una necesidad de ir a verlo, aunque su música solo fuera para ridículas grupies que gritaban a coro su nombre y se volvían locas con una mirada de él. Me reí en voz alta al pensar en eso.

Sucrette me vino una vez más a la mente, me sorprendía lo poco que parecía haber cambiado y a la vez lo mucho que debió cambiar para ella desde que se fue. Parecía más madura y seria, pero el don de intentar solucionar sus propios problemas sola a pesar de estar siempre solucionando los de los demás no había cambiado.

En cualquier caso, nuestro reencuentro hizo que mis recuerdos fluyeran tormentosamente en mi cabeza impidiéndome dormir una noche más.

Viendo el sol salir lentamente iluminando mi habitación me sacó del trace en el que me encontraba al pensar en todas memorias perdidas ya en la ciudad. Blanca comenzó a maullar en busca de caricias acurrucándose en mi hombro, sin darme cuenta me quedé dormido al escuchar sus ronroneos.

Al despertar me di cuenta de lo tarde que era, salí a toda prisa a reunirme con esos sujetos con una frustración increíble. Luego de ese encuentro la ira me invadió así que me dirigí al gimnasio de Kim para desahogarme una vez más.

Mi sorpresa fue grande al darme cuenta de quién se encontraba en él. La noté de inmediato, pero ella parecía ensimismada en su corredora, de todas formas, no era bueno hablar mucho con ella o podría involucrarla en algo mucho más complicado y que jamás podría manejar. Me mantuve sereno y frío y como si nada me importara, comencé a golpear el saco cada vez más fuerte recordando a esos imbéciles. Eso no duró mucho al percatarme de una mirada que se asomaba con curiosidad. Me reí en mi mente, no había dejado esa característica de querer saberlo todo.

Sabía que tarde o temprano hablaríamos por lo que me acerqué a hablar con ella, sobre todo para saber cómo se sentía realmente luego de lo ocurrido la otra noche. Unos minutos más tarde ya había terminado la conversación, no quería extender la plática mucho más de lo necesario y aunque se encontraba algo contrariada conmigo, ella tampoco insistió en seguir la conversación.

Al terminar mi cometido, me fui a despedir de ella. Intentaba no ser tan grosero como con los demás, ya que seguía sintiendo ese aprecio por ella, pero me di cuenta de que era un error, no debía mostrarme amigable o ella podría quedar involucrada en mis asuntos y eso era lo que menos quería. El que Kim se involucrara en la conversación me ayudó a desviar un poco la atención, así que solo hice unos comentarios y me marché de ahí, no sin antes molestar un poco a Kim.

Nuestra relación era algo así como una amistad, solo que ninguno de los dos hacía muchas preguntas o decía cosas sobre su vida privada, lo cual me era sumamente grato. Alguien así era raro de encontrar, además me dejaba usar el gimnasio a cualquier hora y yo a cambio le prestaba algunos de los libros policiacos que aún conservaba.

Me limité a pasar otra vez por los mismos lugares de siempre, esperando que esa nostalgia y ganas de verlo desaparecieran. Solo quedaban unos días para que él llegara a la ciudad, lo que me atormentaba más que cualquier cosa.

Aún te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora