¡Ya dilo!

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~Bakugo~


El pelirrojo ha estado inusualmente raro, no es que sea la persona más normal del mundo, pero es un extremo inusual hasta para él, Bakugo ha notado como su novio lo mira por largos ratos, luego abre la boca, la cierra y deja de verlo, sabe que quiere decirle algo pero no se atreve a hacerlo, eso le molesta porque sabe que Kirishima no es ningún cobarde.

Lo invita a su casa a ver una película, ninguno de los dos le pone atención al filme, ambos piensan en lo que el pelirrojo tiene que decir, llevan de esa forma casi una semana, ninguno se atreve a dar el paso.

—¿Yayorozu no esta aquí? —dice con nerviosismo.

—No, esta en una cita con el mitad mitad —en realidad le agradaba que esos dos al fin avanzaran. —Compro algunas fresas, si me ayudas a pelarlas haré algo con ellas.

—Claro, me gustan las fresas —aunque nota su entusiasmo, algo parece fuera de lugar.

Ambos se trasladan a la cocina dejando la aburrida película proyectarse, Kirishima se lava las manos para poder tocar cualquier parte de la cocina, es un nuevo habito que adquirió desde que sale con el rubio.

—Sabes antes de salir contigo no me lavaba las manos al entrar a una cocina —es sincero, pero aun oculta algo, Bakugo lo sabe y eso le preocupa.

—Que asco —trata de burlarse un poco. —Yo también he cambiado mucho desde que te conocí —el ambiente es pesado y ninguno esta viendo al otro. —Antes era alérgico a cualquier espectro de sentimientos —trata de burlarse de nuevo, ambos sonríen, pero no hay mucho de lo que quieran reírse.

Eijiro saca las fresas del refrigerador y comienza a pelarlas en la barra que estaba frente a este, el silencio se apodera de la pequeña cocina.

—Sé que tienes algo que decirme —el rubio no lo mira al decir esas palabras, se gira completamente para darle la espalda, finge sacar algo del refrigerador. —No quiero presionarte a hacerlo, pero...

—Bakugo yo quiero... —nada más sale de su boca, vuelve a cerrarla sin poder llegar a donde quiere.

—¿Quieres romper? —la voz de Katsuki es segura como siempre, y aun así él siente que se rompe de solo pronunciar esas dos palabras.

—¡No! No, es solo que... —de nuevo no hay nada que salga de su boca, quiere golpearse por no poder formular las palabras, es cuando nota un ligero temblor en las manos de su novio. —Quiero que conozcas a mi mamá —dice al fin. —Nunca le he presentado a nadie y ella va a enloquecer, no porque no sepa que soy gay, es solo que es lo que ella hace, el día del cumpleaños de Todoroki ella fue la que me arregló, es que ella es así y estoy... —no puede terminar de nuevo con sus ideas.

El rubio se pone de cuclillas, como si su cuerpo hubiese perdido peso de pronto

—Mierda, de verdad creí que ibas a terminar conmigo —Eijiro se aleja rápidamente de la barra y casi se lanza a Bakugo, lo jala hacía si mismo, ambos terminan tumbados en el piso en un extraño abrazo, con el pie Kirishima golpea la puerta del refrigerador cerrándolo al fin. —Si ves mi rostro ahora te mato.

—Esta bien, no lo necesito —lo aprieta más fuerte, besa su cabeza e inhala su aroma. —El salir contigo me pone demasiado nervioso, nunca tuve algo como lo nuestro y la verdad no sé qué hacer.

—Estamos en el maldito suelo.

—Okay, ninguno de los dos sabe que hacer —ambos ríen, su risa ahora es completamente sincera. —Sentía que dejabas todo esto de la relación en mis manos cada vez que preguntabas sobre cuando tendremos sexo, y la verdad es que no sé, no tengo una respuesta, he estado con chicos antes pero jamás había tenido un novio antes, es todo tan confuso.

—Tienes razón, estaba dándote demasiada responsabilidad.

—Estoy quedándome sordo o el gran Bakugo Katsuki acaba de darme la razón.

—No te acostumbres tarado.

—Volverá a pasar lo sé, además puedo esperar el tiempo que sea para escucharte pedir perdón —de nuevo lo apretó contra su cuerpo y con un tono serio dijo. —Solo actúa como creas que es correcto, además recuerda que tú me besaste primero.

—Me estas dando permiso para que haga lo que se me da la gana.

—Ay no que gran desastre he desatado en el mundo.

—Responsabilízate —lentamente el rubio se gira y observa por un largo tiempo los ojos de su novio, es un tono de rojo que jamás podría duplicar, y sin más se besan en el suelo de la cocina con las fresas en la barra sobre ellos.

Él idiota al que amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora