Calma antes de la tormenta.

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~Kirishima~

Eijiro despertó por los fastidiosos rayos de sol que se filtraban a través de las ventanas, las persianas que ambos chicos olvidaron cerrar se movían tenuemente por alguna corriente de aire que se filtraba con suavidad, no estaba seguro de que hora era. El pelirrojo apostaba que ya debía ser pasadas las 8 por el molesto calor que le producían esos incesantes fucilazos solares, talló sus ojos con la mano izquierda, con la misma mano tocó la blanquecina pared tratando de identificar su alrededor, no tardó mucho tiempo en reconocer que se encontraba en la habitación de su novio; se sentía adormilado y pesado, en especial de su lado derecho, el contrario a la pared, cuando al fin inclino su cabeza a su mano derecha que pensó solo colgaba en el aire, lo vio; una melena rubia apoyada en el borde de la cama, Katsuki estaba en el piso sosteniendo su mano, estaba enganchado a él, aun en sueños el rubio estaba aferrado al agarre, eso removió el corazón de Kirishima, porque a pesar de su inconciencia se negaba a soltarlo.

Sabía que su novio era una persona madrugadora, aunque no sabía que babeaba mientras dormía si tuvo un día agotador, o la calma que podía aparecer en su rostro al dormir; Eijiro en lugar de despertarlo prefiere mirarlo, en el tiempo que han estado juntos ha compilado un poco de información del rubio, lo que le enoja, lo que le calma, lo que le gusta, pero no admite. Sabe más cosas que alguien común, aunque también hay un montón de información que desconoce sobre Bakugo, quiere mirarlo y averiguarlas todas. Kirishima se permite a sí mismo pasar su mano libre por el diente de león que tiene su novio como cabello.

Bakugo se remueve un poco y entre sueños frunce el ceño.

—Eijiro... —la voz del rubio es somnolienta, una inesperada sonrisa surge de los labios de Kirishima, nunca lo había llamado por su nombre, tal vez en su mente lo hace constantemente.

—Kat-Katsuki —no puede nombrarlo sin tartamudear, deja que el silencio se apoderé de la habitación.

Se siente un poco estúpido por lo que acaba de pasar, pero cuando está a punto de maldecirse a sí mismo y jurar no llamarlo así de nuevo siente más fuerza en el agarré de sus manos.

—¿Qué quieres desayunar Eijiro? —Bakugo lo llama por su nombre como si fuera lo más común, como si llevará veinte años llamándolo así, el rubio completamente despierto ahora se limita a mirarlo, quizá estuvo despierto por un tiempo y sin previo aviso Katsuki huye de su mirada, Eijiro nota un tenue color rojizo en sus orejas. —Me gustaría que me llamaras como antes, aunque sin tartamudeo... No me gusta los tartamudeos.

Otra cosa que Kirishima conoce de esta persona es que odia las dudas y la incertidumbre.

—Katsuki... ¿Podemos desayunar huevos estrellados? —dice de la forma más natural posible, como si su mundo no se estuviera derrumbando en ese instante, negando a que existe un mar de calamidad fuera de esa habitación, de ese departamento.

—Claro... —sus miradas vuelven a conectarse.

La neutralidad reina en la cocina de aquel departamento, Yayorozu se levanta poco después de ellos, los tres chicos desayunaron con calma, ninguno tocó el tema del día anterior, después del desayuno el pelirrojo se ofrece a lavar los platos, mientras habla de cosas triviales con Bakugo, le gustaba mucho esa cocina apartada de todas sus dificultades, aquel departamento luce como una burbuja segura lejos del mundo, Kirishima estaba tratando con fuerza de no pensar en el largo camino que se avecina.

Yoyorozu con toda la calma que puede darle le avisa que habló con Todoroki, él y Midoriya, se ofrecieron para llevarlo a casa, Kirishima no pregunta si los puso al tanto de la situación y la chica no se lo dice, sin embargo, cree conocerla lo suficiente para saber que no mencionó nada. Bakugo le dice que lo acompañara, no trata de llevarlo en lugar de sus amigos, sabe que necesita a sus amigos, hay cosas que ellos pueden hacer que él no, y eso está bien, aun así cada vez que tiene la oportunidad toma su mano, desde el toque más sutil, hasta un firme y desesperado agarré, a veces inicia Bakugo, a veces lo inicia él; tratan de engancharse el uno al otro, sostenerse y asegurarse que aún están allí, hacerle saber al otro con un poco de desesperación que no irán a ninguna parte.

Ambos se sientan en la sala a esperar la llegada de los otros dos chicos, se niegan a soltar la mano contraria, pareciera que no se han tomado de las manos nunca cuando es una de sus cosas favoritas.

Ahora solo queda esperar.


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N/A: Gracias por leer, disculpen los errores, no me he sentido muy bien últimamente. Es un poco tarde pero Feliz año nuevo, debo advertirles que a esta historia le quedan solo algunos capítulos más. Agradezco de nuevo el separador, cada vez que lo veo me gusta más.

En fin gente, espero que tengan un lindo día, y si no es así espero que todo mejore.

Él idiota al que amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora