Luz de Luna

And I'm here.

Durante miles de años, el reino de los cielos peleaba intensamente contra el reino de la luna. Ambos se proclamaban los legítimos dueños del universo. Se trataba de una guerra constante y sin sentido donde se perdían incontables vidas todos los días. Las muertes tuvieron un alto una vez que Jesús pisó la tierra, intentando traer paz a ambos mundos. Al Creador no le importaba la paz, el Creador quería apoderarse del territorio lunar. Contrario a la creencia popular, fue en esta guerra donde el primer primogénito del cielo murió, defendiendo a los seres de la luna.

El tiempo desvaneció las heridas de batalla y ahora ambos reinos existían sin perturbar la realidad del otro. Los seres de la luna dieron por olvidada esa batalla y se enfocaron en el resplandor de su comunidad. Los habitantes de la luna, conocidos como selenitas, contaban con rasgos particulares que los hacían destacar del resto. Su piel cuál blanca como copo de nieve, mientras que su cabello imitaba el color de la luna. Los edificios de cristal brillan como la esperanza misma. Los seres de la luna vivían en paz y harmonía.

Y aunque las heridas de guerra sanan y la historia se olvida. Los planes del Creador no cambiaron en absoluto. Más, deseaba más, tanto como sus manos pudieran sostener. Tan lejos como alcanzara su mirada. El creador quería tenerlo todo. Y con la llegada de una nueva reina, su plan se cocinaba lentamente.

Isadora era una joven reina, que no conocía el mundo. Una novata soberana que deseaba lo mejor para su pueblo y trabajaría día y noche para no defraudarlos. Pero aquellos sueños y esperanzas que la envolvieron alguna vez, se vinieron abajo tan pronto como conoció al Creador. Isadora cayó en sus garras, enamorándose de él perdidamente. Mientras que él, solo utilizó sus encantos para fabricar su plan maestro.

Con el pasar de las estaciones la buena nueva llegó. La reina Isadora estaba embarazada. Un suceso sin precedentes. Aquel bebé híbrido llevaría en sus venas la esencia celestial de los ángeles y la sangre guerrera de los selenitas. El ying y el yang fluyendo en armonía. La vida que crecía en el interior de la reina, era el puente de paz entre ambas naciones. El puente entre el mundo celestial, y el inframundo. Y mientras la mujer de cabellera blanca imaginaba un futuro junto al hombre que amaba y su bebé. El Creador edificaba otros planes.

La noche del parto, el bebé fue recibido por la luna y bañado con su luz. Una hermosa niña. De su cabecita se asomaba su cabello oscuro. Isadora la sostenía en sus brazos emocionada, admirando la rareza de su pequeña.

—Bienvenida al mundo, Serena. —

Pero la felicidad se esfumó como agua entre sus dedos. El reino de los cielos invadía al reino de la luna. Y las fuerzas celestiales eran comandadas por nada más y nada menos que por el hombre que la regente lunar llamaba el amor de su vida.

Esa noche la luna perdió civiles, soldados y parte de su felicidad. Esa noche, la hija de la luna fue arrebatada de su lado. Los siguientes años después, el conflicto entre ambas naciones continuó, ya no se trataba de territorio, era una batalla por la sangre real.

Pero el reino de los cielos era terriblemente catastrófico y con cada batalla, la luna perdía fuerzas. Morían cientos de guerreros, los cielos apenas tenían bajas. Fue entonces cuando la regente lunar tomó la decisión más difícil de su vida por el bien de su nación, Isadora renunció al ser que más amaba. Y con el paso de los años, acostumbro a ver a su crecer a través de la luz de luna.

—Tengo que volver. —

Tal y como su madre lo hacía, Serena observaba al capitán cada vez que la luna lo abrazaba. Cada una de sus cartas susurradas al viento, llegaban a ella. Y sus palabras, atravesaban su corazón, se sentía culpable de no volver inmediatamente, simplemente le fue imposible. Fueron dos meses los que le tomó recuperarse. Dos meses donde descubrió que todo lo que ella creía era falso. No venía del árbol de la vida, Jesús no murió en la batalla contra los titanes, tenía una madre y era la misma reina de la luna.