Always Doesn't Mean Forever (Severus Snape)

Capítulo Cinco: Dentro de Mi Cabeza.

El día pasó lentamente a medida que mi entusiasmo por el partido de Quidditch crecía. DCAO era insoportable, lo juro, Umbridge va a ser la causa de mi muerte.

La profesora Sprout no estaba aquí hoy, aparentemente estaba enferma, así que nos dieron trabajo ocupado mientras que la ayudante de la profesora se sentó allí y nos miró fijamente a nosotros. Marissa y yo comimos mucho en el almuerzo preparándonos para el partido de hoy. Luego llegó la hora de Pociones. Mientras caminaba hacia las mazmorras el estómago se me revolvía. Esta sería la primera vez que vería a Snape desde que me di cuenta de mis sentimientos hacia él. Entré en el aula vacía y me senté en mi escritorio jugando con mis dedos. Estaba nerviosa como el infierno y no podía entender por qué, ¡yo conocía a este hombre desde hace cinco años! de repente, todo había cambiado. Los estudiantes se comenzaron a amontonar y charlar en voz baja hasta que las puertas se abrieron y el profesor Snape entró con su ceño habitual. Cuando llegó a la parte delantera de la habitación, se dio la vuelta y nos miró.

-Hoy van a fabricar una cura para forúnculos, página 122 - Con eso se sentó en su escritorio y se ocupó. ¿Una cura para forúnculos ? Eso era de primer año, no obstante, comencé la poción, que se hizo en menos de cuarenta y cinco minutos. Aunque era fácil esto no impidió que la mayoría de la gente de fallara miserablemente. Una cura para forúnculos era una de esas pociones donde si su color no era exactamente el correcto te equivocaste. Snape caminó alrededor de las mesas refunfuñando algo sobre que todos eramos idiotas. Cuando él llegó a mí me miró a los ojos. Me estremecí.

-Señorita Knight, debo informarle que su segunda detención ha sido cancelada debido a los acontecimientos de la anterior - Miró a mi poción por un momento y se alejó. Sentí que mi corazón caía. Pero no debería haber esperado nada más de él. La verdad es que me había olvidado por completo de mi segunda detención. Pociones terminó y el día parecía no terminar nunca, ni siquiera podía quedarme quieta de la emoción. Nos liberaron una hora antes de tiempo debido al partido.

Actualmente estaba calentando en el campo de Quidditch, Draco alardeaba de lo rápido que el partido iba a terminar cuando atrapara la snitch. Idiota. Oí la voz de Madame Hooch llamándonos a formar un círculo, ella dio su discurso habitual y con un soplo de pito el juego comenzó. Me abrí paso por el aire para agarrar la Quaffle. Cuando me dirigí hacia la meta de Slytherin. El arquero de Ravenclaw parecía nervioso al acercarme. Tiré la Quaffle tan fuerte como pude. Oí "Diez puntos para Slytherin" y los aplausos de la multitud.

Así es como estuvo la mayor parte del partido. Por ahora había conseguido setenta puntos por mi cuenta y Draco todavía no tenía la snitch a la vista. Llegué a una posición aún sobre mi escoba, mirando a todos lados para ver si la podía ver en algún lugar. Mis ojos se encontraron con cierto profesor. Entonces oí gritos procedentes de la multitud, miré a mí alrededor para ver lo que estaba sucediendo. Ante mis ojos Marissa estaba cayendo en el aire a velocidades crecientes. Tiré la Quaffle que estaba sosteniendo y sin pensarlo volé rápido hacia ella. Estaba a un par de metros de Marissa y estábamos a quizá unos tres metros del suelo cuando salté de mi escoba y la agarré. Las dos caímos golpeando el duro suelo. Podía escuchar jadeos. Las dos nos acostamos allí por un minuto y traté de respirar. Había conseguido quitarme el aliento, pero eso fue todo el daño que pude ver. Vi a Marissa se puso de pie, parecía aterrorizada todavía. Entonces Dumbledore, Snape, Madame Pomfrey y Madame Hooch estaban detrás de ella. Dumbledore y Hooch la atendían a ella mientras Snape y Pomfrey se arrodillaron a mi lado.

-Alex querida, ¿Estás bien? ¿Puedes oírme? - Dijo Madame Pomfrey. Asentí con la cabeza y me senté respirando profundamente. Un minuto más tarde me levanté. Fui a tomar mi escoba cuando alguien se me adelantó.

-No señorita Knight ¡Es más que suficiente! - Dijo tomando mi escoba en sus manos.

-¿¡Por qué?!? - Grité. ¿Me estaba banqueando? ¿En serio?