Capítulo 19

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Los cuerpos de ambos se encontraban uno sobre el del otro. Así, con sus rostros frente a frente Yaten pudo estudiar cada una de las facciones de la princesa detenidamente, deleitándose por vez primera con lo que veía: la nariz respingada, los pómulos marcados, esa delgada línea que formaba su boca y los expresivos ojos azul mar que en ese instante lo miraban interrogantes. El chico esbozó una ligera sonrisa cuando se dió cuenta que un leve sonrojo cubrió las mejillas de la muchacha.

¡Cuántas veces la había visto sin ver! Quizá había más mujeres con las que podría estar, pero era Mina la que, por vez primera, lo había hecho reaccionar de esa manera.

—¡Yaten!— el susurro de ella no se hizo esperar, se encontraba un tanto nerviosa, lo miró fijamente; se le hacían indescriptibles y confusas todas esas sensaciones que le producía el dueño de esas orbes esmeraldas, pero estaba segura de que él estaba intentando abrirse y ella no pudo resistirse más
—Yaten, yo también te amo.

Tras esa confesión él apretó su cuerpo aún más contra el de ella. Mina suavemente, deslizó sus manos hasta llegar al cuello de Yaten rodeándolo, mientras el rostro del muchacho se aproximaba lentamente hacia el suyo.

Pudo sentir su cálido aliento sobre sus labios, pero, antes de que un nuevo beso se diera, Yaten desvió el rostro, arrepintiéndose —¿Que pasa Yaten? ¿Hice algo mal?

—No, no es eso, es solo que...

—Disculpame Yaten, por favor, es solo que no se cómo actuar— interrumpió la princesa.

—No tengo nada que perdonarte, a ciencia cierta yo tampoco tengo  experiencia. Mina, de verdad deseo estar contigo, pero no quiero que tú lo hagas por compromiso, me gustaría que esté momento fuera especial.

—Si no es hoy no será nunca, mañana estaré casada con Kunzite, y como una mujer respetable pienso honrar a mi esposo.

—¿Que has dicho?— Yaten se levantó sobresaltado ante la confesión de Mina —Acabo de decirte que te amo y me has dicho que sientes lo mismo, por si eso fuera poco tu sabes que hay algo mal con Kunzite y aún así quieres continuar con eso ¿Cómo puedes ser tan cobarde para enfrentarte a ellos? Aún eres tú la que gobierna en tu territorio, estás a tiempo de alejarlos de tu vida para siempre, ten la seguridad de que en cuanto selles ese compromiso pasarás a segundo plano y Kunzite se convertirá en rey. Si ya de por sí se cree el soberano imagina cuando realmente lo sea.

—Necesito casarme con él, primero por la promesa que le hice a la gente del pueblo, con los recursos del reino de Crystal podremos ayudarlos, y en segunda por que estando cerca de ellos y ganándome su confianza podré descubrir lo que realmente pasó con mi padre.

—¿Que te hace creer que pondrán sus recursos a tu disposición? Los reinos se unirán, eso es cierto, pero ¿Estás segura de que ayudarán a tu pueblo? ¿Que pasará si solo desean el beneficio del suyo, o peor aún, de sí mismos. En cuanto a lo que pasó con el rey ¿Cómo lo averiguarás? ¿Cómo vas a reaccionar cuando descubras la verdad? Y eso no es lo más preocupante ¿Que harán ellos cuando decidas confrontarlos? Para cuando la bomba explote seguramente yo ya no estaré para protegerte.

—¿Por qué lo dices? Aún cuando me case con Kunzite no pienso despedirte.

—¡Basta Mina! ¿Por qué eres tan ingenua?— Yaten había llegado a su límite y explotó en furia —¿No lo comprendes? Cuando Kunzite sea el rey tú dejarás de tomar desiciones, tu opinión no valdrá ni un centavo, tus órdenes no serán acatadas, tendrá al ejercito bajo su mandato y tú y esa gente a la que tanto deseas devolver lo que tú padre le quitó y por supuesto yo, no seremos importantes para él. Mina reacciona. Es tu desición, y yo la respetaré, si no lo haces por mí y el amor que supuestamente me tienes entonces hazlo por ti, por tu felicidad, pero sobre todo por tu bienestar y tu seguridad—  con esa última frase, Yaten tomó a Mina con delicadeza acurrucandola sobre su cuerpo mientras la rodeaba con un cálido abrazo —piensalo, aún tienes está noche para arrepentirte, mañana será demasiado tarde, pero sea cual sea el camino que decidas tomar siempre estaré contigo, velaré por ti y te protegeré de quién quiera lastimarte.

—¿Que haces aquí, sin ropa y con mi prometida?— Kunzite irrumpió en la habitación observando la tierna escena entre Mina y Yaten abrazados —Mina ¿Que significa ésto? ¿Que demonios pasa aquí?— el príncipe se encontraba lleno de furia, pero estaba a un paso de lograr su objetivo, si no quería hechar a perder todo debía disimular su impulsivo carácter.

—Kunzite tranquilizate, no ha pasado nada, solo me dí una ducha y estaba felicitando a Mina por su boda.

—¡No juegues conmigo mocoso! ¿Entiendes?— hablaba Kunzite mientras se dirigía hacia Yaten.

—No lo hago— respondía el guardián de Mina con tono pícaro —mejor será que no le hagas nada, mientras yo esté cerca de ella ni tú ni nadie le tocará un solo cabello ¿Entiendes?— respondía Yaten en tono burlón.

—No te preocupes que tu estadía aquí está por terminarse.

—¿No me digas?— nuevamente Yaten jugaba con la paciencia de Kunzite quien trataba con todas sus fuerzas de controlar la ira que sentía.

—¡Basta los dos! Kunzite ya te he dicho que no entres así a mi habitación y tu Yaten, será mejor que te vayas, si necesito algo yo te llamo— Mina trató de terminar con la discusión entre ambos hombres.

—Como tu digas Mina, me voy, tengo asuntos importantes que hacer, los veo en la ceremonia, descansen— Yaten se colocó sus ropas nuevamente y salió dejando a Mina confundida
—¿Asuntos importantes?— se preguntaba ella en su pensamiento.

—Mina ¿Esta es la actitud que toma una mujer decente? No me hagas pensar lo peor de ti— Kunzite deseaba una explicación, aunque la respuesta que ella le daría terminó de herir su orgullo para dejarlo más pisoteado de lo que Yaten había logrado dejarlo.

—No pasó nada de lo que tengas que preocuparte, pero en fin, puedes pensar lo que quieras, incluso cancelar la boda si es tu deseo, no me interesa— hablaba Mina mientras se dirigía a la puerta de su habitación y la entreabría para literalmente hechar a Kunzite de su habitación
— si me disculpas quiero descansar, y espero que tú también hagas lo mismo. Nos vemos mañana— y cerró fuertemente tras la salida de su prometido.

—Me las pagarás Mina, te lo prometo, está humillación te costará cara— palabras que salían de un enfurecido Kunzite.

—¿A qué se estaría refiriendo Yaten con eso de asuntos importantes— Mina no dejaría de pensar en ese valiente joven y en todo lo que habían platicado ¿De verdad aceptaría ser la esposa de un monstruo como Kunzite? Sin duda su última noche como princesa sería la más larga de su vida con tanto que analizar y tantas desiciones qué tomar.

El guardián de su amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora