Cuestión de Tiempo

Capítulo 9

CORREGIDO*

¡Al fin viernes! El recuento de la semana es espantoso, discusiones con Jaime: dos. Pesadillas: una. Días laborales retadores: cinco. Días que no comí: tres. Caídas en público: una (en la universidad). Libros que leí: medio. Películas de Star Wars que pude ver: cero. Veces que vi a Logan: dos (a pesar de seguir sin su motocicleta, no me permitió llevarlo a casi ninguna parte, solamente el miércoles pase por él para llevarlo a la universidad y ayer que me lo encontré en casa de Luka cuando pase a recoger el cargador de mi celular que deje el fin de semana).

Lo bueno es que hoy es el coctel y nada más me importa. Tengo una buena excusa para usar un vestido elegante y costoso, decido dejar mi peinado y maquillaje en manos de expertos y tengo la compañía de mi novio, que por pura culpa aceptó acompañarme esta noche. Resulta que la noche de la pesadilla y una de las discusiones están relacionadas, le reclamé (para variar) que me desperté exaltada en la noche y pasé llorando diez minutos a moco tendido sin que se diera cuenta. En un intento por ceder, me preguntó como podía compensarlo y aquí estamos, tomando esta noche como una cita, tratando de revivir la llama. Estoy poniendo tanto de mi parte, que incluso compré ropa interior de encaje negro para sorprenderlo si al final de la velada se llegan a poner las cosas más interesantes que el miércoles en la noche, cuando le hice caso y me quite la ropa para tener el sexo más rápido e insípido que he tenido en toda mi vida.

Por el bien de mi relación y mi estabilidad emocional, intenté anticiparle a Jaime cuanto me fue posible durante los últimos dos días que se acercaba el evento, incluso esta mañana antes de irme a la clínica, le recordé que buscara su traje y se asegurara de que estuviera listo para las cinco de la tarde. Pero nadie me preparó a mi para regresar de la cita para maquillaje y peinado y encontrarme con Jaime acostado en la cama, con el mando del televisor en una mano y en pijama.

—¿Qué haces así, no viste el mensaje que te envié? —pregunto tratando de mantener la calma.

—¿Cuál mensaje? Me acabo de despertar hace un rato —responde Jaime, totalmente relajado.

—Mira, no discutamos. ¿Tienes un traje listo? ¿Necesitas ayuda con algo?

—En realidad. Estaba pensando en si es realmente necesario que vaya.

—¿Cómo? ¿Ya no quieres ir?

—Realmente no es como que antes quisiera.

—No entiendo, tu dijiste...

—No hay nada que entender —me interrumpió—. Sabes que no me gusta aparecer en público. Punto. Acepté solo por ti.

Claro, como si todo se tratará de él.

—Qué curioso, pensé que lo hacías por nosotros, es nuestra cita, ¿recuerdas?

—Si Alex, lo recuerdo. Solo estaba esperando que por una vez no me presionaras por uno de tus caprichos, pero ya vi que es sencillamente imposible.

No voy a darle el gusto de llorar y arruinar el bellísimo smokey eye por el que acabo de pagar una pequeña fortuna en el salón, así que continúo alistándome y buscando las joyas que combinen con mi vestido azul marino, con el que me siento tan cómoda a pesar de enseñar demasiada piel, no estaba tan de acuerdo con el escote en V que llega casi a la mitad de mi vientre cuando me lo probé, la espalda no me preocupo tanto a pesar de que solo son dos tirantes delgados cruzados que no me permitieron usar sujetador, en cuanto a la abertura de la pierna derecha, hubiera preferido que no estuviera, pero la verdad es que apenas lo vi me enamoré y pude pasarlo por alto. Me siento hermosa, elegante y alta con los tacones de aguja negros con brillantes y la coleta increíblemente apretada que me dará un dolor de cabeza más tarde, pero decido que eso es un problema para la Alex del futuro y continúo en lo mío. En todo caso, si al último momento Jaime decide no ir, yo no me voy a perder el evento por él que hice tanto aspaviento.