Capítulo 5

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Cautelosamente, uno por uno, Mina recorrió los escalones rumbo a la celda en la que se encontraba su recién atrapado prisionero. Al llegar, un sentimiento extraño invadió su corazón cuando observó al joven tras los barrotes, sentado, con un semblante triste y pensativo en una de las esquinas del reducido espacio en el que se encontraba —¡Hola! ¿Cómo estás?— preguntó la princesa Mina interrumpiendo su concentración.

—¡Ah! Eres tú, perdón, quise decir, "usted" ¿Cómo quiere que esté?

—No te preocupes, está bien, no me molesta que me hables de esa forma, yo soy Mina y me imagino como debes sentirte ¿Cuál es tu nombre?

—Yaten, mi nombre es Yaten kou. Quisiera saber ¿Que hace alguien como tú en este lugar, hablando con un ladrón?

—Yo no creo que seas peligroso.

—¿Cómo sabes que no lo soy?

—No es que lo sepa, es simplemente que lo noto en tu forma de ser.

—¿Ah si? Bien, dime cómo soy según tú.

—Cuando me contaste todas esas cosas había una rabia y desesperación inmensas, no creo que estuvieras mintiéndome.

—Pues no, no lo hice, todo lo que te dije en ese momento es verdad, pero ya no importa, muy pronto me asesinarán tal y como lo hicieron con mi padre, lo único que lamento es que gracias a eso quizá mi madre y mi hermana correrán con la misma suerte.

—Yaten quiero preguntarte algo, y por favor, sé sinsero con migo, necesito saber la verdad cualquiera que ésta sea ¿Es cierto lo que dijiste de mi padre?

—¡Tu padre! ese hombre es un asesino, explotador, si hay un verdadero ladrón en el reino es él, y míralo ¿Quién lo juzga? ¿Quién lo condena? Día con día le roba a la gente del pueblo todo cuanto poseen y anda por ahí como si nada, sin embargo yo que tuve un verdadero motivo seré ejecutado mañana al amanecer.

—¡No! Mi padre no es así— Mina no podía creer que ambos estuvieran hablando del mismo hombre.

Levantándose de su improvisado asiento y acercándose a los barrotes de su celda Yaten colocó sus manos sobre dos de estos y los sujeto fuertemente, con una profunda irá y acercó su rostro al espacio que quedaba entre ellos para explotar y revelarle a la joven princesa una cruel verdad —¿Tu padre no es así? ¿Y que sabes tú de él y de sus fechorías si toda tu vida has estado encerrada en el palacio.

—Mi padre dice que es por seguridad...

—¿Seguridad?— interrumpió Yaten abruptamente —No me hagas reír, me pregunto si en realidad es por seguridad tuya, aunque yo creo que es por la de él. Eres demasiado ingenua, tanto que no te das cuenta de que te tiene aislada solo para que no descubras quien es realmente.

—Y según tú ¿Quién es realmente mi padre?

—Ese hombre es un monstruo, un demonio viviente, un ser despreciable. He escuchado historias, lo que la gente plática en el pueblo, relatos que detallan como era la vida del reino cuando la reina Luna vivia, pero desde su muerte todo cambió, el rey se transformó por completo, y en vez de protegernos nos hace daño, y todo es por ti, por tus caprichos y deseos absurdos.

—¿A qué te refieres con eso? ¿Por qué dices que yo soy la culpable?— Mina estaba sorprendida ante tal afirmación.

—Pues porque desde la muerte de la reina tu padre no hizo más que llenar ese espacio cumpliendo todas tus exigencias. Para pagar tus costosos viajes aumento el impuesto, cuando tu deseabas tus finos vestidos traídos desde tierras lejanas aumentaba el impuesto, cuando tu solicitabas más doncellas a tu disposición nos redujo el salario para poder pagar el de todo ese personal que no te sirve para nada, cuando tu exigiste una villa privada y no había espacio suficiente para ello una vez más aumentó la cantidad de dinero que debíamos entregar, y al no poder pagar la cuota fuimos despojados de todas las tierras y propiedades que poseíamos, todo para darte gusto y crecieras feliz, aunque para conseguir tu felicidad tuvieran que pisotear y dejar en la miseria a todas las personas que nada teníamos que ver contigo ¿No crees que es un ser despreciable? No lo creo, al fin es tu padre, y puedo entender que todo lo haya hecho por el inmenso amor que te tiene, pero eso no justifica todo lo que nos hace pasar. Por si eso fuera poco, cuando ya no hay nada que quitarnos permite que sus soldados nos agredan y golpeen hasta cansarse incluso provocando la muerte de algunos, tal y como lo hicieron con mi padre. Por si eso fuera poco, el pago mensual se hizo algo normal, la ambición de tu padre nos sigue quitando lo poco que tenemos aún cuando no pidas nada, el fin solo es enriquecerse más, a costa de lo que sea y de quién sea.

Mina se encontraba totalmente impactada ante las confesiones de Yaten, realmente se sentía muy mal, no podía creer como lo que para ella habían sido simples berrinches de niña mimada habían tenido grandes consecuencias en terceras personas.

—¿Que pasó con tu padre? ¿Puedo saberlo?— a pesar del dolor que provocaban esas confesiones Mina no se detendría, estaba dispuesta a escuchar todo lo que Yaten tenía que decirle, aunque al final no resultará tan agradable.

—¡Claro! Desde luego que puedes saberlo ¿Por qué no habría de contarte? ¡Siempre hay que cumplir los deseos de la princesa!— respondió Yaten aún con rabia pero al mismo tiempo con un tono sarcástico.

Ante esas palabras Mina no hacia más que sentirse miserable, cada nueva declaración del joven era como una puñalada en su corazón —Lo siento, yo no sabía nada de lo que tú me cuentas, créeme que si hubiera tenido conciencia sobre lo que hacía me habría detenido— con un profundo y sincero arrepentido en su alma Mina llevó sus manos hacia su rostro colocándolas sobre sus ojos para comenzar a derramar un triste llanto.

Ante la acción de la princesa, Yaten quedó impactado y al mismo tiempo conmovido. En un acto de ternura, el joven extendió uno de sus brazos fuera de la celda y tocó las suaves manos de ella. Al sentir el contacto de la piel de Yaten con la suya, Mina de inmediato se incorporó en señal de sorpresa, pero su asombro creció más cuando de una forma dulce Yaten acarició su hermoso rostro y comenzó a secar sus lágrimas delicadamente —Lo siento princesa, creo que no debí decirte nada. Perdóname, por favor.

—Estoy bien, no te preocupes por mí, por favor, no te detengas, ahora más que nunca deseo escuchar todo lo que tú puedas contarme.

El guardián de su amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora