Capítulo 10

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Una vez que llegó al baño, se metió a un retrete para sentarse. Había mentido a sus amigos que tenía ganas de ir al baño para solamente estar un pequeño tiempo a solas.

Tenía que intentar procesar toda la información recibida de parte de sus amigos. Esos rumores y teorías respecto a la regla principal de Funny Landy.

Mientras intentaba eso, tuvo la ligera impresión de que comenzaba a sentir algo de temor.

—Son solamente rumores. No hay motivos para creer que haya algo malo con este lugar —murmuró para sí mismo por lo bajo.

Tras estar unos cuantos minutos en su retrete, su cuerpo comenzó a tener verdaderas ganas de hacer del baño, por lo cual se quedó un poco más de lo que tenía contemplado estar ahí.

Cuando hubo terminado de hacer sus necesidades, estuvo dispuesto a salir del retrete del baño, aunque se detuvo por completo al percibir que no estaba completamente solo.

Los baños habían estado completamente desiertos desde que entró ahí. Ni siquiera cabía la casualidad de que algún otro visitante estuviera presente en aquella habitación.

A Max eso no le dio buena vibra, percatándose de que estaba sintiéndose igual que aquella vez en que tuvo su mala experiencia en la oscuridad del teatro abandonado de Funny Landy. Eso no fue de su total agrado en absoluto.

Abrió la puerta de su retrete para ver quién estaba en los baños acompañándolo, aunque no había nadie presente.

Eso no podía ser posible. Max juraría haber detectado la presencia de alguien más en los baños.

—Me lavo las manos y me voy de aquí —soltó el joven Greevey mientras se dirigía al lavamanos.

Cuando hubo terminado, escuchó claramente como uno de los cubículos de retretes recibía un golpe sordo, dándose la media vuelta para tratar de averiguar el origen de su sonido.

Todo parecía estar en orden. Sin la presencia de nadie más.

De seguro fue tu imaginación. No hay nada a qué temerle

Se dijo a sí mismo en la mente.

En fin, salió del baño con paso apresurado. Tenía que olvidarse de aquel asunto que comenzaba a ponerlo en suspenso.

Se detuvo en pleno pasillo que conectaba a los baños con la zona del restaurante de comida rápida, en donde se hallaban varios carteles de las mascotas de Funny Landy que indicaban con mayor precisión la dirección de éstos.

Primero se topó con el cartel del duende feliz, que su vestimenta irlandesa era de color verde esmeralda todo, absolutamente todo. Algunos mechones negros salían de su sombrerito verde esmeralda, mientras que en su rostro tenía su barba completamente fina.

Tras mirar aquella imagen, Max se dirigió a la imagen del payaso. Su traje abolsado tenía la división de los colores morado y verde. Sus zapatos enormes eran de un color negro con algunos detalles en rojo carmesí.

Los ojos de aquel payaso daban algo de buena vibra, aunque Max no tuvo la completa confianza con aquel personaje, desde que logró verlo bajo aquel árbol en las afueras de la escuela.

Dejó de lado a aquel payaso sonriente, pasó de una vez por todas con la imagen faltante, la del hombre pollo.

La vestimenta de aquel personaje era parecida al de un astronauta, lo cual explicaba para el joven Greevey la decoración de cohetes que había presentes en los murales de Funny Landy.

Mientras estaba analizando la imagen del hombre pollo, escuchó perfectamente el crujir de uno de los cubículos de retretes, dirigiendo rápido la mirada a los baños.

La AbominaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora