Capítulo 14

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Nunca había contemplado opciones...

Desde que me enamore de Jaime, deje de pensar en la posibilidad de poner mis ojos en otra persona, no es que antes de él hubiera estado en una búsqueda activa, pero era libre de sentir lo que quisiera, por quien quisiera. Y una vez que el apareció, fue como si los demás hombres hubieran desaparecido para mi, era fiel, incluso a la idea de serle fiel. En parte por crianza y en parte por amor, estaba convencida firmemente de que nadie podría superarlo en ningún aspecto y no tenía competencia.

Me aferre cual niño a un juguete, a cuidarlo, a quererlo, a ser leal e incondicional. Pero ¿acaso estaba yo recibiendo lo mismo de él? Luka constantemente me hacía esa pregunta y mi respuesta siempre era una lista interminable de excusas del porqué él no estaba en el mismo nivel de compromiso que yo, y estaba tan segura del discurso que me inventé, que no había espacio para dudas, ni segundos pensamientos. Y si, no era justo del todo, pero claramente, viniendo de él, lo poco que ofrecía, era suficiente para mí.

Me enamore de su incapacidad afectiva, de su mal temperamento, de su ausencia emocional, de su indiferencia, de sus traumas, de su pasado, de ese niño que solo conocía una manera de amar, la cual era «que no se notara». Y creí que yo podía con eso, como si mi misión en la vida no fuera ser feliz, sino intentar que él lo fuese. Y sabía que cualquier persona que viera nuestra realidad desde afuera podría decir ¿Es en serio? ¿Hasta ahora te das cuenta? PERO SI, la cosa es que sí, hasta ese momento caí en cuenta y ya no quería componerlo y no quería que mi atención fuera completa para él, por primera vez, quería un poco para mi también. Y no lo quería de él.

¿Por qué? No lo sabía aún. Pero lo iba a descubrir...

Un día se cruzó en mi camino, una chaqueta de cuero negra, un par de ojos cafés y la mirada del chico más estúpidamente tierno que hubiera conocido antes. Que en lo que pareció una fracción de segundo, me hizo cuestionarme, sin intención de hacerlo, toda la concepción de amor que había construido alrededor de mi relación con Jaime. Y por alguna extraña razón no sentía que estuviera mal el sentirme bien con él. No se sentía incorrecto, ni sentía culpa, ni me sentía sucia, ni mala persona, sentía que ese era el lugar donde quería estar y ya. E independientemente de que Logan pudiese sentir algo por mi o no, le iba a estar eternamente agradecida, por despertar en mí, dudas y emociones que creí que no tendría la posibilidad de sentir, o el derecho de desear sentirlas.

Y es curioso, que toda esta revelación llegara a mí, en un sofá cama, en una habitación de espera, en un hospital, mientras estaba acostada, viendo el techo y la cabeza de Logan, se encontraba en mi pecho, subiendo y bajando al ritmo de mi respiración.

Mientras pensaba en todo esto, una lagrima salió de mi ojo, y resbalo por la cien y cuando me moví muy despacio para recogerla con un dedo, sin querer lo desperté. Me miró y pareció darse cuenta, pero en lugar de cuestionarme por ello, decidió persuadirme con su extraño sentido del humor.

—Siempre te tomas un tiempo en la mañana para ver el techo ¿O a veces despiertas como la gente normal?

—Me interrumpiste justo cuando estaba apenas en mi tercera idea de como asesinarte aquí y que pareciera un accidente.

—Uff que suerte que solo tengas tres. —se levantó y se sentó con las piernas cruzadas frente a mí.

—Justamente ahorita se me acaba de ocurrir una más, pero será para otro momento, ya te puse sobre aviso. —levanté los hombros y le sonreí.

Él me devolvió la sonrisa y nos quedamos mirando unos segundos, sin decir nada, mientras la sonrisa se desdibujaba de nuestros rostros. Hasta que Logan percibió que el silencio estaba comenzando a ser incomodo y miro su reloj, siendo más que claro el mensaje para mí.

Cuestión de TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora