37 [N]

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Aprete los ojos cuando tome conciencia después de mi sueño. El sol me estaba dando de lleno en la cara y estaba segura que eso fue lo que me había terminado de despertar.

Por un momento no supe dónde me encontraba, pero cuando abrí los ojos y vi el techo del hotel de Robert no pude evitar que una sonrisa de niña pequeña se formará en mi cara.

Giré la cabeza y lo vi. Estaba con un brazo por encima de la cabeza, con los ojos cerrados y la boca un poco abierta. La sabana le cubría sólo hasta la mitad del estomago, regalándome así una hermosa vista de sus abdominales. Era cierto que no tenía demasiados, sólo los necesarios para hacerme babear.

Aún un poco dormida deslice uno de mis brazos por su pecho y escondí la cara en su cuello. Enseguida sentí como el de removía confundido hasta que llevo una de sus manos a mi cabeza y la enredo en mi cabello para acariciarlo con delicadeza.

—Buenos días.

No podía verlo, pero estaba casi segura que había sonreído aún sin abrir los ojos. Y esa imagen de él en mi cabeza me hizo sonreír a mi.

—Buenos días— murmure contra su cuello.

Río un poco antes de echarse hacia atrás para tenerme en frente y me dio un pequeño beso en la punta de la nariz.

—Me hiciste cosquillas— hizo una mueca graciosa.

—Lo siento...— susurré.

—¿Como dormiste?— pregunto, cambiando de tema.

—Bien, ¿y tú?

Asintió, dando a entender que él también.

—¿No te duele nada?

Sentí como mis mejillas se calentaban y deje caer mi cabeza en su estómago para esconder mi vergüenza. Sabía que él estaba al tanto de que era virgen pero que me preguntara eso ya era un nivel de vergüenza que no era capaz de soportar.

—No— mentí.

—¿Sabes que se te agudiza la voz cuando mientes?— llevo sus dedos a mi nuca para levantar mi cabeza.

Rode los ojos.

—Me duele, pero casi nada. Sólo es incómodo.

—¿Quieres algo?

—Un café helado— suspire. Tenía hambre. Mucha.

—Hay un bar aquí cerca. Vistete y vamos.

Y así, sin esperar nada más, se levantó completamente desnudo. Di la vuelta en la cama para enterrar en la almohada ahogando una risa.

—¿Que te escondes? ¡Has visto todo esto!

—¡No importa! ¡Cambiate!

Escuché su carcajada antes de la puerta del baño abrirse y cerrarse. Suspire mientras levantaba la cabeza y mirase que estuviese todo despejado, y al comprobar que estaba sola me levanté y me cambié con la ropa que llevaba ayer, que se encontraba desparramada por toda la habitación.

Encontré mi braga sobre la tv.

Negué la cabeza graciosa mientras me ponía todo.

—¿Lista?

Me giré cuando escuché su voz. Él, al contrario que yo, se cambió de ropa. Ayer llevaba una camisa blanca junto a unos Jeans negros, pero esta vez llevaba una sudadera adidas azul junto a unos pantalones deportivos grises.

Muy casual, si, pero él tenía ese truco que desconocía que lograba que todo lo que se pusiese le quedaba el doble de bien que a cualquier persona normal.

Instagram | Robert Pattinson. (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora