Before the storm.

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—¿Qué quieres decir con demonio? ¿No soy un selenita? —

Justo cuando creía que su vida no podía volverse más complicada, Isadora revelaba un secreto más a su adorada hija.

—Al principio de los tiempos, ángeles y demonios caminaban por la tierra. Él asesinó a los demonios, porque eran la raza superior. En medio de una de las muchas guerras, un pequeño grupo logró escapar, la evolución hizo lo suyo y nos encontramos aquí. La sangre lunar, es sangre oscura, pesada, maldiga si se lo preguntas a tu padre. —

—¿Eres un demonio? —

La ocurrencia de la heredera hacía reír a la monarca. Era más complicado que eso, la historia, era escrita por el Creador. Los demonios perecieron ante él, y sus descendientes, los selenitas, lo hicieron también. ¿Podría Serena cambiar un final ya escrito?

—La sangre de demonio corre por mis venas, aunque jamás he logrado alcanzar el punto máximo, nuestros cuerpos no pueden soportarlo. —Sujeto las manos de su hija con fuerza. —Tu eres diferente, en ti corre sangre celestial, capaz de regenerarse, tu cuerpo está diseñado para soportar fuerzas poco convencionales. Fuerzas inimaginables. —

El latido de su corazón era firme. Toda la construcción que tenía sobre sí misma, estaba incompleta. Durante toda su vida, tuvo la sensación que era algo más que la heredera del cielo, que no encajaba. Que sus aspiraciones eran más grandes que los deseos de su padre. La melodía de su vida estaba destinada a ser triste, pero ahora, poco a poco, esa melodía se convertía en una dulce canción.

—Me estas diciendo. — Observó a su madre con temor. —¿Que los selenitas no pueden acceder a su lado demoníaco porque los consumiría, pero yo sí?—Isadora asintió. El silencio consumía la habitación. Era demasiada información para procesar. —Imagino que él conoce esto. —

—Por eso te mantuvo a su lado todos estos años, te necesita. —

—¡Hoy es una noche especial, pero evitemos que los civiles se enteren! Demuestren que un soldado sabe comportarse. —

No tomó más de cinco minutos para que Sasha comenzara una pelea por la carne en la mesa. Atacando a quien quiera que se atravesara entre ella y su preciada meta.

—¡Alec detén a tu novia! —

Connie suplicaba asustado. El ángel jamás había visto a Sasha en tal estado. Él también estaba asustado. Serena observaba la escena divertida desde la mesa de Hange y Levi.

—¿¡Qué crees que haces mujer patata?!—

Uno de ellos gritó mientras la pequeña Sasha intentaba devorar el pedazo de carne. Levi suspiró cansado. Hange parecía demasiado entretenida con la pelea.

—Debimos conseguir más carne... —

Serena se quejó en voz alta. El ejército lunar observaba la escena con terror. Al principio, dudaron de las habilidades de los humanos en batalla. Ante lo que sucedía frente a sus ojos, descartaron la idea.

—Tu pueblo nos ve como bárbaros. — Levi se quejó en voz alta. —Esos mocosos van a matarme un día de estos. —

—Son chicos increíbles. — Serena buscó la mano del capitán debajo de la mesa. —Me reprocho a mí misma por arrastrarlo a una guerra como esta. —

Apoyó su cabeza en el hombro del pelinegro. Este guardó silencio. Tomando la mano de su amada con fuerza.

—Tus batallas, son las mías. —

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora