Capitulo 14

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A la día siguiente, cuando apenas el sol a penas escondía sus últimos rayos para despedirse por el ventanal del complejo, las primeras chispas naranjas de un portal comenzaba a anunciar el eminentemente aparición del hechicero supremo, quién no se había dignado a aparecer en toda la mañana hasta aquella hora, todo por instrucciones de la mejora amiga de su prometido, que le aconsejó aparecer cuando la noche llegara y él genio estuviera más tranquilo y dispuesto a hablar con él.

Él doctor caminó velozmente hasta la habitación del moreno, topándose al llegar ahí con el resto del equipo que lo miraba con desprecio.

—¿Qué hace aquí?—le cuestionó Steve molesto.

—No le importa—gruñó con la intención de acercarse más a la puerta, pero la única mujer que se encontraba ahí, se lo impidió interponiéndose entre él y su destino.

—¿Qué no le bastó con romperle el corazón ayer con tanto cinismo?

—Ustedes no son nadie para reclamarme nada—replicó molesto—. Esto es entre Tony y yo.

—Usted no va a entrar—anunció Natasha firme.

—No me rete—le dijo sin dejarse intimidar.

—Ya lo estoy haciendo.

Él ex neurocirujano se puso en guardia, listo para lanzar su primer hechizo que le haría derrotar en cuestión de segundos a todos los presentes.

—¡Él señor Strange dice la verdad!—gritó la voz de Peter, deteniendo las acciones de todos los presentes—. Él señor Banner y yo revisamos las cámaras y nos dimos cuenta que él señor Strange no mintió al decir que él no fue quién beso a Clea.

—Eso es completamente cierto—afirmó Bruce apareciendo a unos cuantos pasos de él chico, jadeando un tanto agitado—. Lamentamos habernos metido en sus asuntos privados—comentó mirando al hombre de ojos verdes con timidez—. Pero usted comprenderá que es necesario.

—No me importa—declaró indiferente—. Yo sólo quiero ver a Tony y explicarle todo lo que vio.

—Por desgracia Tony no quiere hablar con nadie ahora—comentó él científico desanimado—. Peter, Loki y yo estuvimos haciendo el intento toda la noche de ayer y la mañana de hoy, pero no logramos nada.

Stephen suspiró y caminó hacía la puerta del millonario, golpeándola suavemente buscando no molestar a su amigo.

—¿Tony, estás despierto?—le preguntó sin obtener respuesta alguna—. Mira sé que estás dolido por lo de ayer, pero te juro que no es lo que tú piensas—clamó desesperado por obtener su atención—. Peter y Bruce revisaron las cámaras y lo comprobaron.

—Eso es verdad Tony—anunció él hombre—. Stephen no te miente, deja que hable y te diga lo que sucedió.

Él médico espero pacientemente a que él genio hiciera algún clase de ruido, incluso esperaba que le lanzará alguna maldición o insulto propio de él, pero la respuesta fue más desgarradora de lo que espero. Silencio, nada más que el crudo y cruel silencio como su compañera, haciéndolo estremecer ante el simple pensamiento de haber ganado su desprecio eterno, acompañado de su indiferencia cortante.

—Anthony, ¿estás bien?—cuestionó preocupado—. Déjame entrar—le pidió—. Si no me dejas entrar por las buenas, tendré que hacerlo por las malas.

—Señor Stark, déjenos pasar por favor.

Y de nuevo... Nadie respondió, sólo hubo silencio, desesperando al hombre, quién tomó su anillo y sin esperar a nadie o nada, realizó un portal y entró rápidamente en éste para poder hablar con Anthony y aclarar las cosas con él dentro de la habitación.

Destinados por una piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora