Still falling for you.

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La situación no podía ser peor. El titán acorazado tenía ahora dos prisioneros mientras un puñado de titanes perseguía a la tropa. Serene mataba a todos y cada uno usando sus poderes. Hasta el momento no había muertos, algo excepcional para la Legión.

—¡Nunca los alcanzaremos! —

El grito de impotencia de Sasha alertó a todos. Serena analizó cada una de sus posibilidades. Serían tres titanes inteligentes contra ella, pero Reiner no pelearía a menos que fuera necesario, él es el escape. Bertholdt no hace mucho como titán Colosal, es imponente, pero lento en este tipo de batalla. El problema principal es Ymir, y primero, habría que recuperar a Christa.

—¡Intentaré detenerlos! —

Serena informó a la tropa y con el viento golpeando su rostro, ese cabello rebelde y las ganas de salvar al mundo en el bolsillo, voló. De pronto, Ymir sacó a Christa de la boca, la pequeña rubia se encontraba envuelta en baba de titán. Serena se encontraba en el punto más alto del cielo. En aquella línea que divide a los seres celestiales de los simples mortales. La llama había tomado control de ella. Serena era imparable.

Se dejó llevar con la fuerza de la caída. Sus alas no se encontraban extendidas, estas moraban ocultas y ahora el ángel, era una bala.

Eren Jaeger despertó. Su cuerpo se sentía pesado mientras sus ojos dolían. Poco a poco se adaptó a los colores de alrededor. Y lo primero que encontró su mirada fue a la Legión siendo perseguida por un grupo de titanes. Sus amigos usaban su equipo para llegar a Reiner. No entendía qué sucedía. Ymir era un titán y ahora Christa estaba con ellos.

Con la rapidez de un guepardo, Mikasa hirió a Ymir en el ojo. Haciéndola sangrar inmediatamente. El grito de dolor de la titán retumbó en los oídos de Jaeger. Y en una maniobra de defensa, Bertholdt se escondió dentro del titán acorazado junto con Eren. La mirada asesina de la joven Ackerman estremeció a Bertholdt. Mikasa sabía qué hacer. Tenía que matar a Ymir primero.

—¡Espera Mikasa! — La pequeña Christa se usó a sí misma como escudo humano. —¡No mates a Ymir! —

—Eso depende de ella. — Mikasa respondió con calma. —¿Qué harás? Mataré a todo el que se interponga. ¡Elije! —

Esto ya no era una pelea de titanes contra la Humanidad. Eran guerreros contra guerreros. Y si de guerreros se trataba, Mikasa Ackerman era una de las mejores.

—¡Espera! — La pelinegra se colocó sobre la cabeza de Reiner. —Si no obedece a Reiner y Bertholdt, la matarán. ¡No tiene elección! —

La rubia se rehusaba a abandonar a su amiga. Se aferraba a ella como si su vida dependiera de ello.

—Hay un límite de vidas por las que me preocupo y decidí cuál era la principal hace seis años. — La mirada de Mikasa no reflejaba expresión alguna. —Así que pierdes el tiempo rogándome. —

—¡Háganse a un lado! —

Un grito proveniente del cielo interrumpió la conversación. Y como una bala, Serena apareció. Tanto Mikasa como Ymir, la cual tomó a Christa, saltaron de la espalda del titán acorazado. Y con la fuerza de impacto de mil demonios, Serena se estrelló contra Reiner. ¿Serena se había vuelto loca? ¿Acaso se lanzó desde el infinito sin la protección de sus alas? Lo hizo. Cerró los ojos y dejó su cuerpo fluir. Corría la posibilidad de morir en el impacto, era un ángel, pero ella no era el creador. No era inmortal. Solo era una chica que tomó al destino por los cuernos. El impacto fue tremendo. La tierra se sacudió una vez más. Un temblor que llegó hasta los cielos.

El creador se encontraba buscando a su hija por todos lados. Recorriendo cada centímetro del lugar. Tenía un plan, y Serena formaba parte del mismo, la necesitaba. El pánico los invadió durante las últimas horas hasta que esa vibración los alcanzó.

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora