Epílogo

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Tras los acontecimientos sucedidos, la paz en el reino Plateado había regresado y poco a poco las cosas empezaban a cambiar para todos sus habitantes.

Al haber firmado el contrato matrimonial Mina se había convertido en la esposa legítima de Kunzite, y por supuesto, con su muerte, en su viuda, por lo que había heredado todas las riquezas y el territorio que le habían pertenecido en vida a aquel hombre.

La joven tomó posesión de sus responsabilidades y unificó su reino con el recién adquirido reino vecino para formar el nuevo territorio Crystal Plateado y comenzó a atender las necesidades que los pobladores tenían.

Los recursos económicos que Mina había adquirido los fue invirtiendo en las mejoras de las condiciones de vida de su gente y contratando al personal más capacitado construyó viviendas dignas para todos los integrantes del nuevo territorio, asi mismo les devolvió las tierras que les habían sido arrebatadas a los aldeanos permitiendo con esto la producción agrícola. Poco a poco se fueron explotando pequeños yacimientos de petróleo así como las minas de diamantes. Rápidamente el reino se convirtió en uno de los más importantes gracias a la exportación de combustibles, joyería, granos y vegetales y así, poco a poco la economía fue mejorando, y las fuentes de trabajo eran las suficientes como para garantizarles una vida digna a todos los miembros del nuevo reino.

En cuanto a Beryl, continuó su vida encerrada en esa cueva y alejada de todos; al parecer, la muerte de su hijo en sus propias manos la había hecho perder la razón. Constanteme era visitada por gente del palacio que le llevaba provisiones y verificaban que su estado físico fuera el correcto.

Rápidamente el tiempo había pasado, dos meses, tiempo en el que simultáneo a sus actividades de reina, Mina se dedicó a organizar los pormenores de su vida con Yaten.

Había pasado días en el pueblo visitando a la modista, a algunas mujeres cocineras, a una joven que tenía talento para las decoraciones, y muchos otros que practicaban algún oficio que fuera de utilidad para la ceremonia que se avecinaba, pues a diferencia de cuando era pequeña y exigía las mejores cosas que el mundo pudiera ofrecerle ahora solo deseaba lo mejor para su gente y sabía que emplearla ella misma les era de mucha ayuda.

Ninguno de esos momentos que dedicó su tiempo en los preparativos había sido tan difícil como este día. Mina despertó en su habitación, tal y como lo hacía siempre, caminó hacia el baño y tomó una ducha tibia y relajante pues aunque no lo parental se encontraba hecha un manojo de nervios.

—Alteza, buen día ¿Esta preparada?— Diana, su doncella personal hacia su aparicion para ayudarla con su arreglo.

—Estoy muy nerviosa.

—No se preocupe, todo saldrá bien.

Por su parte, en su propia habitación, se encontraba el preocupado novio quien de inmediato fue tranquilizado por su tierna madre —¿Que te sucede Yaten?

—Tengo miedo.

—¿A qué le tienes miedo? ¿A ser feliz?

—Miedo de no ser lo que ella se merece, miedo de no poder ser suficiente para una princesa— en las palabras de Yaten había cierto tono de melancolía.

—Descuida, ya lo eres. Si no fueras esa persona que ella necesita a su lado jamás te habría permitido tanta cercanía y mucho menos habría aceptado casarse contigo.

La hora llegó y Yaten se adelantó para recibir a su amada en el pie del altar, y desde luego, fue el más feliz cuando al recinto en el que se encontraba todo el pueblo aparecía su hermosa prometida, del brazo de su más confiable general,  envuelta en un precioso vestido de seda blanca bordada y empuñando un conjunto de rosas blancas.

Tras una sensilla ceremonia, el hombre que dirigía la celebración pidió a ambos jóvenes expresar su votos matrimoniales —Yo— comenzó hablando Yaten —te prometo amarte y respetarte siempre, protegerte y cuidar de ti durante lo que me reste de vida.

—Yo— era el turno de Mina — prometo hacerte muy feliz y amarte siempre.

Tras esas palabras fueron declarados formalme marido y mujer, y dada la condición de Mina, Yaten fue coronado como el soberano del reino Crystal Plateado. Todos los presentes comenzaron a aplaudir y a vitorear a la pareja, "vivan los reyes" era lo que a coro todos gritaban.

Después de una gran celebración en el gran palacio en la que todos los aldeanos estuvieron presentes para compartir y disfrutar en compañía de los recién casados.

Cinco años más tarde, una pequeña niña de cabello rubio estaba por dormir, aunque como siempre, necesitaba un cuento de su padre para conciliar el sueño —papi ¿Que historia me contarás hoy?

—Hoy te contaré una que jamás has escuchado, es la historia de una niña que lastimó a mucha gente con sus caprichos y berrinches, pero creció y entendió que su actitud no era la correcta y buscó la forma de enmendar sus errores— Yaten hablaba con su pequeña hija.

—Y es una historia en la que conoce a un buen muchacho que la cuida y se convierte en el guardián de su seguridad— hablaba Mina quien entraba a la habitación de su pequeña.

—Y no solo se convirtió en su guardián personal, sino que también se convirtió en "el guardián de su amor"— después de las palabras de Yaten ambos jóvenes se acurrucaron junto a su pequeña hija como la hermosa familia que eran y comenzaron con el relato.

El guardián de su amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora