Capitulo 11

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Y tan pronto como estuvieran solos, iba a tener una larga charla con su hermano.

Especialmente porque Sakura se había vuelto a suavizar, respondiendo a sus intentos de ser amable. Eso funcionaba... excepto si Itachi seguía haciéndola cabrear.

Soy espantosa cuando estoy bajo la influencia de cualquier cosa. Dios, por favor dime si hice algo que deba lamentar.

¿Cómo coño podían Itachi o Kakashi pensar que era una zorra manipuladora?

Aquí estaba ella siendo mantenida como rehén por tres hombres que no conocía y estaba preocupada por si había hecho algo mal.

Sakura no era una cazafortunas. Era la sumisa perfecta, dulce y suave. Sin embargo había un núcleo de fortaleza en ella. La gente a su alrededor se aprovechaba de su naturaleza amable, de su deseo de complacer a los demás. Ella, sin duda, tenía dificultades para decir no. Necesitaba un fuerte dominante que la animara y que le prestara su fuerza.

No obstante, no sería él. Solo tenía que asegurarse de que Kakashi no la despedazara mientras buscaba su venganza.

―Fuiste muy dulce ―dijo Shisui.

―Me pediste que me casara contigo ―dijo Itachi con el indicio de una sonrisa. Los hombros de ella se volvieron a cuadrar.

Bueno, eso obviamente fueron las drogas hablando. Cuando no estaba con el combinado de Dios sabe qué, te mostré como realmente me sentía. Te mordí. Y lo haré de nuevo si tratas de tocarme.

Shisui tenía la mitad de los botones desabrochados, pero ahora veía otro problema.

Ella llevaba una prenda blanca y delicada de encaje con ballenas metálicas. Un corsé. Estaba encorsetada y estaba adorable. Joder, se vería tan encantadora caminando por su club usando nada más que ese corsé, un diminuto tanga blanco y tacones de aguja.

Y su collar, por supuesto. Pero él nunca la dejaría con un corsé durante tanto tiempo. Nunca.

―¿Puedes siquiera respirar?

―¿Eso que veo es un corsé? ―A Itachi le encantaban en una mujer y sonado ahogado porque Sakura pudiera estar usando uno.

Su piel se sonrojó por todas partes. Ella no sería capaz de mentir eficazmente. El rosado de su piel siempre la traicionaría. Shisui contaba eso como un plus.

Era la única manera de entrar en el vestido. Creo que tengo que sentarme. Estoy muy mareada. ―Se cayó contra sus brazos, todo su cuerpo se aflojó.

Maldición. Se había matado de hambre tratando de caber en ese vestido, después ellos le habían dado sedantes y fallaron en quitarle un artilugio que restringía su respiración. Muy brillante.

―Dame un cuchillo pidió Shisui. Voy a sacarla de esta cosa 

―Toma. ―Itachi estaba a su lado, dándole su navaja y finalmente se veía como que le importaba―. ¿Debería conseguir un poco de agua?

Los ojos de ella parpadearon al abrirse.

¿Me desmayé? ¿Estaba soñando? Por favor déjame estar de vuelta en Nueva York. Chasquearé con mis talones tres veces y todo.

―Lo siento, cariño. No es un sueño y no estás en Nueva York. No hay salvación para el vestido. Necesitas respirar. ―Deslizó la navaja a través de los botones y después la movió sobre los lazos de encaje del corsé.

Ella respiró profundamente con alivio.

Oh, Dios mío, esto se siente muy bien.

Una Novia RehenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora