Después de la guerra

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La Guerra

   Una pelea interminable de dos bandos, el del bien, contra el mal; la luz y la oscuridad, una lucha por ver quien logra sobrevivir.

   Harry Potter había logrado vencer al mago más tenebroso de todos los tiempos, Voldemort, y el mundo mágico ya estaba libre de ese ser despreciable y malvado, que había acabado con vidas inocentes y destruido familias enteres, sin embargo eso no era un alivio para nadie.

   Algunos mortifagos habían logrado escapar, siendo algunos los más fieles a la causa de Voldemort, y lo que alguna vez había sido el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería estaba en ruinas.

    Alumnos, amigos y familias, heridas y muchas otras muertas.

   Había acabado todo, ya no habría más guerra, ya no habría más miedo, ni más muerte, ni más dolor. Pero lo que dejó la guerra, fué peor; un gran vacío en las personas.

    Todos trataban de ayudar lo más que podían para lograr salvar a algunos heridos, trataban de ayudar lo más que podían en es esa situación tan triste y desoladora.
  
     El trío de Oro, como eran llamados Harry, Ron y Hermione, se encontraban sentados en lo que quedaba de las escaleras principales, ellos mismos se sentían igual de vacíos, tristes, más que todo uno de ellos, sentía culpa.

    Hubo grandes pérdidas como las de Fred, Tonks y Remus, amigos y conocidos, personas que alguna vez vieron en pasillos, o que tal vez llegaron a ver en el gran comedor. Una parte de cada uno, se había ido con ellos; eran personas que conocían, que dieron todo para que esta guerra acabara.

  Y eso ocurrió, la guerra acabó, pero también había acabado con ellos...

Mansión Malfoy

   Todo estaba silencioso en ese lugar, en dónde los mismos dueños habían sido prisioneros.

   Los Malfoy se habían ido antes de que terminara la guerra, antes de que Harry Potter venciera a Voldemort.

   Un Lucius demacrado y sereno estaba junto a su esposa que tenía signos de cansancio, esperando pacientemente en una de las salas de estar, sentados frente al fuego a qué fueran por ellos.

    Ellos sabían que iban a ir por ellos, y no tenían miedo, ellos había hecho lo que debían hacer y no se arrepentían de nada.

    Al verlos en el lado oscuro, sacarían sus propias conclusiones, sin embargo, a veces las cosas no eran como las veían; ellos no tenían miedo de ir a prisión, ellos sabían que todo lo que habían hecho era proteger a su hijo y a su familia, una promesa que lograron cumplir.

   Draco Malfoy, el mortífagos más jóven, todo por proteger a quien más amaba en la vida.

   Decían que el amor te hacía cometer locuras, Draco lo había entendido, lo sabía por experiencia, el habia hecho una locura, algo que no creía, que alguien más haría, y todo por amor.

  Estaba en su habitación, donde también se encontraba Adhara Rossier; la chica francesa que había llegado a Hogwarts en su quinto año, su gran amor de la infancia, la mujer por quién había sacrificado todo.

    Ella estaba acostada en la gran cama que había en su habitación; su aspecto no era muy bueno, tenía la mirada perdida y los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, tenía ojeras, su cabello rizado casi blanco estaba desarreglado. No era la misma chica risueña, con sonrisa pícara y arrogante que había enamorado a todo Hogwarts, esta chica estaba rota.

   Draco salió del baño ya cambiado luego de darse una ducha y quitarse la tierra y la sangre, rastro de la guerra, suspira al ver a la rubia, así que solo se se acerca silenciosamente y se acuesta al lado de su esposa acomodándola en su pecho, la abraza sobreprotectora mente, ella al sentirlo, deja escapar algunas lágrimas, mientas él la abraza aun más fuerte, dejando sus labios en la frente tratando de reconfortar la.

Viviendo con Serpientes (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora