Arder juntos -|En Pausa|- (Borrador)

Capítulo 21 - Virgen santa [+18]

Advertencia:
Este capítulo contiene contenido +18 así que léelo bajo tu propia responsabilidad ;)

Pd: Este capítulo se lo dedico a la amiga que siempre ha estado ahí para mí y me ha ayudado cuando me daba una crisis existencial a la hora de escribir. No queda de más decir que me ayudó un poco con este capítulo ;)

EMMA

Sábado por la mañana

igual a:

Resaca.

Abro los ojos como puedo y me incorporo agarrándome la cabeza.

Vaya mierda. No bebo nunca más.

Ya veremos...

No empieces tan temprano, anda.

Llevaba tiempo dormida. Me toca entrar en escena.

Ignoro mis pensamientos y me arrastro, literalmente, hasta el baño. Me doy una ducha rápida y me pongo un chándal y unas zapatillas. Cuando bajo las escaleras, me encuentro al grupo tirado en el suelo, con cara de dolor y cansancio.

-Buenos días. -saludo.

-Serán para ti. -responde Raquel bruscamente.

-Borde. -susurro.

-Idiota. -contesta ella.

-Son las 7 de la mañana -nos reprende Car-. No empecéis.

Yo solo me encojo de hombros y me acerco a la puerta principal, pero una mano me detiene.

-¿A dónde vas?

-Necesito un café -Miro a mis amigos en el suelo-. Y ellos también.

-Te acompaño.

-Conduzco yo.

-No tienes las llaves.

Tiene razón. El muy capullo me las ha quitado y ahora las ondea por encima de mi cabeza para que no las alcance. Miro sus ojos heterocromáticos y me doy por vencida.

Pero solo porque es temprano y no me apetece pelear.

Nos montamos en el BMW blanco de Caroline y Percy arranca el motor mientras que yo bajo las ventanillas para que el aire entre.

-Cierra. -me dice.

-No.

-Hace frío.

-Pues te hubieses abrigado. -le digo mirando su camiseta blanca de manga corta, que marca sus definidos músculos y ese tatuaje.

-Cabezota.

-Burro.

-Pesada.

-Animal.

-Infantil.

-Amargado.

Parece que va a decir algo más pero solo cierra la boca y sonríe levemente. Veo cómo rueda los ojos y le doy un amistoso puñetazo en el brazo.

Cuando cogemos velocidad, el pelo empieza a molestarme y lo agarro en una coleta rápida. Apoyo mi codo en la ventanilla y descanso mi cabeza sobre mi mano, mirando el paisaje.

Por el rabillo del ojo puedo ver la mirada lujuriosa y nada apropiada que me lanza.

Seguro se está imaginando cómo de fuerte tendrá que agarrar esa coleta para controlarte.