Capítulo 3

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El reloj del santuario marcó la diez y media de la mañana con exactitud, anunciándole al hechicero que su paseo con Pepper daría inició.

Él hombre suspiró sin ánimos y se vio una última vez en el espejo, sintiéndose estúpido al recordar las palabras de Loki y como de seguro, éste estaría esperando a que llegara, sólo para burlarse de él, tal y como Wong se la pasó haciéndolo desde que despertó, y en sí, desde que le contó sobre su boda con Stark.

En un principio no le creyó nada, afirmando que Tony le debía haber metido algo a su bebida, pero con el pasar de los minutos y ver como su rostro se mantenía estoico, le creyó. Regañándolo en un principio por su impulsividad y poca precaución con la reliquia, recordándole como estás tenían energía y vida propia, como su capa, pero después, al verlo tan estresado, suspiró y le ánimo diciéndole que al menos pasaría el resto de su vida junto a la persona a la que amaba y que debía alegrarse por ello. A pesar de todo, Strange debía valorar y reconocer que Wong no era un mal amigo, a veces utilizaba el mismo sarcasmo que él, para hablar de ciertos temas, pero a pesar de que muchas veces parecía no importarle lo que hacía con su vida, en el fondo, muy en el fondo si lo hacía, ya que en el fondo de su recóndita alma, Wong apreciaba a Strange, de la misma forma de la que Strange apreciaba a Wong.

—Pensé que ya te habías ido—comentó Wong mirándolo fijamente—. Sino te vas ahora la amiga de Tony te quemara vivo.

—Ya lo sé—protestó de mala gana—. Pero no me siento con humor para...

—Para ver a Loki y que este al ver tu cara de mierda te recuerde como él estaba en lo correcto y tú no.

Él doctor suspiró y de mala gana le dio la razón al hombre oriental quién sonrió satisfecho por su análisis.

—Oh, vamos, déjate de tonterías, Stephen—le regañó—. Ya no eres un chiquillo con las hormonas revueltas para estar dudando que hacer con tus metidas de pata—él hechicero vio de mala forma a su amigo, quién a pesar de eso no se inmutó—. En vez de carcomerte la mente, ve pensando en cómo vas a conquistar a Stark para vivir el resto de sus cortas vidas de forma pacífica.

—Con nuestros genios dudo que la palabra "pacífica" o "normal" sea la indicada para describir nuestra "relación"—murmuró sin evitar sonreír por su comentario.

—Vaya que estás peor de lo que esperaba—susurró en voz baja mientras caminaba de nuevo hacía la mesa donde yacía un libro viejo, el cual tomó rápidamente—. Pero como sea... Ya vete y vuelve pronto porque yo no soy tu ama de llaves para estar haciendo tu trabajo.

—Ya voy—declaró entre dientes mientras abría un portal hacía el complejo, mirando una última vez a su capa, que parecía querer desobedecer la orden que le dio de quedarse junto al otro hechicero—. No te puedo llevar—le explicó de nuevo—. Así que mejor quédate aquí con Wong y ayúdalo en lo que puedas.

La reliquia se agachó con aparente tristeza y obedeció a su amo, quién cerró el portal apareciendo de inmediato en la sala del complejo, donde todos lo miraron llegar.

—buenos días—saludó de manera formal mientras caminaba por el pasillo, siendo recibido con su mismo saludo por varios de los integrantes de la torre, a excepción de Steve, quién prácticamente lo pasó de largo, acción que no le molestó para nada, al contrario, agradeció que lo haya hecho así, ya que así él no quedaría tan mal parado a los ojos de los demás.

Caminó con calma hasta que llegó a la habitación de Tony, donde al estar entreabierta la puerta, escuchó la voz del ingeniero hablar con la de Pepper.

—No lo vayas a amenazar tan pronto Pepps—comentó él hombre de forma juguetona.

—No prometo nada, Anthony—respondió seria—. Él debe aprender que tú no estás solo, y que a pesar de que esto es un matrimonio que se podría considerar arreglado, eso no le da ningún derecho de jugar contigo.

Destinados por una piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora