Capítulo 8

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Mina colocó sobre su cuerpo el sensillo vestido que Diana le había prestado —Se nota que es la princesa— decía su doncella con cierta admiración.

—¿Por qué lo dices?

—Por que aún con lo que está usando se ve hermosa.

—Diana, no digas eso, no quiero que nadie me reconozca.

—Pensando en eso, me tomé el atrevimiento de traer también ésto— Diana sacó una especie de capa con gorro que le cubriría desde la cabeza hasta los pies —con ella cubrirá gran parte de su cuerpo, su cabello no se verá y su rostro pasará desapercibido, ahora solo debe quitarse todas esas joyas que lleva con usted. Entre menos ostentosa se vea mejor, los aldeanos creerán que es una visitante.

—Muy bien, saldré yo primero, es mejor que no nos vean juntas, te esperaré en la entrada del bosque— Mina salió de su habitación con el disfraz que había conseguido y rápidamente se dirigió a los establos para montar su caballo, estaba tan concentrada en lo que hacía que no se percató de que alguien seguía sus pasos muy cercanamente. Mientras el sospechoso vigilante observaba a Mina saliendo del palacio montada y sobre su caballo, Diana salía por la parte trasera sin tener sobre ella una sola mirada y pasando totalmente desapercibida.

Ambas, tal y como lo habían planeado se encontraron en la entrada del bosque e iniciaron su camino rumbo a su destino al que después de cabalgar cerca de una hora lograron llegar, decidieron dejar sus caballos y entrar a pie.

Desde la sola entrada el panorama era gris y desolador, , lo que ella había observado el día de su cumpleaños no sé parecía en nada a lo que a simple vista percibía —Esto es...— Mina no siquiera tenía palabras para expresar lo que la imagen la hacía sentir.

La gente caminaba por las calles con la ropa desgastada, llena de remiendos producto del bastante tiempo que les había pertenecido, los niños corrían felices, a pesar de su precaria situación parecían disfrutar con los pedazos y partes rotas de lo que alguna vez habían sido juguetes. En el mercado el panorama no cambiaba, las señoras trataban de adquirir lo menos costoso que podían comprar, contando a cuenta gotas las pocas monedas que con mucho esfuerzo habían conseguido, monedas con las que solo podían llevar alimentos para mal comer la mitad de la semana —Es increíble que el rey permita todo esto— sin darse cuenta, Mina hizo su comentario en voz alta.

—¿El rey? Ese hombre es un maldito desgraciado— respondía una mujer con sus palabras llenas de coraje.

—Si, ese hombre y su consentida y caprichosa hija son unos ladrones— respondía otra más.

—Si, ya nadamas les falta esclavizarnos.

—Ya nadamas falta que nos quieran cobrar también por el aire que respiramos— cada uno de los presentes expresaba su opinión, y ninguna era favorable para Mina, realmente su padre les hacía un gran daño. Ahora ella debería a demostrar que no era como él ¿Pero como lo haría?

—Será mejor que salgamos de aquí, la llevaré a la casa Kou— Diana tomó de los hombros a la princesa para continuar su camino —No lo puedo creer, esto es peor de lo que pensé— el semblante triste de Mina no se hizo esperar, pero su estado anímico decayó aún más al llegar al encuentro con la mujer que tanto deseaba conocer.

Una casa totalmente rústica en su exterior hecha a de adobe se podía observar, el techo construido a base de viejas laminas dejaba entre ver algunos huecos que improvisadamente habían sido cubiertos por pedazos de plástico y  trozos de madera para mitigar un poco la filtración de agua durante las lluvias. De igual manera, las ventanas mostraban trozos de cartón en los huecos donde el paso del tiempo había dejado cristales rotos, y la puerta ¿qué decir de la puerta? solo era una lámina sobrepuesta para a cubrir el paso del frío.

—¡No es cierto!— Mina derramó unas sinceras lágrimas de tristeza —¿Cómo puede alguien vivir en estás condiciones? ¡Esto es terrible! No puedo entender como mi papá es capaz de tanto, lo peor de todo es que lo ha hecho para complacerme en todo cuanto le he pedido. Me siento tan mal, tan culpable.

—Aún está a tiempo, aún puede cambiar el curso de las cosas y hacer lo correcto. Muy pronto usted será la gobernante de todo y podrá cambiar la situación— Diana estaba en lo correcto, de no ser por un pequeño detalle.

—Para poder subir al trono primero debo casarme con un príncipe y el único que ha estado más cercano a mi es Kunzite.

—Es un joven muy apuesto, además escuché que su reino es muy rico, quizá unir su el reino Plateado con el reino de Crystal sea bueno, tal vez con su riqueza pueda arreglar los problemas de su gente ¿Por qué no lo piensa?

—Diana, tal vez tengas razón, aunque para serte franca, a pesar de su imponente presencia y de su atractivo físico hay algo en él que no termina de agradarme, no sé que es, pero hay algo misterioso en ese hombre, aunque pensándolo bien, es obligación de un buen gobernante sacrificarse por su pueblo, y si es necesario lo haré.

Al terminar su pequeña charla, Mina se colocó detrás de la puerta de la casa de Kakyu para llamar. De inmediato la mujer atendió pensando que sería alguien más —¡Yaten! Por fin ¿En donde estabas muchacho? pensé que...— la mujer detuvo su hablar al observar a Mina y Diana en su entrada —Disculpen señoritas, es solo que mi hijo salió hace dos días a la fiesta del palacio pero no ha regresado, pensé que era él ¿Que las trae por aquí?

—Su hijo se encuentra bien, venimos de parte de él, está trabajando para el rey, pronto vendrá a verla— Mina sabía que decía una mentira, pero debía tranquilizar a la mujer.

—¿En serio? Quién diría que el rey permitiría que mi hijo trabajará para él.

—¿Por qué lo dice?— preguntaba Mina.

—Por que no es un buen hombre, no tiene sentimientos ni corazón, solo espero que el trabajo que hace no sea nada malo ni arriesgado— nuevamente se hacían presentes esas afirmaciones sobre su padre.

De repente, la mujer que no aparentaba más de cuarenta años comenzó a toser fuertemente sin poder detenerse, hasta que cayó sentada sobre una especie de cama que había en un rincón sujetando su pecho con desesperación —Diana, rápido, ve por el médico del rey, ésta mujer necesita atención lo más pronto posible.

El guardián de su amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora