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Rosé Pov

Mientras me marchaba pude escucharla gruñir a mis espaldas.

Mi cabeza daba mil vueltas y no estaba segura de sí era consciente de lo que había pasado hace no más de cinco minutos.

Me encontraba en un lugar entre la confusión y la realidad, me había quedado dormida en la biblioteca.

Quizá fue todo un sueño.

Claro, eso explicaría porque ahora mismo estoy empapada hasta los huesos.

¡Joder!

Nos habíamos liado en la alberca, y lo peor, accedí a ella en cuanto tuvo la oportunidad, es qué, ¿era yo tan fácil como parecía? O simplemente no me podía negar a lo que ella me ofrecía, nunca me habría imaginado ser tan descarada, pero hasta entonces no había conocido a Lalisa Manoban, barra diagonal, directora de esta institución.

Mi cuerpo se contradecía de manera vergonzosa, debería sentir tanto frío como para tiritar, en cambio un calor que no sabía como explicar brotaba de mi centro, aquel lugar en el que Lisa se había clavado sin permiso.

A paso acelerado y en silencio llegué hasta los dormitorios, suspiré tranquila cuando llegué a la seguridad de mi habitación, pero la tranquilidad no me duró mucho tiempo pues Seulgi me miraba como si me hubiera salido una segunda cabeza.

-¿Qué te pasó?- preguntó Seulgi cuando me vio llegar empapada.

-Solo un accidente, si me disculpas, iré a ducharme.

Me escaqueé cobardemente sin saber que inventar, tenía la cabeza muy ocupada, tratando de procesar lo que había sucedido.

No debería volver a pasar, no debí dejar que pasara en primer lugar.

(...)

Un nuevo día empezaba, pero mi mente seguía perdida en lo que había sucedido con Lalisa.

Después de mi platica con la almohada antes de dormir, había decidido que no volvería a caer bajo los encantos de Lalisa, y eso lo lograría evitando a toda costa quedar a solas con ella.

Como si eso fuera posible.

Después de todo, como encargada de este lugar podía pedir verme en cualquier momento en su despacho.

Pero cuando ese pedido no llegó empecé a preguntarme si estaría molesta por alguna razón conmigo, había pasado, desde el beso en la alberca, casi una semana y nunca hubo un acercamiento de Lisa, claro que siempre la veía, puesto que ella no dejaba de faltar a sus labores como directora y como tal supervisaba las clases y los diferentes aspectos del internado, pero no me veía y eso de alguna manera u otra me frustraba.

Nunca antes me había interesado llamar la atención de nadie, pero con Lisa eso era justo lo que quería hacer.

De repente mi falda era más corta de lo usual y pasaba más tiempo frente al espejo.

Lo único que quería parecer probar era que nadie me ignoraba sin razón aparente.

Y mientras mis cambios físicos cada día eran un poco más notorios, Lalisa brillaba por su ausencia y mi ego berreaba por su jodida atención.

-¡Chaeyoung!- llamó Jisoo desde la puerta de mi dormitorio-si sigues viendo ese jodido espejo por un minuto más me voy a desconocer-dijo de manera amenazante.

No me había dado cuenta del tiempo, y la pelinegra empezaba a desesperarse por mi tardanza.

-No sé de qué te quejas unnie, creo que tener a Nayeon por compañera de dormitorio te está haciendo ver fantasmas donde no los hay.

Desenfreno || Chaelisa G!PWhere stories live. Discover now