Capitulo 31

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Kakashi se escondió detrás de la pared oeste de la casa, cruzando tan silenciosamente como le era posible la terraza. La clave era permanecer cerca de la pared. Él avanzaba lentamente, deteniéndose cada pocos segundos para escuchar y asegurarse de que nadie estaba moviéndose furtivamente detrás de él.

Seguramente alguien había oído los disparos. Uno de los hombres de Suigetsu podría salir de un momento a otro y vería el cadáver en el césped, pero Kakashi no tenía tiempo para esconderlo. Tenía que entrar en la casa y sacar a Sakura. A menos que Itachi ya lo hubiera hecho. Él había sido el único en la casa con ella. Kakashi rezó para que su hermano hubiera oído el disparo y la hubiera hecho salir hacia el hangar con Shisui. Ellos tenían armas allí... y una radio. Con algo de suerte, Itachi, Shisui y Sakura estarían encerrados y formulando un plan, a la espera de que él los alcanzara.

O su hermano podría estar muerto y Sakura podría estar a merced de un hombre que no tenía escrúpulos.

¿Qué mierda había salido mal? Esto era todo culpa suya. Tendría que haberla cambiado de lugar una vez al día, pero no. Había estado tan seguro de que nadie los encontraría en Alaska. Quebrar a Sakura había sido más importante que protegerla del monstruo con el que había estado a punto de casarse.

Kakashi maldijo entre dientes. La culpa amenazaba con abrumarlo. Debería haber pensado en ella primero. Debería haber postergado su venganza y ayudado a una mujer inocente.

Pero entonces él nunca habría sabido lo que era abrazarla, observarla reírse, amarla.

Dios, estaba enamorado de ella y ahora ella podía morir.

Gigi emitió un ladrido agudo como si le ladrara a él para hacerlo avanzar.

El miró hacia los dos perros que lo seguían pisándole los talones. Si él no hubiera estado en el bosque mientras ellos corrían de un lado a otro y hacían sus necesidades, podría haber oído el SUV de Suigetsu ascendiendo por el camino.

—Silencio—susurró tan quedamente como le fue posible.

Butch se sentó en sus cuartos traseros, mirando hacia arriba. Era un buen soldadito, el chucho. Pero Gigi era una rata muy nerviosa. Probablemente estaba acercándose el horario de la comida para ella. Y ella iba a conseguir que lo mataran si no se callaba.

—Hazte cargo de tu mujer—masculló a Butch, mientras continuaba con sus pasos lentos y progresivos hacia la puerta trasera.

—¿Cómo me encontraste?—La voz de Sakura era baja, pero él pudo oírla a través de la gruesa lámina de vidrio. Él estaba de pie junto a la ventana de su dormitorio. Su corazón amenazó con saltársele del pecho cuando se dio cuenta con quien estaba ella allí.

—Tengo mis métodos, querida. Estoy tan contento de haber llegado a tiempo. No tienes ni idea de cómo han sido los últimos días. —La voz de Suigetsu era ronca por la emoción. Kakashi le entregaría un Oscar a la actuación—. Dime, Sakura, ¿ellos te lastimaron?

Él la oyó sollozar un poco.

—Sí.

¿A qué estaba jugando?

—¿Cómo?

—Ellos me aterrorizaron, Suigetsu. Me drogaron. Amenazaron a mi perra. Me mantuvieron despierta durante largos períodos de tiempo. Me ataron. Y entonces, cuando pensé que estaban aflojando la mano porque me permitieron tomar una ducha, estaba helada. Me hacían sentir tan incómoda como fuera posible. No sé por qué. ¿Por qué me odia ese hombre?

Oh, él iba a azotarle el culo por alguna vez llamarse tonta.

Shisui estaba en el hangar. Sakura con el enemigo. ¿Dónde estaba Itachi? Dios, tenía que rogar que su hermano no estuviera allí con Sakura.

Una Novia RehenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora