Capítulo 24

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Por un momento Yaten y Mina se habían olvidado de la situación por la que el reino estaba pasando por lo que perdieron todo sentido de precaución y fueron sorprendidos por Kunzite quien al ver la escena se llenó de una gran furia.

—¿Que significa ésto?— ante el elevado tono de su voz Mina poco a poco comenzó a despertar, evidentemente cuando observó que quien hablaba era ese malévolo príncipe toda su ilusión se vino abajo.

—¿Kunzite? ¿Que haces aquí?

—¿Que crees que hago aquí tonta? La pregunta sería ¿Que hace aquí nuestro buen amigo Yaten y cómo escapó? Y más aún ¿Por qué está sin ropa? Mi madre me contó que habías firmado el acuerdo matrimonial, así que por primera vez en mucho tiempo quise hacer algo bien. Vine por ti para que fueras testigo de que ella cumplió con lo que te había prometido, está dejando que la gente del pueblo se vaya a donde sea su deseo. Yo planeaba que a pesar de todo tuvieras una vida tranquila, evidentemente sería yo quien tomara las riendas del gobierno pero tú estarías a mi lado, disponible para mí en todos los sentidos cuando yo lo solicitara y tendrías algunos privilegios si cooperabas con mis deseos, pero al ver esto he cambiado de opinión. Primero que nada, vivirás para siempre prisionera en tu habitación, y para evitar que alguien más te visite cerraré por completo ese balcón perdiendo así la única vista que tenías al exterior, te dejaré muerta en vida, sumida en un encierro que no terminará hasta el fin de tus días, aunque por supuesto, vendré a visitarte todas las noches, después de todo creo que te gusta recibir visitantes nocturnos. En cuanto a ti Yaten, tendrás una vida larga, muy larga, tenlo por seguro, pasarás el resto de tus días deseando tu muerte, cada rasguño, cada latigazo, cada herida que tengas en tu cuerpo te hará suplicar que tu sufrimiento se termine. Será divertido verlos a los dos deseando que nunca se hubieran cruzado nuestros caminos.

—Espera Kunzite, si le haces algo a Mina te vas a arrepentir, ella es la llave para que puedas lograr todos tus propósitos y si le haces daño no podrás actuar con completa libertad.

—Te equivocas Yaten, Mina firmó el acuerdo matrimonial pero se olvidó de leer las letras pequeñas. Al plasmar su nombre en ese pequeño pedazo de papel que a simple vista parece tan insignificante me cedió los derechos totales sobre su reino. Con ello, mi reino y el de ella ahora son uno solo, por lo cual mi madre y yo somos los únicos que podemos tomar desiciones en cuanto al destino de todos los que decidan quedarse, además, eso quiere decir que por fin puedo explotar los recursos minerales que hay aquí a mi completo antojo y disposición. No habrá nadie que pueda detenerme. Cómo verás, con Mina o sin ella tengo el control y el poder— tras esa larga explicación, Kunzite soltó una fuerte carcajada llena de ironía.

—Por favor Kunzite, ya tienes lo que querías, déjanos ir, quédate con el reino y todo lo que posee si es lo que deseas, no me importa perderlo todo, no me interesa lo que hagas con él, pero déjanos ir, te lo suplico— Mina trataba de convencer a Kunzite de cambiar de actitud, pero sus esfuerzos no darían ningún resultado.

—¿Acaso estás mal de la cabeza? Supongamos que te dejo ir ¿Cuánto tiempo pasará para que recurras al auxilio de alguno de mis enemigos? Hay otros reinos a los que no les soy grato y darían lo que fuera por verme acabado. Por supuesto que no te daré esa oportunidad niña tonta. En vez de estar suplicando deberías tener la decencia de vestirte ¿O es acaso que quieres que los soldados te vean desnuda?

—¿Cuáles soldados?— preguntó Mina extrañada.

—Pues los que vienen a llevarse a Yaten ¿No creerás que va a salir de aquí sano y salvo verdad? Lo llevarán de regreso a la celda de la que nunca debió haber salido y pronto será preparado para su primer castigo.

En ese momento, algunos de los hombres del ejército de Kunzite entraron a la habitación y detrás de ellos, el hombre que lidereaba la guardia del reino de Mina —Vamos Yaten, será mejor que no te resistas, de cualquier forma tu castigo será el mismo, pero si opones resistencia la única que saldrá perdiendo será la princesa Mina— afirmaba el general del ejército mientras se acercaba lentamente a él para asegurar sus manos con una especie de arcillos metálicos.

Al acercarse lo suficiente a Yaten, el general habló en voz muy baja cerca del oído de Yaten —No te preocupes, todo estará bien. Hay un plan, tu solo sigue el juego— quizá el comandante del ejército tenía la solución, y con eso tal vez se daría lugar a una última esperanza.

Yaten salió de la habitación, imposibilitado para moverse y escoltado con un rumbo desconocido para él, aunque eso era lo que menos le preocupaba. Mientras se alejaba solo podía escuchar los desesperados gritos de Mina pidiendo ayuda —¡Auxilio! ¡Saquenme de aquí! ¡Por favor!— Kunzite la había dejado en el total encierro, y él no podía hacer nada por ayudarla, al menos no en este momento.

—¡Vamos Yaten! Sígueme— hablaba el general.

—Espere señor, no es por ahí. El rey Kunzite nos ordenó llevarlo a los calabozos— los hombres del malvado hombre se encontraban desconcertados  ante lo que quien los guiaba trataba de hacer —¿No estará traicionando a su nuevo rey o si?

—No diga tonterías ¿Qué podría hacer yo en contra de todos ustedes?

—Que bueno que piensa así, es ilógico que usted estando completamente solo se atreviera a atacarnos— muy seguro de si mismo se expresaba un hombre de Kunzite cuando del fondo del pasillo,ñ se escuchó una voz más que cambiaría el curso de las cosas.

—Pero no está solo. Nosotros estamos con él— los hombres de Mina habían aparecido sorpresivamente delante de los soldados de Kunzite dispuestos a luchar.

El guardián de su amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora