Kakashi se volvió hacia el monitor. Sakura era una mujer bonita y él tuvo un pensamiento triste y fugaz que habría sido agradable si ella hubiera sido la mujer que pudiera amarles a los tres. La mujer que pudiera convertirse en el centro de su mundo.
Ella se giró, su cara estaba tan triste, tan hermosa que él casi se estiró y tocó la pantalla.Él gruñó un poco mientras se alejaba y empezaba a limpiar la habitación. No tenía tiempo para tonterías. Tenía un asesino al que atrapar.
Y un rehén que pillar.
―Merezco encontrar la felicidad. ―Sakura se obligó a respirar profundamente mientras paseaba por la habitación con sus Dior con tacones de diez centímetros―. Suigetsu será mi felicidad y mi alegría.
La habitación respondió con un eco de silencio absoluto. Si, nadie se creía eso, ni siquiera las paredes.
¿Así era como iba a pasar el resto de su vida? ¿Iba a levantarse cada mañana y trataría de convencerse de que era feliz y estaba satisfecha? Desde que era una niña, Tenten y ella tenían un ritual antes de grandes acontecimientos como Navidad, cumpleaños y fechas importantes. Juntaban las manos y expresaban sus deseos en voz alta para que se hicieran realidad.
Las lágrimas amenazaban con caer mientras recordaba la última vez que habían hecho eso. Había sido junto a la cama de su madre. Tenten había volado desde Chicago. Había llegado antes que Karin al hospital, a pesar que su hermana en ese momento vivía solo a unos pocos kilómetros. Era un ritual tonto, una fantasía entre jovencitas. Eso no había salvado la vida a su madre y no iba a funcionar hoy. Pero cuando Tenten le había cogido la mano, había querido tan desesperadamente que esa magia pudiera funcionar.
Sakura suspiró. En este instante, desear la felicidad, la alegría y el amor era inútil.
Era tiempo de crecer.
Un enérgico golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
―Servicio de habitación.
Eso fue rápido. De todas formas, ¿cómo podría comer ahora? Apenas se podía mover en ese vestido. Todos los pensamientos tristes estaban matando su apetito...pero sería grosero enviar la comida de vuelta cuando Tenten había tenido el detalle de pedirla Cruzó la habitación. Probablemente fuera un largo camino hasta aquí desde la cocina.
Propina. Él querría una propina. Oh, esperaba tener algo de dinero.
¿Por qué Tenten no había regresado? Debía ser una larga llamada de teléfono con Neiji.
Sakura abrió la puerta, preparada para aceptar la comida, darle las gracias amablemente al trabajador y despacharlo. Pero la vista que la sorprendió la dejó muda.
Los dos hombres más hermosos sobre los que jamás hubiera puesto los ojos estaban de pie en el pasillo, con un enorme carro entre ellos. Algo estaba mal con el carro, pero ella no podía dejar de mirarles lo suficiente como para averiguarlo.
Altos, con hombros anchos que estaban a punto de hacer estallar sus chaquetas blancas. El que estaba más cerca de ella tenía que medir un metro noventa. Tenía el cabello negro cortado al estilo militar y los más impresionantes ojos negros que jamás hubiera visto. Realmente no describiría su cara como hermosa. Era demasiado masculino para eso. Había algo salvaje en él que contrastaba con su uniforme formal tipo esmoquin.
―¿Señorita Haruno? ¿Podemos entrar? ―
Aunque las palabras fueron dichas más como un gruñido, eran muy educadas.
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Una Novia Rehen
RomanceUna novia rehén Sakura Haruno acepta desposar al millonario Suigetsu Hozuki para salvar a su familia. El día de su boda debería ser el más feliz de su vida... excepto que ella no lo ama. Y no puede dejar de preguntar si está cometiendo un error. Aun...