Capítulo 6

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FLASH BACK

—Es hora de cenar, no hay mucho pero por lo menos llenará un poco nuestros estómagos— hablaba Kakyu mientas con suma devoción y amor atendía a su familia.

—¡Mujer! Deja eso, Yaten y yo podemos hacerlo, tu salud no está muy bien como para que estés de pie, anda, siéntate y deja que te ayudemos un poco— respondía el amable esposo de aquella mujer con gran amor.

—Ustedes están cansados, han pasado todo el día trabajando, lo menos que puedo hacer por ustedes es esto.

—No mamá, mi padre tiene razón, es mejor que descanses, si ya de por sí es bastante agotador cuidar de la pequeña Chibi, tu estado de salud lo hace más complicado— Yaten retiraba de las manos de su madre todo cuanto traía y la ayudó a ponerse cómoda.

La familia de cuatro integrantes pese a todas las necesidades que sufrían era muy unida, y como tal, ese sagrado momento de compartir el afortunado alimento que había llegado hasta su mesa era aprovechado para intercambiar gestos de amor, risas y alegrías. Era el momento en que se olvidaban de todo, y podían disfrutar como si nada les importara, aunque fuera solo una ilusión pasajera.

—¿Que es ese ruido?— preguntaba la enferma mujer.

—Son cascos de caballos, creo que los soldados se acercan— respondía Yaten cambiando por completo su alegre semblante a uno de preocupación.

—Todo estará bien ¿Verdad?— preguntaba Kakyu con cierto recelo sujetando fuertemente la mano de su esposo.

—No lo sé—  respondió con esa misma expresión que ahora tenían todos, el padre de Yaten dirigió su mirada al cielo y dió un profundo suspiro, como si presentiera lo que estaría a punto de suceder —este es otro mes que no logramos reunir la cantidad que nos pidieron, desafortunadamente nos han quitado todo cuanto teníamos, ya no tenemos ninguna pertenencia de valor con qué cubrir el pago.

—¿Que pasará si no pagamos?— preguntaba Yaten con signos de nerviosismo y preocupación.

—No lo sé hijo, pero pase lo que pase debes prometerme una cosa, no dejarás a tu madre y a tu hermana solas, las protegerás. No importa cómo, pero no las desampares nunca— su hablar fue interrumpido abruptamente por un par de soldados que sin tapujos ingresaron a la hostil y humilde vivienda.

—Señor Kou, el rey nos envió para recoger su cuota, entréguenosla ahora— con un tono autoritario uno de los soldados extendió su brazo y abrió por completo la palma de su mano esperando lo que la familia Kou debía darles.

—Lo siento, en verdad les pido que me disculpen, si pudieran esperarme unos dias más, es que aún no logro reunir el dinero que solicita el rey— hablaba el preocupado padre de Yaten.

—¿Acaso creen que el reino se mantiene de caridad? Pues no, el reino se sostiene gracias a sus aportaciones, y si no cumplen con la suya les irá muy mal— sin sentimientos y fríamente uno de los soldados se expresó, aunque su hablar fue interrumpido por la ira de Yaten, quien harto de las injusticias a las que eran sometidos no dudó en revelarse.

—¿El reino se mantiene? Pues me gustaría saber qué parte, por qué lo único estable en todo el reino Plateado es lo que está cruzando la barrera del palacio, de este lado todo es pobreza. ¿De dónde demonios quiere que saquemos el dinero si día con día nos reducen el salario? Lo poco que ganamos no alcanza ni para comprar comida.

—Deberías aprender a guardar silencio jovencito insolente— el guardia soltó un fuerte golpe con su pie cubierto por su pesada armadura metálica con la que de inmediato Yaten cayó de rodillas sobre el suelo sujetando su estómago y tratando de recuperar el aire que la agresión le había quitado.

Al ver la acción del guardia y el rostro de dolor de Yaten, su padre no pudo hacer otra cosa más que llenarse de un gran enojo y su primera reacción fue confrontar al agresor de su hijo —¡Basta! ¿Por qué agrede a mi familia? Aquí el único responsable por no reunir el dinero soy yo, a mi familia no la toque por que no respondo.

El tono utilizado por el hombre le pareció desafiante al guardia del rey quien no dudó en responderle —¿Cómo se atreve a usar ese tono con migo? Se nota su falta de educación. ¡Cuide sus palabras!

—Mi hijo tiene razón, los únicos beneficiados son ustedes y ese maldito rey que nos gobierna y nos quita todo lo que poseemos para su beneficio propio— el hombre hablaba mientras paso a paso se dirigía al exterior de su casa para hablar ser escuchado por todos quienes vivían a su al rededor, era tan alto su tono de voz que de inmediato obtuvo las miradas y la atención de los que lo rodeaban.

—¿Qué cree que está haciendo? Pagará cara su osadía— los enfurecidos guardias lentamente se acercaron al hombre mientras esté aún trataba de hacer que la gente del pueblo lo escuchará.

—Mes con mes nos despojan absolutamente de todo, no les importa si estamos bien o estamos mal, lo único que les importa es su beneficio propio, son unos malditos ladrones— sin darse cuenta, recibió un fuerte golpe que lo hizo callar.

—Asi como este hombre quería que ustedes lo escucharán nosotros queremos que vean lo que le sucederá a todo aquél que decida desafiar al rey— mencionó en voz alta uno de los soldados mientras golpe tras golpe el otro atacaba al padre de Yaten hasta dejarlo en estado inconsciente sobre la calle, ante los ojos de todos los presentes

Yaten, su madre y su pequeña hermana solo observaban la escena llenos de rabia. No podían hacer nada por ayudarlo, sabían que de hacerlo correrían la misma suerte, y ahora Yaten solo debía procurar el bienestar de las dos mujeres a las que más amaba y al exponerse a rescatar a su padre traería como consecuencia dejar a la enferma Kakyu y a su menor hermana en la completa soledad y desamparo.

Al retirarse lo guardias Yaten no hizo más que correr hacia su padre para auxiliarlo, lo llevó al interior de su casa y lo colocó sobre una vieja cama que poseían. Kakyu trató, con los pocos medios con los que contaba, de curar las heridas externas, pero en el fondo sabían que el hombre necesitaba una revisión médica, revisión que era imposible de pagar. Fue así como tres horas después el hombre falleció producto de una fuerte hemorragia interna.

FIN FLASH BACK

Si ya de por sí Mina estaba impresionada, lo que Yaten acababa de contarle la dejó helada. Mientras el rey se comportaba con ella como el ser más cariñoso que había conocido, con el pueblo era un verdadero monstruo. En cierta forma comprendía que el joven no hubieran pedido ayuda, después de todo, su padre no habría solucionado nada.

La historia de Yaten y descubrir la actitud de su padre creó en ella un sentimiento de culpabilidad, pero al mismo tiempo una sensación que no reconocía —¡Voy a ayudarte! ¡Te sacaré de aquí!

—¿Cómo lo harás? Tu padre va a matarme mañana.

—No te preocupes, sé que por ser quién soy te resultará difícil, pero debes confiar en mí. Tú saldrás de aquí antes de que llegue el día de mañana, te ayudaré, ayudaremos a tu familia y después reconstruiremos el pueblo. ¡Te lo prometo!

La dulce voz de la princesa y esas palabras le que le dedicó hacían sentir a Yaten una paz y una tranquilidad enormes. No sabía por qué, pero su corazón y todo su ser se redirían ante ella con una fe y confianza ciegas.

El guardián de su amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora