Capítulo 29

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El ruido que habían hecho Jacob y Max en las alcantarillas de Funny Landy llamaron la atención de Alex y sus amigos, que estaban montando guardia en el tercer piso inferior, teniendo cuidado de no volver a encontrarse a la abominación en medio de aquella oscuridad.

— ¿Oyeron eso? —preguntó Marty a sus amigos.

Los otros dos guardaron silencio para prestar atención. Unos ecos sonoros provenientes de una rejilla cerca del suelo se estaban haciendo presentes.

— ¿Será él? —intentó adivinar Arthur.

Alex estaba concentrado en los ecos, hasta que escuchó la voz irreconocible de Max:

— ¡ESCÚCHAME!

Eso bastó simplemente para que Alex dijera:

—Están en las alcantarillas.

Acto seguido, el joven Morgan comenzó a caminar en medio de la oscuridad de Funny Landy mientras se oían los gritos desgarradores de los demás jóvenes que parecían ser atacados por aquella abominación.

Tanto Marty como Arthur tardaron en darse cuenta de que Alex se estaba dirigiendo a la habitación en donde se encontraban las botargas guardadas

— ¿Qué haces Alex? —preguntó Marty desconcertado.

—Iremos tras él. Entraremos a las alcantarillas —respondió decidido Alex.

Arthur y Marty se miraron a sí mismos, para luego decir:

— ¿Y cómo vamos a entrar ahí?

Solamente bastó un empujón a la botarga del duende Alastair para que Alex encontrara un mapa que le indicara la entrada directa a las alcantarillas.

—Ahí está la entrada a las alcantarillas —dijo triunfal el joven Morgan.

La entrada directa a las alcantarillas estaba en un tobogán dentro de la estatua de Bobie al otro lado del tercer piso.

—Hora de matar a Greevey —dijo Alex determinadamente.

* * *

Max y Jacob ya habían estado caminando por unos diez minutos aproximadamente cuando finalmente dieron con una puerta que dejaba pasar ese rayo de luz. La misma luz que ambos habían visto metros atrás.

Ambos se miraron a sí mismos y asintieron entre sí.

La puerta fue abierta por Max, quien enseguida reconoció el olor del aceite frito, que estaba empezando a combinarse con el olor de las alcantarillas en la que se encontraban.

Por lo que Max pudo deducir, es que aún faltaban seis metros más para poder bajar, ahora que recordaba el camino que estaba tomando antes de llegar a parar a las alcantarillas.

Eso explicaba el por qué aquel camino le había sido diferente al que había tomado junto a Freddie en el teatro abandonado.

— ¿Por qué huele a aceite frito? —preguntó Jacob desconcertado.

Max decidió no responder a esa pregunta. Su conciencia sabía muy bien que su amigo lo descubriría tarde o temprano.

—Hay que bajar —dijo solamente eso Max.

Cuando ambos estaban a punto de comenzar su bajada a través de otras escaleras que llevaban a un hueco desconocido, alguien lo sorprendió por la espalda.

Pronto se dio cuenta de que Alex Morgan lo estaba sujetando de la playera que llevaba puesta, dispuesto a matarlo a como diera lugar.

—Este es tu fin Greevey —murmuró tétricamente Alex.

La AbominaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora