Capitulo 10

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Desde que Loki y Strange hablaron, se había notado un gran cambio en él hechicero supremo, a quién se le veía más cariñoso con Tony, sin embargo, parecía más pensativo y decaído cuando se quedaba solo, mirando a la nada con expresión abatida que confundía a todos, sobre todo al millonario, quién no entendía el porqué de las acciones de su prometido y su repentino cambio, que aunque le gustaba le desconcertaba y preocupaba enormemente, temiendo que el estrés de su boda y sus labores pudieran estar abrumándolo.

Tony suspiró mientras se dejaba caer en el sillón de la sala, pensando una y otra vez en la actitud que Stephen había tomado los últimos días.
Últimamente era más cariñoso que de costumbre, no había dejado de lado sus bromas y ese humor tan sarcástico y ácido que le gustaba a Tony, pero se había vuelto más cuidadoso y hasta más atento hacía a él y sus palabras, lo cuál debía aceptar que le desconcertaba, aunque le gustaba de la misma forma.

Él presentía algo... Sabía que Strange tenía algo, cuando veía sus ojos bicolor mirarlo de esa forma tan crítica y dura, podía notar cierta deseo por contarle algo, de cuestionarle algo que le aquejaba. Sin embargo, no entendía que era ese asunto, ya que cuando ambos se veían a los ojos, sólo le sonreía y después continuaba con lo que estaba realizando, fingiendo no entender la mirada curiosa avellana, aunque en el fondo sabía que lo hacía. Y si intentaba comentarle algo al respecto, él hechicero decía no saber a qué se refería y sacaba otro tema de conversación, evitando a toda costa que aquella declaración tan misteriosa se escapará de sus estrechos labios que habían sido sellados con un fuerte candado.

—Tony—él nombrado levantó la cabeza de inmediato notando los ojos azules del capitán estar posado sobre él.

—hey—exclamó sin ánimos y de forma algo seca, llevándose una mano a la cara para terminar de salir de su transe—. ¿Qué pasa?

—Quiero hablar contigo.

—Capitán no es por ser descortés, pero ahora no tengo cabeza para hablar sobre las misiones o las mejoras que podría tener el complejo—murmuró cansado.

—No quiero hablar sobre eso.

—¿Entonces?—preguntó alzando un ceja en signo de curiosidad.

—Es algo privado—respondió firme—. ¿Podemos ir a la sala de juntas y hablar allí sobre el tema?

—Porque no nos quedamos aquí—propuso con flojera—. No tengo ganas de moverme y mucho menos de levantarme.

—Por favor—Tony resopló y de mala gana se levanto del sillón, caminando hasta donde estaba su compañero de trabajo quien lo miró con profundo agradecimiento.

—No se tardé mucho—le pidió—. Stephen llegará en un rato y tengo que tenerlo al corriente con los asuntos de la boda.

Él hombre no respondió, pero su silencio fue suficiente respuesta para él inventor, quién la tomó con un "sí, esta bien". 

Anthony sonrió al darse cuenta de lo peligroso y maravilloso que podía ser un silencio, ya que siempre se le podría interpretar de una forma tan subjetiva y beneficiosa para aquel que fuera el remitente de tan magnifico gesto.

—Siéntate—pidió amablemente, a lo que él castaño cerró la puerta después de pasar y analizar todo a su alrededor, obedeciendo minutos después la petición del líder del equipo.

—Bueno—murmuró sin muchos ánimos—. ¿Qué sucede?

Steve suspiró nervioso mientras movía sus manos con cierta ansiedad y repitiendo constantemente la misma acción.

—No te cases con él doctor—soltó de forma seria—. No te vayas con él.

Él moreno se cruzó de brazos y lo miró con incredulidad, pero a la vez confusión, como si su brillante mente que a menudo resolvía ecuaciones monumentales e imposibles para los mejores matemáticos, no pudiera entender esa simple oración.

Destinados por una piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora